Generales Escuchar artículo

Terapia a cielo abierto

Los políticos argentinos son como los malos matrimonios largos. Al principio sorprenden, luego entran en la reiteración de sus acciones y finalmente se los tolera, y, peor aún, se los sigue vota...

Los políticos argentinos son como los malos matrimonios largos. Al principio sorprenden, luego entran en la reiteración de sus acciones y finalmente se los tolera, y, peor aún, se los sigue votando, a pesar de sus escasos logros y virtudes. Es como resignarse a un marido o una esposa porque cocina tan rico los domingos que al final lo que pasa en la semana tapa todas las defecciones. A veces, dicen los que han vivido malos matrimonios largos, es mejor soportar una rutina conocida que perder tiempo y dinero en un divorcio. También es posible que el miedo a poner las cosas en su lugar y abrazarse a cambios deje paralizado al más guerrero.

En medio de esas relaciones largas que no llevan a ningún lado, se reiteran situaciones. En los días de la crisis de la Alianza, allá por el dramático fin de 2001, con un colega tratábamos de entender por qué los políticos podían cíclicamente hundir en problemas muy severos a los ciudadanos que los votaban con tanta esperanza. “A este país le hace falta un buen psicólogo que ayude de forma masiva a hacerle entender a los ciudadanos que se autoinfligen castigos al reiterar su confianza en quienes ya los defraudaron”, teorizó esta cronista en una tarde de calor agobiante, mientras intentaba ver la luz al final del túnel por el que cinco presidentes en algo más de una semana daban discursos estentóreos sobre el futuro y la esperanza. “La Argentina no necesita un psicólogo, necesita un pueblo decidido a marcar el ritmo de los políticos”, argumentó el colega, quizás agobiado por la cantidad de horas de trabajo que insumía el delirio de la época.

En este verano, casi que debería reconocerle la epifanía y hasta invitarlo a otro café. No quiero pensar en la diferencia del precio, porque casi pasó un cuarto de siglo de aquella tarde, pero tampoco andamos mejor. Es cierto que podemos pagar con débito, crédito, QR, efectivo y hasta en cripto, y no hay corralito bancario. Pero, en mucho y para mejor, no cambió casi nada la dirigencia política. “Deberías buscar un buen psicólogo”, le recomendó Cristina Kirchner, la titular del peronismo, al presidente Javier Milei. ¿Es por las decisiones que ha tomado en favor o en contra de los ciudadanos en este año de gestión? No. Es porque la denunciaron por cobrar un plus en sus pensiones por vivir en el sur, cuando hasta el más distraído sabe que sus días los pasa en la “opulenta” Buenos Aires. Los ciudadanos, quizás por decisión propia, siguen siendo de palo.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/terapia-a-cielo-abierto-nid09022025/

Comentarios
Volver arriba