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Tsuchi Milei, el gran faro del mundo

Hace tiempo que venía tratando de caracterizar a Javi Milei, personaje tan singular, sin conseguirlo. Fracaso tras fracaso. ¿Superman? ¿Messi? ¿Bizarrap (el argentino más escuchado en el mundo...

Hace tiempo que venía tratando de caracterizar a Javi Milei, personaje tan singular, sin conseguirlo. Fracaso tras fracaso. ¿Superman? ¿Messi? ¿Bizarrap (el argentino más escuchado en el mundo)? Intenté por todos lados. ¿Ares, el dios griego de la guerra, indómito en la batalla? ¿César Augusto, fundador del Imperio Romano y arquitecto de un nuevo orden? ¿Chucky, el enano maldito de la saga de ficción, más por parecido físico y por intrépido que por enano maldito? A punto ya de sucumbir, Tsuchinshan vino en mi auxilio, y lo agradecido que estoy. Este Tsuchi es el cometa que apareció hace unos días surcando raudamente los cielos (si no lo hiciera, no sería un cometa), con tres características: acaba de ser descubierto, no estaba prevista su aparición y se lo vio con mucha claridad tanto en el hemisferio norte como en el hemisferio sur. Calculo que me van siguiendo: no era conocido, sorprendió con su llegada y brilla en todo el planeta. Bingo. Milei es Tsuchinshan, o Tsuchinshan es el reflejo en las alturas del suceso Milei en la Tierra. Para darle a mi hallazgo rigor científico, consulté en enciclopedias del espacio qué era técnicamente un cometa. “Cuerpo celeste compuesto de hielo y roca que gira alrededor del sol”. Hielo, roca, sol; frío, duro, iluminado: imposible encontrar una mejor descripción de Javi, fuerza del cielo al fin. Siguen las enciclopedias: la palabra cometa proviene del griego kometes, que significa “astro con cabellera”. Wow. Marche otro bingo.

Por cierto, ya lo dijo Cris, todo tiene que ver con todo: qué simpático esto de que en griego “cometa” se escriba con K.

Frío y duro. El astro con cabellera surcó los aires de Washington a Davos, se plantó en el foro de los dueños del mundo y les dijo en la cara que en el mejor de los casos eran unos imbéciles, y, en el peor, zurdos de escopeta; sí, ajusticiables, carne de cañón. Cuánto disfruté ese memorable discurso de media hora, episodio 2 de Yo, la serie que empezó allí mismo el año pasado: yo les voy a explicar porque no entienden nada, yo lo vi antes, yo se lo había advertido, yo lo hice, yo fui profeta y ahora soy el mesías, yo soy el signo de los tiempos, yo no sé qué carajo hago perdiendo el tiempo con ustedes.

Acostumbrados a ser vistos como la encarnación del fracaso, de pronto los argentinos clavamos la tercera estrella en Qatar e irrumpimos en la historia con el Pelu, primera estrella en los grandes escenarios internacionales. En Washington, durante la investidura de su íntimo amigo, fue tan celebrity que casi se va de mambo: reyes, presidentes y magnates no preguntaban qué iba a decir Trump en su discurso inaugural, sino cómo podían hacerse una foto con Javi. Cuando se hablaba de lo espléndida que lucía la primera dama nadie pensaba en Melania, sino en Giorgia Meloni.

Iluminado. Cristina, auténtica negada en el arte de los números (Martín Redrado, presidente del Banco Central cuando murió Néstor, tenía que llevarle las cosas escritas en papelitos que ella después pasaba a alguien para que le explicara de qué se trataba), llegó a dar clases magistrales de economía a partir de cuentas mal hechas y datos mal interpretados que le pasaban Kichi y algún otro chabón del Instituto Patria. Eso sí, en mensajes dichos con gracia y aires de autoridad en la materia, y aplaudidos por una claque acarreada en bondis. Podemos preguntarnos si también Javito sobreactúa convencimiento al decir en Davos que la Argentina “es un ejemplo para el mundo” y si realmente cree que su misión es poner en caja a un Occidente descarriado, tipo “es la última vez que se lo digo”. Mi respuesta: fifty-fifty. Caputín ha trabajado mucho sobre esa naturaleza esencialmente ficcional e histriónica, lo ha convertido en un animal del marketing, y él pone lo suyo abrazando una ideología que, como cualquier ideología, provee soluciones llave en mano: da respuestas para todo. Cristina se reveló como una consumada actriz, Javito es producto de sets de televisión, y el querido Alberto, comprometido por un libreto que le pedía ser torpe, vaguito y vicioso, tampoco lo hizo mal; nos terminó convenciendo.

En Davos, al astro con cabellera le salió fuego por la boca al hablar de la cultura woke, de la justicia social (hay que animarse, eh), del propio Davos y, por supuesto, del pérfido Estado, mientras el Gobierno preparaba el gran anuncio de la baja de retenciones al campo por seis meses. Una decisión surgida del Estado, qué lástima, pero como es buena la aplaudimos. Aguante el Estado. Aguante el jefe del Estado.

Maldito el momento en que me entretuve con la historia del Tsuchi y seguí leyendo. Los expertos dicen, y no me animo a desmentirlos, que no volverá a rondar la Tierra en los próximos 80.000 años. ¿Un Milei cada 80.000 años? No hay forma de que el mundo resista. Ponele que la estén pifiando por 10.000 o 20.000 años: igual estamos en el horno.

Por suerte, después de él viene Karina, a la que le perdonamos la K.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/tsuchi-milei-el-gran-faro-del-mundo-nid24012025/

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