“Si bien siempre fue normal escuchar a compañeros quejarse por la carga de trabajo, el problema del agotamiento mental se incrementó a partir de la pandemia”, dice Jesica Lichtensztein, que, con 25 años trabaja como consultora en seguridad en IBM Argentina. Ofrece varios ejemplos: “Para lograr tranquilidad mental, un colega me invitó a hacer mindfulness, y también recuerdo a un compañero de la facultad que trabajaba demasiado y no podía dejar de hacerlo, aunque sus todos lo alentábamos para que se tome un descanso”.

El síndrome de burnout (agotamiento mental sería una buena traducción) es definido por la Organización Mundial de la Salud, como un “fenómeno ocupacional que resulta del estrés crónico en el lugar de trabajo que no se ha manejado con éxito, y se caracteriza por tres dimensiones: sensación de agotamiento o agotamiento de energía; mayor distancia mental del trabajo, o sentimientos de negatividad o cinismo relacionados con el trabajo; y reducción de la eficacia profesional”.

Si bien no es exclusivo de los perfiles tecnológicos y afecta a las personas en distintos sectores debido a la competitividad global y a la demanda de resultados inmediatos, estos talentos tienen la particularidad de que enfrentan desafíos únicos por la constante presión para innovar y mantenerse actualizados. “Esto puede llevar a un agotamiento generando autoexigencia en términos de innovación”, explica Verónica Climent, gerente principal de Gestión de Personas y Seguridad, de Santander Argentina.

Aunque existe la percepción generalizada de que las personas que trabajan en el sector IT (o, más genéricamente, en áreas relacionada con STEM) gozan de muy buena calidad de vida debido a salarios superiores y horarios flexibles, los estudios revelan una realidad diferente: un gran porcentaje de estos perfiles sufren agotamiento mental, emocional y físico.

Según la consultora Gartner, el 50% de los especialistas en seguridad de la información cambiarán de puesto de aquí́ a 2025 debido al estrés laboral. En tanto, un sondeo global de IBM a expertos en ciberseguridad en empresas de todos los rubros detectó que el aspecto más estresante para estos especialistas es el sentido de la responsabilidad hacia el equipo de respuesta a incidentes o del cliente (18%), seguido por las expectativas de las partes interesadas (17%), el miedo de perderse algo o hacer algo mal (15%) y el rechazo a una recomendación de respuesta de la organización o cliente (15%).

Por otra parte, el 68% de los sondeados indicó que es común trabajar en dos o más ciberincidentes que se solapan. Esto se debe a un volumen creciente de ciberataques y la escasez de talentos en esta disciplina, un problema recurrente en todas las áreas de IT.

La prevalencia en el síndrome de burnout está llevando a las empresas a implementar acciones concretas. “Los casos registrados por burnout, estrés, ansiedad, depresión se han incrementado en un 18 por ciento, si comparamos con período prepandemia frente a 2023. Con algunos picos en la etapa de vuelta a la normalidad, que llego al 21 por ciento”, explica Climent, y reflexiona: “Más allá de estos indicadores, que pueden tener un subregistro, también es interesante analizar el efecto positivo que provoca dar visibilidad a los temas de salud mental. Históricamente, las mujeres eran las que consultaban por estar pasando por situaciones de estrés, y en la actualidad se ha equilibrado en ambos géneros”.

En Santander Argentina un 20,5% de los colaboradores son perfiles tecno, y para hacer frente al agotamiento mental cuentan con un servicio de asistencia en situaciones de crisis, gratuito y confidencial, que atiende 24/7, gabinetes psicológicos, tanto presenciales como virtuales, por donde pasaron 96 personas en 2023. Además, imparten talleres y charlas asociadas a la salud mental. En tanto, en IBM tienen disponibles certificaciones como el Mental Health Ally Badge, que busca incrementar el conocimiento sobre salud mental, disminuir el estigma en nuestra población hablando al respecto y permitir un involucramiento de los colaboradores para ayudarse unos a otros, conociendo las herramientas a las que tienen acceso y los datos en los que hay que poner atención en el día a día para ellos mismos y su entorno.

Más allá de estas iniciativas, Lichtensztein cree que para revertir el agotamiento mental “es clave el compañerismo y cuidarnos entre todos”. Y se explaya: “En mi equipo hacemos pausas y hay varias comunidades donde nos juntamos a hacemos yoga y meditación. También recibimos capacitación sobre salud mental, esto nos sirve para para entender las señales cuando un compañero tiene problemas. De esta manera, podemos informar al gerente”, observa.

Fabricio Rodríguez, tiene 36 años y es ingeniero en sistemas. Trabaja desde los 19 años en relación de dependencia, y actualmente se desempeña como Business Development Manager en BGH Tech Partner, una firma que brinda soluciones tecnológicas para organizaciones. “Conozco gente que se ha tenido que tomar licencias psiquiátricas prolongadas; incluso tengo un amigo, que trabaja en un centro de operaciones, que “quemó”, y retomó las actividades un año más tarde. Pero se fue al área de márketing, porque ya no estaba en condiciones de seguir desempeñándose en sistemas”.

Al igual Lichtensztein, Rodríguez cree que el compañerismo es crucial para evitar estos trastornos, y observa que es clave que los profesionales cuenten con habilidades sociemocionales. “En la empresa trabajamos por proyectos y en colaboración. En este contexto noto que las capacidades como la gestión del tiempo, la priorización de tareas y el trabajo en equipo son fundamentales”, detalla, y agrega que, debido a la escasez de talentos, estas destrezas pueden ser descuidadas por algunas empresas, que ponen el foco en las técnicas, lo que contribuye al burnout.

“El consejo clásico es encontrar un equilibrio entre la vida personal y laboral, pero yo prefiero enfocarme en lograr una armonía que permita que los aprendizajes personales y profesionales fluyan. Nutrir la inteligencia emocional a través de actividades como el ejercicio físico y el tiempo para uno mismo es esencial. Es crucial aprender a gestionar nuestras emociones en un entorno laboral tan exigente”, resume Rodríguez.