En las primeras páginas de La riqueza de las naciones, en 1776, Adam Smith explicó los beneficios y los riesgos de la especialización, también conocida como división del trabajo, así como también el hecho de que el grado de especialización depende del tamaño del mercado. Lo hizo analizando la fabricación de alfileres. El referido principio también se aplica a las profesiones y ayuda a entender “cómo puede ser” que, en el siglo XXI, una persona graduada en economía no sea experta en criptomonedas.

Al respecto, conversé con el ruso Joseph Dorfman (1904 - 1991), quien cursó estudios en el Reed College y en la universidad Columbia, donde se doctoró en 1935. En Reed estudió con Clarence Ayres, y en Columbia con Wesley Clair Mitchell y John Maurice Clark. Mitchell, a su vez, había estudiado con Thorstein Veblen. Según Henry William Spiegel, estos cuatro economistas, con su perspectiva institucionalista, constituyeron las principales influencias sobre Dorfman, en la primera etapa de su carrera. Enseñó en Columbia desde 1931, hasta que se retiró, 40 años después.

-“Thorstein Veblen y su América”, su tesis doctoral, constituyó un hito.

-En su momento fue la única evaluación, en forma de libro, escrita por un economista moderno, que le prestó atención no solamente al contenido de los trabajos de Veblen, sino también al detalle bibliográfico, al clima de opinión contemporáneo, y al ambiente social y cultural del momento.

-¿No es irónico que el trabajo pionero sobre historia del pensamiento económico de Estados Unidos haya sido escrito por un inmigrante?

-Piense en la cuestión de los aportes de argentinos a la historia del pensamiento, en el español Manuel Fernández López; y en historia económica, en el cubano Carlos Federico Díaz Alejandro y el español Vicente Vázquez Presedo. Apliqué un enfoque holístico en El pensamiento económico en la civilización americana, obra en cinco volúmenes, publicada entre 1946 y 1959. La obra reseña de manera detallada el pensamiento económico desarrollado en Estados Unidos, desde el tiempo de la colonia hasta 1933. Para mí se produjo un quiebre en el énfasis durante la Guerra Civil: antes era el comercio, luego fue la industria.

-¿Cómo explicó Smith los beneficios y los riesgos de la división del trabajo?

-¿Cómo fabricaría yo un alfiler? Tomaría un cable de acero, cortaría una pulgada, afilaría uno de los extremos y remacharía el otro, de manera que en este último apareciera la cabeza y en aquel la punta. Ahora bien, observemos dos fábricas de alfileres, de igual tamaño, con iguales herramientas e idéntica dotación de personal. En la primera trabajan, Lidia, Gabriela y Cecilia y en la segunda Verónica, Silvia y Marcela. Todas fueron al mismo colegio, tuvieron los mismos profesores, y aprobaron las mismas materias. Es más, un sorteo dispuso quién iba a trabajar en qué fábrica.

-¿Cuál es la diferencia?

-En el primer establecimiento Lidia, Gabriela y Cecilia cada día toman sendos rollos de acero, cada una corta, afila y remacha. Es decir, cada una realiza todas las operaciones. Al final de cada jornada, cada una de ellas fabrica 8 alfileres (en total 24). En la segunda fábrica Verónica se pasa el día cortando el cable de acero, Silvia afilando una de las puntas de cada pedazo cortado, y Marcela remachando la otra punta. En esta segunda fábrica nadie, individualmente, fabrica alfileres. Pues bien, lo que observó Smith es que al final de la misma jornada, en una fábrica que cuenta con los mismos equipos pero que opera como lo acabo de indicar, el número de alfileres producidos no es 24 sino, digamos, 42. Este es el beneficio; el riesgo es que, si falta alguna operaria, en la primera fábrica la producción cae a 16 unidades, y en la segunda a ¡0!.

-Allyn Young complementó este análisis.

-En efecto, porque la economía de Adam Smith es pre manufacturera, por lo que los beneficios de la división del trabajo surgen del aumento de la destreza; mientras que en Young, quien escribió en 1928, derivan de las economías de escala, cuyo aprovechamiento depende del tamaño del mercado. Si Henry Ford hubiera fabricado pocos autos, no hubiera inventado la línea de montaje.

-Esto de la especialización también se aplica a la actividad profesional.

-Francois Quesnay fue médico personal de Madame de Pompadour, líder de la escuela fisiocrática y autor de la célebre Tabla económica, precursora del análisis de insumo producto. En aquella época las personas talentosas ejercían varias profesiones. Hoy, por el contrario, estamos en la super especialización, no solamente en economía.

-Ilústreme con otras disciplinas.

-Consulte a un cardiólogo, por un dolor que usted siente en el pie izquierdo; seguramente que lo enviará a un traumatólogo. Y si usted le dice: “pero cómo, ¿usted no es médico?”, sonreirá. Lo mismo ocurre con los abogados. Consulte a un especialista en derecho penal cómo reclamar una deuda que usted no consigue cobrar; seguramente que lo enviará a un abogado especializado en derecho comercial.

-¿Y en economía?

-Exactamente lo mismo. En la actualidad teoría de los juegos, economía de la regulación o diseño de mecanismos son especialidades que domina una minoría de la profesión. Cada vez hay más revistas técnicas, más especializadas. El Journal of economic literature, que hace un poco más de medio siglo nació para que la profesión se enterara de lo que estaba ocurriendo en algunos campos de estudio, en buena medida dejó de ser comprensible para el resto de los colegas.

-¿Cómo puede este conocimiento creciente e inevitablemente superespecializado, ayudar a la formulación de las políticas públicas?

-La acción se basa en una síntesis. Lo sabe cualquier ama de casa, a la hora de preparar la cena; lo sabe cualquier director técnico, a la hora de formar el equipo con el que sale a la cancha; y lo sabe cualquier presidente de la Nación, o ministro de Economía, a la hora de diseñar e implementar la política económica.

-¿Cuál es el rol de los conocimientos técnicos, desde el punto de vista decisorio?

-Importantísimo, pero no el único. Porque la acción concreta se nutre de consideraciones técnicas, pero también de restricciones políticas, institucionales, culturales, etc.

-La superespecialización dificulta el diálogo.

-Pero no lo imposibilita. Es importante la actitud con la que el superespecialista interactúa con quien tiene la responsabilidad decisoria. Los bibliotecarios, como quienes trabajan en las guardias de los hospitales, son ejemplos de actitud de servicio. Los ignoramos hasta que los necesitamos, y los volvemos a ignorar cuando nos solucionaron el problema por el cual, con urgencia y poca tolerancia, los contactamos.

-Don Joseph, muchas gracias.