Juan Vairoleto: una historia “a la Robin Hood” pero en las pampas
Autor: Juan Carlos Gené. Intérpretes: Luis Lento, Fernando Fernández, Gabriel Galindez, Luciano Guglielmino, Fernando Martín, Leandro Morcillo, Federico Navajas, Juan Gil Navarro, Juan Pablo Ma...
Autor: Juan Carlos Gené. Intérpretes: Luis Lento, Fernando Fernández, Gabriel Galindez, Luciano Guglielmino, Fernando Martín, Leandro Morcillo, Federico Navajas, Juan Gil Navarro, Juan Pablo Martínez, Federico Uzinka Queipo. Vestuario: Jorgelina Herrero Pons. Escenografía: Carlos Di Pasquo. Iluminación y video: Fernando Díaz. Diseño sonoro: Luciano Guglielmino. Dirección: Carlos Di Pasquo, Fernando Martín. Sala: Dumont 4040, Santos Dumont 4040. Funciones: miércoles a las 19.30. Duración: 60 minutos. Nuestra opinión: muy buena.
En un comienzo, el proyecto fue ideado por el dramaturgo Juan Carlos Gené y el actor Pepe Soriano. El autor se interesó por dramatizar la historia de este héroe popular que, en su momento, fue denominado “el Robin Hood de las Pampas” o “el Robin Hood criollo” pero, lamentablemente, con la muerte de Gené, en 2012, la pieza quedó inconclusa y nunca pudo estrenarse.
Carlos Di Pasquo, escenógrafo muy ligado al dramaturgo, decidió homenajear al maestro llevando a escena esta obra póstuma que no es más que un relato a cinco voces y un coro donde se va contando la historia de Juan Bautista Vairoleto, a quien en general se lo conoce más como Bairoletto, pero en muchos expedientes judiciales de la época su apellido aparece escrito con V. Su padre, un piamontés inmigrante, se llamaba Vittorio Vairulat, con lo cual es muy posible que el apellido original haya sido considerado entonces como Vairoleto.
La pieza no realiza un recorrido por las andanzas de este ser que robaba a los pobres para darle a los ricos, sino que se centra en la última noche de la vida del personaje. Durante años fue perseguido por la policía de las provincias de La Pampa y Mendoza, y un examigo y compañero de andanzas del que ya se había separado hace años (el Ñato Gascón) lo denuncia ante la policía. Así encuentran el domicilio en el que vive y, supuestamente, lo matan. Pero el informe forense (que también aparece citado en la pieza) da cuenta de que Vairoleto se suicidó disparándose en la cabeza, aunque su cuerpo recibió innumerables impactos de bala provenientes de las armas de los policías.
En ese momento ya hacía tiempo que Vairoleto había dejado sus andanzas y había cambiado su nombre por el de Francisco Bravo. Vivía en un rancho con su esposa Telma y dos hijas, ubicado en Villa Alvear, Mendoza. Se había transformado en un humilde chacarero que intentaba olvidar su historia de bandido rural.
La dramaturgia de Juan Carlos Gené es algo endeble en su construcción general, pero resulta muy atractivo como va describiendo ciertas cuestiones que exponen los motivos por los que ese hombre es perseguido y ajusticiado. Lo expresan personajes como Coscia (un policía) y el Ñato Gascón (el que lo traiciona). Y resultan muy elocuentes los discursos del propio Vairoleto que, sabiendo que está próximo el momento de su muerte, no hace más que mostrarse como un ser que fue utilizado en muchas oportunidades por distintas fuerzas o referentes políticos, pero solo siguió su ideología. Su posición ante la vida no era otra que ayudar a los desprotegidos y eso hizo durante años y por eso se lo denominó “El padre de los pobres”.
En el presente de la acción, Vairoleto es solo un ser indefenso que busca cuidar a su mujer y sus hijas.
El espectáculo, que se plantea como una sesión de espiritismo conducida por Chiappa, una especie de sacerdote mayor que llega a develar la verdad de los hechos acontecidos, se transforma en un acto poético. Di Pasquo planta unas torres tubulares en escena donde se esconden Vairoleto y algunos otros personajes, esos que necesitan permanecer ocultos antes de la matanza final. Es indudable que quien dirige es escenógrafo, porque con las imágenes que construye fortalece el drama.
Las luces y videos de Fernando Díaz aportan una profunda calidez a la historia como si se tratara de un momento de ensoñación. Lo mismo sucede con el diseño sonoro de Luciano Guglielmino que va acompañando la acción pero a la vez, por momentos, le aporta una riqueza muy sobresaliente.
En lo actoral se destaca Juan Gil Navarro (Vairoleto) quien con una fuerte sensibilidad da vida a su relato y deja ver con claridad los dobleces de ese ser que, ya mayor, solo necesita refugiarse en la tranquilidad que le ofrece su familia. Fernando Martín, en el rol de Chiappa, posee una fuerte presencia escénica y logra transformar a su “chamán” en el narrador esencial que lleva a buen puerto la historia. Sobresalen también las interpretaciones de Gabriel Galíndez (Coscia), Luciano Guglielmino (Ñato Gascón) y Leandro Morcillo (Funcionario).