Independiente y Defensa y Justicia siguen sin poder ganar, sin sacarse las dudas, sin pisar firme en la Liga Profesional. Y para demostrarlo, nada mejor que un 0 a 0, señal perfecta para indicar que los dos esperan el receso con los brazos bien abiertos.

El Rojo vive el inicio del torneo como si se tratara de una minipretemporada de transición. Afuera de la cancha está pendiente de la contratación de quién se hará cargo del plantel tras el regreso de la Copa América, y de juntar el dinero necesario para levantar las inhibiciones que, hoy por hoy, le impedirían reforzar el vestuario en el próximo mercado de pases. En el primer rubro, tras el fallido intento con Nicolás Larcamón, todas las fichas están puestas en Julio Vaccari, tercer técnico que en los últimos siete años haría el trayecto directo desde Florencio Varela hasta Avellaneda, luego de las experiencias de Ariel Holan y Sebastián Beccacece.

Adentro, Hugo Tocalli le da rodaje a los pibes, fiel a sus convicciones, al conocimiento adquirido por su condición de coordinador de las inferiores y al propósito del club de promocionar a los jóvenes con la ilusión de que sean la llave para remontar la empinadísima cuesta económica que condiciona cada paso. Los chicos -Santiago López, Diego Tarzia, Lautaro Millán, Santiago Salle…- aportan frescura y contagian entusiasmo, pero todavía es muy pronto para que su presencia impacte en el funcionamiento general, y el equipo no puede disimular las falencias que lo acompañaron casi todo el año.

Defensa y Justicia es el caso contrario. El conjunto de Varela tiene algo de lo que el Rojo carece: una línea de juego muy definida que puede modificarse en los matices, pero se mantiene inalterable en el fondo, no importa el apellido del entrenador. El Halcón pone la pelota contra el piso, busca sociedades en corto, amplía el ancho del campo y propone la búsqueda del área de enfrente como prioridad. Después, el resultado depende de los intérpretes, y los actuales no se parecen a los de momentos anteriores.

Aun así, con esas herramientas escasas, entre los dos pudieron armar una entretenida etapa inicial. Incluso pese a los múltiples choques e interrupciones que ofrecieron un dato concluyente: el tiempo neto de juego apenas superó los 21 minutos de los más de 50 disputados. Las emociones fueron dispersas -un remate de Nicolás Palavecino que Juan Manuel Fedorco salvó de cabeza en la línea, y un gol anulado por el VAR al propio Fedorco por un fuera de juego milimétrico de Gabriel Ávalos en el pase previo fueron las más destacadas-, pero la intención atacante de ambos mantuvo siempre el interés.

La segunda parte bajó el nivel. Todo fue peleado y confuso. En dos palabras: peor jugado. En ese contexto, hubo un rato para cada uno. En el tiempo del Rojo, Cristopher Fiermarín le tapó un mano a mano a Santiago López, un rayo a quien el exceso de velocidad por ahora le juega en contra a la hora de definir la mayoría de sus acciones. Cuando mejoró el local, Rodrigo Rey le ahogó el grito a Santiago Ramos Mingo, de lo mejorcito del encuentro, y Luciano Herrera pifió un remate a pocos pasos del arco.

El 0 a 0 del final le sentó mejor al partido que a las pretensiones de los protagonistas. Independiente y Defensa y Justicia siguen sin ganar, llenos de dudas, sin pisar firme. Uno espera que llegue un técnico nuevo; el otro acaba de estrenar uno (Francisco Meneghini). Los dos parecen jugar esperando que el receso les dé la oportunidad de barajar y dar de nuevo.