El futuro de la energía: un nuevo superciclo eléctrico está en marcha
La planta de Schneider Electric en Conselve, Italia, está trabajando a destajo. Los operarios ensamblan activamente sistemas de refrigeración avanzados para los centros de datos que respaldan el ...
La planta de Schneider Electric en Conselve, Italia, está trabajando a destajo. Los operarios ensamblan activamente sistemas de refrigeración avanzados para los centros de datos que respaldan el desarrollo de la inteligencia artificial (IA). “La clave es la integración de la red al chip y del chip al enfriador”, dice Pankaj Sharma, un ejecutivo de la empresa francesa, refiriéndose a un nuevo diseño que recientemente desarrollaron con Nvidia, un gigante de los chips para IA.
En el último año, el valor de mercado de Schneider ha aumentado en más de un tercio, alcanzando alrededor de US$140.000 millones. No es el único fabricante de equipos eléctricos que está prosperando. La capitalización de mercado de la japonesa Hitachi se ha triplicado desde principios de 2022, gracias, en parte, a la rápida expansión de su división de equipos eléctricos. Después de un difícil 2023, afectado por problemas en su división de turbinas eólicas, las acciones de Siemens Energy aumentaron un 300% el año pasado, superando incluso las de Nvidia, gracias al crecimiento de las ventas de su negocio de tecnología de redes. “La electricidad es un impulsor clave para nuestro negocio”, dice Christian Bruch, su director ejecutivo.
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Scott Strazik, jefe de GE Vernova, una división de equipos eléctricos que se escindió del conglomerado General Electric el año pasado, ve un “superciclo” en formación. La demanda de transformadores y cables de transmisión de alto voltaje se está acelerando. La Agencia Internacional de Energía (AIE) estima que la inversión global en infraestructura de redes alcanzó casi US$400.000 millones en 2024, frente a poco más de US$300.000 millones en 2020, y está revirtiendo la baja que se había iniciado en 2017 debido a la desaceleración de la demanda en China. La AIE prevé que el gasto aumente a alrededor de US$600.000 millones anuales para 2030. ¿Cómo se explica esta suba?
La descarbonización de la generación de electricidad es un factor. Añadir energía eólica y solar, a menudo en ubicaciones remotas del planeta, requiere extender las líneas eléctricas e invertir en hardware y software para gestionar su intermitencia. En Gran Bretaña, la ambición del gobierno de lograr una red de cero emisiones netas para 2030 ha llevado a los operadores de redes a presentar propuestas de inversión por casi US$100.000 millones durante cinco años. Incluso en Estados Unidos, donde el presidente Trump es escéptico sobre el cambio climático, se espera que la inversión en energía renovable siga aumentando en los próximos años gracias a la caída de los costos de la energía solar y eólica.
La creciente participación de la electricidad en el consumo de energía es una segunda fuerza que impulsa la inversión en el sector. La AIE pronostica que la demanda de electricidad, tanto de fuentes limpias como contaminantes, aumentará seis veces más rápido que la energía en general en la próxima década, ya que alimenta una mayor proporción de automóviles, sistemas de calefacción doméstica y procesos industriales. Solo California necesitará US$50.000 millones en actualizaciones de distribución de electricidad para 2035 para cargar sus vehículos eléctricos (VE). Strazik de GE Vernova estima que este cambio de “moléculas a electrones” apenas está comenzando.
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El total de las necesidades energéticas del mundo también sigue aumentando, una tercera fuerza que impulsa la inversión en infraestructura eléctrica. El crecimiento económico y el aumento del uso de equipos de aire acondicionado están elevando la demanda en los países en desarrollo. El banco Goldman Sachs estima que la red de India necesitará una inversión de US$100.000 millones entre 2024 y 2032 a medida que su economía crece. La consultora Rystad prevé que la inversión anual en redes en China aumente de los US$100.000 millones de 2024 a más de US$150.000 millones para 2030.
El gasto de los gigantes tecnológicos en IA también contribuye al aumento de la demanda de energía, lo que se traduce en un mayor consumo de electricidad. Algunos centros de datos ahora consumen tanta energía como una planta de energía nuclear, lo que requiere que los operadores de redes actualicen transformadores, líneas eléctricas y equipos de control. Para acomodar el crecimiento de los centros de datos, Tokyo Electric, la mayor empresa de energía de Japón, planea gastar más de US$3000 millones para 2027 en su infraestructura. El auge de los centros de datos también ha provocado que el gasto de los desarrolladores en equipos de refrigeración y otros equipos eléctricos auxiliares se dispare.
Una última fuerza detrás del aumento de la inversión es la fortificación de las redes. Los eventos climáticos extremos, incluidas tormentas mortales e incendios forestales como el que comenzó en Los Ángeles el 7 de enero, son cada vez más comunes. En 2023 causaron más de US$100.000 millones en daños en todo el mundo, de los cuales solo aproximadamente la mitad estaba cubierta por un seguro. Hace unas semanas, el Departamento de Energía de EE. UU. proporcionó una garantía de préstamo de US$15.000 millones a PG&E, una empresa de energía californiana, que ha sido gravemente afectada por los incendios forestales en los últimos años, para ayudarla a invertir en hacer que su infraestructura sea más resistente.
En gran parte del mundo rico, las redes eléctricas son antiguas y están en mal estado. En Europa, la infraestructura tiene más de 40 años, en promedio. “La infraestructura de la red no fue construida para ser resistente, sino para la transmisión”, dice Bruch de Siemens Energy.
A medida que la inversión en infraestructura de redes ha aumentado, han surgido varios cuellos de botella en la cadena de suministro. La consultora Wood Mackenzie estima que la escasez mundial de transformadores ha provocado que los precios aumenten entre un 60% y un 80% desde 2020, con tiempos de espera que se han triplicado a cinco años o más. Esto está impulsando tanto el gasto de capital como la innovación entre los proveedores. Bruch dice que su empresa está invirtiendo cifras récord para hacer frente a un atraso de pedidos que ahora supera los US$124.000 millones. GE Vernova, por su parte, ya informó que destinará US$9000 millones a inversiones en capital e investigación y desarrollo en los próximos cuatro años. El negocio energético de Hitachi, que también tiene un gran atraso, ha invertido US$3000 millones para aumentar la producción en los últimos tres años y planea gastar otros US$6000 millones para 2027, incluidos US$1500 millones en transformadores.
Ampliar la capacidad de fabricación dejará a estas empresas expuestas si el superciclo eléctrico resulta no ser tan importante. El crecimiento de las ventas de vehículos eléctricos ya se ha desacelerado en muchos países ricos. El auge de la IA podría terminar convirtiéndose en una burbuja. Para tranquilizar a los accionistas, Andreas Schierenbeck, jefe del negocio energético de Hitachi, dice que su empresa ha estado haciendo que los grandes clientes reserven capacidad con pagos por adelantado y está cambiando de pedidos personalizados a contratos marco con diseños de productos estandarizados. Todo esto hace que los ingresos futuros sean más confiables y la expansión de la capacidad de producción menos riesgosa.
Por ahora, el gasto en infraestructura eléctrica no muestra signos de disminuir, ya que los operadores de redes lidian con el aumento del consumo de energía, la mezcla cambiante de generación y la infraestructura envejecida. Se prevé que esas presiones aumenten, dice Bruch. “Por eso somos optimistas”.