Facundo Arana: por qué necesitó alejarse, el recuerdo de su padre y el gran amor de su vida
Export AranaSu nombre es sinónimo de humildad, solidaridad y resiliencia. Es que, más allá de ese galán de telenovelas que supo traspasar fronteras y conquistar a varias generaciones a fines de...
Export Arana
Su nombre es sinónimo de humildad, solidaridad y resiliencia. Es que, más allá de ese galán de telenovelas que supo traspasar fronteras y conquistar a varias generaciones a fines de los 90, Facundo Arana se convirtió en el referente de muchos. Fue ese músico pelilargo que tocaba el saxo en el subte y que, con mucho esfuerzo y constancia, pudo alcanzar su sueño. Fue ese muchachito que, con perseverancia y optimismo, le ganó la batalla al cáncer y también, ese que, a través de desafíos y pruebas arriesgadas, siempre levanta la bandera de la solidaridad en pos de las causas más justas. “Tengo un oficio (actuar) pero cuando me voy a escalar o me voy a hacer algo que a mí me gusta poder hacerlo con una bandera que no me pesa nada y poder decir algo, me da alas”, le confiesa el actor a LA NACION, mientras repasa las distintas campañas a las que le puso el cuerpo a lo largo de estos años.
Si bien en el último tiempo Arana prioriza los proyectos que más tiempo le permiten estar con su familia, esta segunda mitad del año será bastante ajetreada para él. Mientras planea volver a la pantalla grande y repetir dupla con Gianella Neyra -una de las parejas de novela que fue furor a principios de los 2000 al frente de Yago, pasión morena- el actor y músico vuelve a subirse a las tablas con En el aire, una obra que estrenó hace 12 años y que es muy especial para él. “La presento siempre como la obra más linda del mundo porque creo con toda mi alma que lo es. Estoy muy orgulloso de hacerla”, confiesa quién se presentará todos los viernes de agosto en Paseo La Plaza.
-En el aire sigue siempre presente...
-Es un eterno amor. Ya tiene 12 años y no hay mucha gente que pueda tener en este oficio 12 años para trabajar con un texto y dejarlo, ir a hacer otras cosas y volver a agarrarlo con 40 y seguir haciéndolo después, a los 52. Es súper interesante lo que pasa, porque es como una semilla que se convierte en un pequeño tallo y después da un árbol que tiene sus frutos y En el aire pudo ver eso.
-¿Qué fue lo que te llamó la atención que dijiste: “yo quiero hacer esto”?
-Yo bajé del Everest muy lastimado en el 2012. Cuando llegué acá lo llamé a Javier Faroni y le dije: “Necesito inmediatamente ponerme a trabajar”. Javier es productor de teatro muy generoso y me dijo: “¿por qué no te tomas vacaciones, descansas de lo que te pasó?” y yo le dije que justamente no quería ni pensar en lo que pasó, que quería ponerme a trabajar porque empezaba a tomar conciencia de lo que había pasado y se iba a convertir en un tobogán hacia el abismo. Me entendió y me dijo: “tengo estas obras”. Y yo le dije que quería estar solo arriba del escenario. Que necesitaba un director y un autor y me dice: “tengo dos en uno” y me lo nombra a Manuel González Gil, que es como que te nombren a Messi cuando vos pedís jugar a la pelota. Manuel se iba a ir a México a dirigir y se quedó. Nos juntamos (no nos conocíamos personalmente) y bueno, empezamos a trabajar. Él tiene un pequeño teatro como un estudio para poder justamente experimentar y buscar. Tardamos cuatro meses en componer y ensayar porque la obra es muy compleja. Cuando salimos no paramos nunca más.
-¿Vos sabías lo que querías transmitir o solamente querías trabajar?
-Necesitaba trabajar. Ni siquiera era una cuestión de soledad. Necesitaba sanar cosas y el arte sana; eso lo tengo bien claro.
-¿Y sanaste rápido?
-Sí, rápidamente. Lo que pasa es que el amor que me quedó con En el aire es absolutamente mágico y permanente. Fue mi primera vez como actor de unipersonal y eso fue creciendo de una forma tan maravillosa. Para Manuel también pasaron 12 años y viene a ver la obra hoy y dice: “no cambies nada”. Es la nota perfecta de lo que En el aire quería tocar.
-Como actor te gusta interactuar con la gente, encontrarte. ¿Qué te pasa con esas devoluciones, con las historias que te encontrás?
-Muchas me nutren, algunas me enseñan, otras me conmueven, otras me interpelan y otras me obligan. A veces me piden un consejo que no sé dar y entonces lo único que podés dar es un abrazo. Pero un abrazo viene con muchas cosas aparejadas, porque lo único que podés dar es amor porque no conoces a la otra persona. Me dan devoluciones maravillosas sobre la obra y yo ya las espero porque sé lo que da la obra. Son ya 12 años que veo lo que le pasa a la gente, que ni bien termino la obra el público se para todo entero; es muy difícil poner de pie a la gente. El aplauso de entrada te lo regalan porque te conocen desde hace mucho tiempo, porque saben cuál es la historia de la obra entonces es un aplauso de mucho cariño. Ahora, el aplauso del final vos te lo tenés que ganar y eso es una regla. La ovación que se lleva En el aire a mí me llena de orgullo, me llena de felicidad, me llena de una alegría infinita porque yo buscaba la sonrisa en el alma, no la moneda en el bolsillo.
-Llegaste hasta Israel con esta obra…
-Fui a Israel y provocar eso en Israel, donde la gente habla en castellano también porque nos veían en las novelas es re fuerte, re lindo. Llenar salas en Israel, llenar en España. Llega un momento que ya no puedo más que agradecer y me dedico a agradecer. Además es lindo darte cuenta que podés agradecer con la misma intensidad con la que pediste y eso es muy lindo.
“Es por acá”-Siempre disfrutaste todo lo que hiciste porque sos un tipo que disfruta la vida pero, ¿esta profesión fue buena con vos?
-Maravillosa, maravillosa todo el tiempo. Nunca fue amarga conmigo. Es que el oficio jamás es amargo. Lo que pasa es que la realidad a veces acompaña lo que vos soñás y otras veces te sorprende. La vida dice: “Vos querías ir por acá, pero es para acá”. En mi caso fue hacia donde yo quería. Yo me conformaba con muy poquito pero, yo sé tirar solamente con toda mi fuerza, no sé tirar un poquito entonces tiré con toda mi fuerza y se ve que ese día había viento a favor. Realmente se fue tanto más allá de lo que yo soñé.
-Fueron proyectos que atravesaron pero además, te convertiste en esos actores que todos necesitábamos ver en las novelas…
-Aparte con qué compañeras, con qué compañeros. Cada elenco, cada director, cada productor, cada cámara, los sonidistas. Todas personas en las que no pensás cuando vos querés ser actor, cuando vos querés ser artista. No tenés la capacidad de pensar que te vas a encontrar con mucha gente que vas a seguir viendo a lo largo de la vida y eso es maravilloso.
-Elegiste proyectos que llegaron a cada rincón: Padre Coraje, Muñeca Brava… ¿Qué pasó después? ¿Dijiste mucho más “no” que “sí”?
-Te pasas diciendo que “no” cuando sentís que algo no te mueve, no te conmueve. Lo único que me puede gustar más que mi oficio (dejando de lado a mi familia y a mis afectos) es mi tiempo. Y mi tiempo no siempre va de la mano de mi oficio. A veces mi tiempo es subirme en la moto y perderme. O agarrar la casa rodante y perderme.
-Entonces decidiste que querías estar más tiempo en tu casa…
-A partir de que nos conocimos con Mery y nacieron los chicos (que nacieron súper seguidos), recuerdo que dijimos: “Bueno, tratemos de acompañar el crecimiento de los chicos, acompañémoslos, acompañémonos entre nosotros y que no nos vuelva loco la crianza de tres chicos al mismo tiempo” porque eran como trillizos. Pero tenemos mucha suerte con los chicos que nos tocaron y yo tuve mucha suerte con la compa que me encontré. Me llevé por delante a mi persona favorita en el universo, en esta y en todas las vidas entonces, no fue necesario mucho más.
-Pero tal vez fue esto de decir: “No quiero estar diez horas fuera de casa”
-Es que fue exactamente eso. Definitivamente el teatro ocupa un muy buen lugar en eso porque ensayas muy fuerte, pero después es desde la tarde hacia la noche entonces te permite un poco más la cuestión familiar. También fui afortunado en que todo lo más fuerte, lo que más me requería estar presente en un estudio ocurrió justo antes del nacimiento de los chicos y después cuando lo hacía era más un hobby.
-¿Y los chicos te ven arriba del escenario? ¿Te acompañan?
-Sí, me acompañan. Pocas veces en mi vida yo lo acompañé a mi viejo a ver como daba sus clases en la universidad y hoy me arrepiento. Fui una vez el día de mi cumpleaños porque sabía que mi viejo no tenía tiempo. Le caí en la UBA donde él estaba dando sus clases, toqué la puerta y le dije: “Hola papá, te vengo a saludar” y me dio un abrazo fuerte. Lo sorprendí mucho. Esas cosas las tengo para siempre en mi memoria. Me interesa mucho ser memorioso en esos casos. Yo me acuerdo del olor del perfume de mi viejo y de la textura de su piel en ese abrazo.
Nada pendiente-Recuerdo que compartiste el dolor de la muerte de tu papá a través de las redes sociales… ¿Cómo fueron estos últimos años sin él?
-Bueno, la vida fue muy generosa conmigo y parte de esa generosidad es haber tenido la suerte de que no me quedó una sola palabra por decirle a mi viejo. No me quedó un abrazo. El abrazo que no diste se queda afuera del cajón y mi viejo se fue al cajón con todos los abrazos, con todas las miradas, con todos los silencios. Lo voy a extrañar toda la vida, pero mi alma está en paz y yo sé que él se fue en paz porque no le quedó un solo abrazo ni con su compa de vida, ni con ninguno de sus hijos; no hay pendientes. Entonces lo puedo recordar con una sonrisa, incluso las cosas de las que él se lamentó y que yo quizá hubiera necesitado como hijo se fueron arreglando después con charlas entre adultos en el tiempo; él se ocupó de eso. Entonces yo no tengo otra cosa que un profundo agradecimiento. Y hoy repito con mi vieja. Nos reímos juntos, recordamos juntos con una sonrisa, con un llanto, pero con un mate en el medio y sabiendo que cada vez que nos vamos no queda una palabra pendiente, no hay un abrazo pendiente.
Facundo Arana recordó a Jorge, su papá, quien falleció en 2017 a los 81 años-Y vos… ¿Cómo sos como papá?
-Trato de estar a la altura. Un padre es todo lo que puede, yo soy todo lo que puedo con ellos. Mi viejo dijo: “Yo hubiera querido tener más tiempo”, entonces yo tomo nota de esas cosas porque cuando el que te lo dice es una persona de bien (y mi viejo lo era) y te habla con toda la experiencia de toda una vida hay cosas que prestar atención. “Estate tiempo con tus chicos porque crecen rapidísimo”, decía. Hoy mis hijos tienen 15 y 16 años.
-¿Sos el típico papá que agarra el auto y los lleva y los busca por todos lados?
-Con María somos eso, somos mucho de eso. Tienen mucha suerte los chicos con la madre que tienen. Es muy difícil hablar de uno como padre. Soy el mejor padre que puedo. Sé que muchas cosas hay que corregirlas, pero me ocupo de ir a estudiar lo que tengo que corregir y tratar de corregirlo, que ya es un montón. Y con eso voy. Nos vamos poniendo cancheros con el tiempo.
-En algún momento contaste que los chicos no iban al colegio y que lo hacían desde la casa para estar todos juntos, ¿es así?
-No ir al colegio no es estar desescolarizado. Hacen escolaridad virtual que no lo es tanto porque tienen tutores; hay muchas obligaciones. Lo arrancamos cuando ya eran grandes, para que lo social (el tema de los amigos) ya lo tuvieran resuelto. Estamos hablando de los últimos años de la escuela. No es lo mismo que cuando sos un diplomático o sos un militar, que está con distintos destinos. Esto es otra cosa. Nosotros lo tenemos atado más a que, por ejemplo, India compite y de golpe tiene competencias en lugares y vamos acompañando. Hacemos viajes en familia, hacemos viajes educativos entonces, te lo permite la tecnología que tenemos hoy. Hoy se hace todo mucho más fácil.
-¿Y cómo se organizan con los horarios?
-Tienen la misma rutina que en el colegio, solo que en casa. Es lo que elegimos y estamos muy felices de haberlo hecho. Y los chicos están súper contentos, sonríen.
Facundo Arana habló sobre la increíble dinámica familiar que tiene con su mujer, María y sus tres hijos-Es una familia de deportistas. ¿Cómo hacés con el tema de la moto? ¿Ellos andan en moto, los dejas, te da miedo?
-Hacen motocross. Si vos pensás lo que le pasó a Christopher Reeve con equitación, le decís a tu hija que no se suba a un caballo. Un día a una persona le cayó un balcón en la cabeza y yo veo que la gente camina por la calle sin mirar para arriba entonces, las cosas pueden pasar. Uno tiene que tratar de ir con cierta prudencia. Si vos agarrás una moto de motocross y te vas a una pista a girar y querés saltar y nunca anduviste en motocross y bueno… Pueden pasar cosas. Pero si aprendés de a poco y tenés un instructor… Yo puedo decirles: “Acá tenés un piano, ahí hay un violín, ahí tenés un arpa, ahí tenés un auto, ahí tenés una moto”, porque qué sé yo que les gusta. Pero que vean todo un mundo. Yo tenía la biblioteca de la ley y mi viejo me decía: “Lo que yo conozco y te puedo brindar con toda mi alma es mi apellido en el derecho” y mi vieja me decía: “Sé libre, se lo que quieras ser” (en voz bajita). Cuando le dije que quería tocar el saxo, me dijo: “Uy, bueno… Vamos a ver cómo le contamos a tu papá”. Y el viejo era de una época en que la felicidad iba de la mano de la seguridad, y la seguridad te la daba tener un oficio, una profesión que te diera de comer y que fuera una profesión más o menos segura. Era lo que él consideraba la mejor herencia que me podía dejar y lo aplaudo y le agradezco en el alma. En estas épocas es más “quiero que tu alma sonría y no me importa lo que hagas. No me importa si tenés que comer arroz el resto de tu vida, si sos feliz…”.
En plan “Ricardo III”-¿Y con la tecnología cómo te llevás?
- Me da paliza (risas) pero tengo mi Instagram. Me divierte publicar, me divierte compartir. Ya los chicos me dicen: “No, pá; no publiques esto”. Ya me empieza a tocar ser el viejo. “Habla como más hoy”, me dicen. Para ellos hablo como Ricardo III (risas).
-¿Quién de los tres es más así?
-¡Todos! Cada uno tiene su personalidad marcada, sus pasiones marcadas. Todos dicen lo que piensan, hacen lo que dicen. Me tienen lleno de orgullo.
-¿Y María?
-¡¿Qué te voy a decir de María?! María es el pilar fundamental de todo. Estamos juntos desde 2007. Cada uno tiene su independencia y me gusta mucho eso; estamos todos juntos e independientes. Es lo que yo aprendí, lo que fui viendo. Yo crecí con aquello de “la media naranja” y en la última parte de mi adolescencia alguien me dijo: “No, no, no, son dos naranjas que eligen andar juntas, o una naranja y un pomelo o una naranja y un elefante pero, eligen andar juntos”. Y me di cuenta que sí, que era por ahí. Entonces intento ir por ese lado.
-¿Sos consciente que tanto a vos como a María los años no les pasan? Seguís siendo el mismo galán (no sé si te gusta el término galán) que la gente veía en las novelas
-¿Por qué me va a molestar que me digan galán? Hoy podría ser un galán maduro, un galán mayor con todo el orgullo. Tengo los mejores recuerdos y además, no cualquiera puede ser galán. No cualquiera se banca todos esos años de una tira tras otra protagonizando como galán.
-¿Te cuidabas mucho para serlo?
-Sí, había que cuidarse porque llegabas y era: “Yago está en cuero caminando por el cuarto”, así que había que entrenar. Padre coraje se sacaba la sotana y estaba con un lomo tremendo. Me divertí mucho y además entrenar hace muy bien.
-¿Qué te quedó de esa época de galán?
-El color de los ojos (risas). Entreno porque me gusta estar listo para poder decir: “Me voy a escalar”. Mis rodillas están bien, mis piernas están bien, estoy en un buen estado aeróbico, mi cabeza está bien entonces puedo ir. Conforme va pasando el tiempo, va siendo muy importante la calidad de vida que uno va logrando pero por lo que hizo. Yo dejé de fumar a los 40 porque no quería estar a los 50 teniendo que pensar en qué respirador me voy a poner. Escuché cuando Sandro en la última parte de su vida, decía: “Miren como estoy, dejen de fumar”. No puedo creer cuando en los quioscos todavía veo que gente vende puchos. Los deberían prohibir. La gente que hace tabaco (el que fabrica los cigarrillos) le debería dar primero de fumar a sus hijos y después venderlo. Yo fumé muchos años, no lo hagan.
Facundo Arana habló sobre la importancia de hacer ejercicio y recordó la importancia de no consumir tabaco-Recién hablabas de la salud y por suerte estás bien pero te escuché hacer como una especie de descargo sobre lo que a veces se titula en los medios…
-No fue un descargo, fue una puesta a punto. Tuvimos una charla muy maravillosa con María Laura Santillán que de golpe viró hacia la necesidad y la importancia de chequearse, de llegar al médico con la tarea hecha. Y a partir de eso, hubo determinados portales que son muy replicados que empezaron a decir: “La trágica noticia que conmueve al mundo del espectáculo sobre la salud de…”, “El nuevo tratamiento y radioterapia…”. Ponen la radioterapia como parte del título y son cosas muy graves. Hay gente que está viviendo momentos muy delicados y no vale todo por un clic. Entonces me parece que una cosa es la información (entiendo el amarillismo, hace muchos años que estoy en esto) y otra cosa es preocupar a todo el mundo.
-¿Y se preocuparon?
-La gente que me conoce, sobre todo mis amigos me llamaron diciendo: “Che, ¿qué pasa?”. Porque no todo el mundo toca el clic para entrar a ver la nota y te llaman directamente porque se angustiaron. Pero independientemente de eso, tiene que haber un límite. Hay que correr un poquitito más el límite porque a veces se pasa un poco. Y en las cuestiones que tienen que ver con salud, el mensaje es: la detección temprana te puede salvar la vida. El título es ese, no la porquería de “El mundo del espectáculo conmovido por lo que le pasa a...” No, no, momento, no me pasa nada. Estoy haciendo detección temprana con las lesiones que me van saliendo que son porque tomé mucho sol a lo largo de toda la vida y tengo la piel sensible por los tratamientos que hice. Entonces, no fue un descargo, fue un: “Chicos, por favor… Tengan mesura con estos temas, tengan prudencia con estos temas”. Ya no estamos en una época donde se da vuelta el cadáver de una persona conocida para sacarle la foto de cara. Estamos en otra época.
-Vos abrazas todo el tiempo causas que el otro necesita… ¿es por todo lo que te fue pasando en la vida relacionado con la salud?
-Probablemente. Ya no lo puedo saber porque todo lo que te pasa cuando sos chico o muy chico te va puliendo. Son vientos que te van tallando, eso es inevitable. Ahora lejos de vivirlo como una mochila, lo vivo como alas. No son una mochila que pesa, son alas que me permiten volar mejor. Y respecto de las causas, yo tengo un oficio (actuar) pero cuando me voy a escalar o me voy a hacer algo que a mí me gusta poder hacerlo con una bandera que no me pesa nada y poder decir algo que no tiene que ver con solidaridad, sino que tiene que ver con sentido común, yo siento que me da alas. Nuestro oficio es algo pasajero pero mientras la gente te vea, digamos: “che, detengámonos en esto. ¿Te chequeaste? ¿Hace mucho que no te chequeas? ¿Tenés un médico clínico que sea tu número cinco en la cancha, a quien visitar una vez por año?” Porque cuando sos chico parece que sos inmortal, pero así como al auto lo llevas cada 10.000 kilómetros al taller a que le hagan el service bueno, este sería como nuestro service. Este año la campaña de donar sangre la hicimos desde la Fragata Libertad.
-Seguramente hay gente que te para en la calle y te dice que donó sangre por vos…
-Sí, me pasa un montón y es un honor muy grande. ¿Sabes por qué? Porque yo no puedo donar sangre. Entonces que el otro pueda donar es súper importante.
-Además del teatro, ¿se viene algo en tele o en cine?
-A fin de agosto voy a filmar con Gianella Neyra, que está produciendo cine y es una locura. Con ella hicimos Yago en 2001. En Perú es una súper estrella y se puso a producir cine. Vamos a filmar en Chile. Ella va como productora y como actriz ahora. Y también me voy con Telefe a hacer una cosa que tampoco puedo adelantar, pero son cosas que fueron saliendo y que las voy disfrutando mucho en el camino. Soy embajador de Catamarca, entonces grabamos cosas para Catamarca, trabajo con marcas con las que hacemos contenido también. Son muchas cosas que se corrieron de una novela o del teatro. Ahora estoy haciendo muchísimas cosas, pero siempre con la pata puesta en mi casa.