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¿Y si el Presidente cumple con su promesa y cierra el Banco Central?

El Presidente a menudo reitera que va a cerrar el Banco Central. Lo hace incluso en reportajes donde argumenta sobre otros temas. Los economistas, colegas de profesión del Presidente, descreen. Lo...

El Presidente a menudo reitera que va a cerrar el Banco Central. Lo hace incluso en reportajes donde argumenta sobre otros temas. Los economistas, colegas de profesión del Presidente, descreen. Los que descalifica con el mote de “econochantas”, porque asumen otras teorías monetarias en las que el Banco Central tiene un rol clave en la regulación del sistema financiero. Y muchos colegas del propio “palo”, a los que estereotipa como “libertarados”, porque consideran que el tiempo y la oportunidad de cerrarlo ya pasaron.

Hay que tomar en serio la promesa presidencial por tres razones fundamentales: 1) la teoría económica en la que abreva el Presidente y guía su argumentación racional tiene como propuesta de política económica central la transformación del sistema financiero de banca fraccionaria, el replanteo de la intermediación financiera bancaria, el desarrollo del mercado de capitales y la eliminación de una autoridad monetaria que monopolice la emisión de dinero fiduciario y opere como prestamista de última instancia; 2) el caso argentino es un ejemplo paradigmático de reincidencias en desbordes fiscales y monetarios, y de intentos vanos de institucionalizar un Banco Central con autonomía del poder político; 3) Javier Milei se asume referente de una cruzada libertaria que hasta ahora no ha tenido experiencias concretas de gobierno en el mundo ni la posibilidad de aplicar políticas consecuentes con sus premisas y teorías. La Argentina establecería un leading case mundial si lograra reorganizar sus finanzas públicas y replantear su organización monetaria y su sistema financiero cerrando el Banco Central cuando las circunstancias lo permitan.

Si el Presidente decidiera adoptar una nueva mascota, en el listado de nombres a elegir casi seguro figuraría Jesús, en homenaje al referente español de la escuela austríaca de economía: Jesús Huerta de Soto. Este influyente catedrático escribió, entre otros muchos libros, Dinero, crédito bancario y ciclos económicos, el tratado que mejor refleja muchas de las reflexiones de Milei sobre el origen del dinero, las teorías monetarias y las deformaciones del sistema bancario de reserva fraccionaria. Para Huerta de Soto, las instituciones jurídicas son evolutivas, ni se las puede implantar por construcción racional y mandato ni se las puede desnaturalizar por comportamientos que degeneran en su evolución su uso y su práctica. El contrato de depósito de dinero en custodia (“depósito irregular”) siempre se diferenció del contrato de mutuo o préstamo. En el primero, el depositario o banquero se comprometía a devolver la cantidad depositada al solo requerimiento del depositante en cualquier momento (reserva en caja del 100%) y era posible cobrar un cargo por la custodia de los fondos. En el mutuo o préstamo de dinero, la prestamista entrega una suma de dinero para recuperarla en un determinado plazo cobrando un interés. Cuando el banquero decide usar los fondos del depósito en custodia –como si fuera un mutuo– para hacer préstamos a terceros cobrando un interés, empiezan la degeneración de la institución contractual y el origen de la creación del dinero ex nihilo, que permite la expansión del crédito bancario.

Para De Soto, con el tiempo los banqueros fueron racionalizando que de los depósitos que recibían en custodia o a la vista solo debían mantener un coeficiente de reserva en la caja, el resto lo podían prestar. Por ejemplo, si reciben 1000 unidades monetarias en depósito a la vista y retienen 100 en la caja para enfrentar retiros, pueden prestar esos 900 remanentes, que, bajo ciertas condiciones, volverán al sistema. Al final los 1000 originales permitirán crear dinero bancario y expandir el crédito “sin contrapartida de ahorro real” en 9000 unidades monetarias adicionales (efecto multiplicador bancario). Para el economista español, que también representa el pensamiento de Mises, Hayek y Rothbard, entre otros, este mecanismo de creación de moneda espuria, en el que degeneró el contrato de depósito en custodia, derivó en el tiempo, con la complicidad de los gobiernos (necesitados de tomar préstamos para sufragar más gasto público) y la avaricia de banqueros que se enriquecían del día a la noche, en el sistema de banca fraccionada, que, con una falla congénita, genera por expansión del crédito sin base de ahorro crisis cíclicas de expansión y contracción (malas inversiones que no se recuperan), que causan graves daños a la dinámica del sistema capitalista y que son las responsables de la pérdida crónica del poder adquisitivo del dinero debido a la inflación.

Para paliar estas crisis inherentes al sistema se fue desarrollando un sistema de intervención y regulaciones consolidado con la creación de bancos centrales que monopolizan la emisión de moneda fiduciaria y actúan como prestamista de última instancia frente a corridas bancarias. La escuela austríaca rechaza las políticas de estabilización contracíclicas (tanto monetarias como fiscales) promovidas por el llamado consenso ortodoxo de la profesión, porque prolongan la descoordinación de ajustes entre agentes económicos para corregir la mala asignación de recursos promovida por la expansión artificial del crédito bancario. Además, descree de la eficacia de las normas de prudencia y controles que ofrece la autoridad monetaria (Banco Central) para consolidar un sistema de intermediación bancaria sólido y previsible.

Para terminar con los ciclos de auge y explosión atribuidos al uso indebido de los depósitos a la vista con creación de “dinero de la nada”, Huerta De Soto propone cambios radicales. Eliminar el sistema de banca con coeficiente fraccionario, estableciendo un coeficiente de reserva de caja del 100% en los depósitos a la vista y equivalentes; eliminar el Banco Central luego de un proceso de saneamiento patrimonial y rescate de pasivos, y retornar a un sistema de banca libre que emita medios de pago en competencia, pero con reserva garantizada en oro (patrón oro). Por supuesto, todo esto implica recuperar la banca de inversión y potenciar el mercado de capitales con instrumentos idóneos de intermediación del verdadero ahorro, de aquel que surge de restringir el consumo de bienes presentes para invertir en la capitalización de las etapas productivas intermedias y así “alargar y ensanchar la base de capital de la economía” (clave en el aumento de la productividad). Por supuesto, se pueden discutir y rechazar los argumentos de Huerta de Soto y de la escuela austríaca, pero primero hay que analizarlos y comprenderlos para entender los alcances y posibles consecuencias del cambio estructural implícito en la afirmación presidencial.

Los referentes de la escuela austríaca también rechazan la posibilidad de tratar de mejorar el sistema desde adentro, como pretenden los “monetaristas”, que aceptarían eliminar la banca con reserva fraccional, pero manteniendo un Banco Central que lleve adelante una política monetaria previsible y estable. Puro voluntarismo para los libertarios. El instrumento en manos de los políticos y de los intereses particulares siempre volverá a sus andadas porque preserva el tentador monopolio de la emisión. A todos estos argumentos de sus mentores, Milei puede agregar en el contexto argentino las degeneraciones propias del populismo autóctono. Es lo que hace cuando recuerda que la Argentina tuvo déficit fiscal en 113 de los últimos 123 años, o que a la unidad monetaria argentina le quitamos trece ceros en las últimas décadas, o que el país atravesó dos hiperinflaciones sin haber tenido una guerra, a lo que podríamos agregar las sucesivas transgresiones al principio de autonomía del Banco Central.

Por último, pero no menos importante, el Presidente es criticado porque en muchos foros internacionales, en vez de promover inversiones en la Argentina, despliega argumentos económicos alertando sobre la crisis que padece el capitalismo en el orden mundial. Sigue arremetiendo contra “la fatal arrogancia” de muchos “intervencionistas”, como parte de una cruzada intelectual que ahora lo tiene a él, por su rol en el Gobierno, como el responsable de trabajos prácticos.

Si Milei consolida su poder político, va a cumplir su promesa. Sería bueno que la dirigencia política, los empresarios y el sector financiero empezaran a analizar y a debatir ideas sobre una Argentina sin Banco Central y con un proyecto de desarrollo pendiente. No sea que terminemos en otra experiencia fallida.ß

Doctor en Economía y en Derecho

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/y-si-el-presidente-cumple-con-su-promesa-y-cierra-el-banco-central-nid20012025/

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