Ellas son mayoría. De espaldas, ascendiendo las escaleras, exhiben sus coloridos kimonos. Ellos son solo tres, pero también están vestidos elegantemente. Todos se dirigen a un mismo lugar, aunque se los vea avanzando en sentido contrario. A comienzos de enero, los municipios de Japón celebran el Día del Adulto. Los jóvenes de entre 18 y 20 años son convocados para festejar este cambio de etapa en sus vidas: de la edad de la inocencia a la edad de la experiencia. O al menos eso se supone, por más que a muchos les cueste abandonar ese estado original y otros ya hayan ingresado en el siguiente por distintas circunstancias. Más allá de cuán dispuestos estén a dar el salto, todos en esta ceremonia expresan su inmensa gratitud hacia los adultos que han cuidado de ellos para que puedan llegar a este momento de sus vidas. Reconocimiento más que loable y merecido, pero en general poco demostrado.