Observemos más los costos de transacción
Con la Revolución Industrial, la sociedad dejó de lado la economía de recolección, para ingresar en una economía que logra excedentes de producción. La nueva economía llevó naturalmente a l...
Con la Revolución Industrial, la sociedad dejó de lado la economía de recolección, para ingresar en una economía que logra excedentes de producción. La nueva economía llevó naturalmente a la especialización y, por ende, a la división del trabajo. Ello ha multiplicado el número diario de interacciones. Mediante el intercambio voluntario de aquellos excedentes, la economía mundial ha ingresado en una nueva fase de crecimiento.
Al haber diferentes capacidades de producción, sea entre países como entre empresas o personas, surgieron, en este nuevo contexto, las denominadas ventajas comparativas. Como consecuencia, se originó un sistema de precios más complejo que revela las necesidades y los anhelos de intercambio en las cantidades ofrecidas y demandadas.
Un intercambio entre dos lados permite generar riqueza. Al momento de realizarse, ambos aumentan el valor subjetivo de riqueza. El intercambio incrementa el valor de ambas riquezas individualmente y, a su vez, logra aumentar su complementariedad y el valor agregado de las dos. Es un mecanismo de pacificación y de cooperación. En palabras de Von Mises: “La realidad es que la internacionalización del mercado de capitales, así como la libertad económica, son fenómenos que van suprimiendo los incentivos de guerra y de conquista”.
A partir de la década de 1940, el país, en lugar de buscar una mayor industrialización desde sus ventajas comparativas, fue cerrándose al intercambio global, para producir internamente lo que podía importar. Así se confundió patriotismo con nacionalismo.
El año 2024 viene a marcar un cambio de rumbo que, inéditamente, es apoyado por la gente. La libertad de intercambio ha dejado de ser una palabra sospechosa. El país asiste a un quiebre con su pasado corporativo.
Para avanzar en ello, es necesario reducir los costos de transacción que a lo largo de las últimas décadas fueron convirtiéndose en terribles obstáculos al comercio interno y externo. Se trata de aquellos costos que “chupan” las ganancias de la especialización y la división del trabajo donde el Estado suele tener una gran responsabilidad, por ejemplo, el sistema impositivo que todavía permanece. El caso del impuesto al débito y al crédito es patético, también lo es la cultura del soborno. En rigor son costos que atacan la especialización. Se estima que el tamaño relativo de tales costos se acerca al 35%. Es un terrible peso para la competitividad. Ello muestra que para acrecentarla no es necesario focalizar en el tipo de cambio, pues una intervención es una daga en el estómago de los más humildes. Al haber equilibrio fiscal, hoy es lógico que el tipo de cambio real sea inferior al de períodos anteriores cuando la política económica era irracional.
El proteccionismo termina castigando al consumidor en función de las ganancias de los empresarios privilegiados; en cambio, la apertura los induce a competir para beneficio de la gente. Muhammad Yunus escribe: “El proteccionismo, que supuestamente defiende a los pobres, solo beneficia a los ricos y a los que dominan el sistema”. ß
Economista
Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/observemos-mas-los-costos-de-produccion-nid20012025/