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La crisis de Canadá

Atraídos por su carisma juvenil y un mensaje político esperanzador, los votantes canadienses apostaron en 2015 por Justin Trudeau, líder del Partido Liberal, quien pasó a tener una mayoría de ...

Atraídos por su carisma juvenil y un mensaje político esperanzador, los votantes canadienses apostaron en 2015 por Justin Trudeau, líder del Partido Liberal, quien pasó a tener una mayoría de escaños en el Parlamento. Sin embargo, desde su ascenso al escenario mundial y, durante dos elecciones generales, Trudeau se ha convertido en un lastre para la suerte del partido.

Una serie de escándalos comenzó a horadar su gobierno: por caso, se descubrió que había violado las reglas federales sobre conflictos de intereses en el manejo de una investigación de corrupción. En 2020, recibió críticas por elegir a una organización benéfica vinculada a su familia para gestionar un importante programa gubernamental.

Más recientemente, su popularidad se vio golpeada por el aumento del costo de vida, la elevada inflación, la fuerte suba del precio de las viviendas y el empeoramiento de los servicios sociales, que muchos asocian con los altos niveles de inmigración promovidos durante años por el gobierno canadiense. Las promesas incumplidas, como una reconciliación genuina con los indígenas y una acción climática decidida, amplificaron el desencanto.

El tiro de gracia y, probablemente el hecho que desencadenó en menos de un mes este terremoto político, fue la elección del presidente Donald Trump para su segundo mandato en los Estados Unidos y su amenaza de imponer un 25% de arancel a los productos canadienses que ingresen en el territorio norteamericano si el gobierno no frena lo que el magnate estadounidense denomina un flujo de migrantes y drogas hacia su país.

Ello generó una terrible crisis dentro del partido gobernante, que terminó con la dimisión de la ministra de Finanzas y principal aliada, Crystal Freeland, siendo esta decisión el golpe definitivo que precipitó su renuncia. La salida del primer ministro canadiense simboliza no solo el fin de una era para su país, sino un cambio político-cultural en marcha en buena parte de Occidente: un rechazo a las políticas progresistas de las cuales era quizá la imagen más atractiva.

Es poco probable que el Partido Liberal nombre un nuevo líder antes de que Trump asuma mañana la presidencia. Trudeau seguirá en el cargo hasta que el partido elija a su sucesor. Las encuestas indican que el opositor Partido Conservador podría ganar las próximas elecciones generales con una ventaja significativa sobre los liberales.

Su líder, Pierre Poilievre, es el favorito para ocupar el puesto de primer ministro. Se trata de un conservador populista que desprecia al Banco Central, se abraza a las criptomonedas y ataca a los medios de comunicación. Sus propuestas prometen revertir muchas de las políticas progresistas de Trudeau.

En principio, las elecciones generales estaban previstas para el próximo otoño, pero se espera que la dimisión de Trudeau acelere el calendario. El nuevo gobierno tendrá que enfrentar desafíos inmediatos, como la inflación y las políticas migratorias.

El regreso de Trump al poder agrega una importante carga de incertidumbre a la compleja política canadiense. Dependiendo de quién asuma el liderazgo, Canadá podría adoptar una postura más conciliadora o más confrontativa hacia Washington.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/editoriales/la-crisis-de-canada-nid19012025/

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