El obispo Oscar Ojea destacó los valores de “la transparencia y la rendición de cuentas”
El obispo de San Isidro y presidente del Episcopado, monseñor Oscar Ojea, destacó los valores de “la transparencia, la rendición de cuentas y la rectitud en los procesos”, en la misa de aper...
El obispo de San Isidro y presidente del Episcopado, monseñor Oscar Ojea, destacó los valores de “la transparencia, la rendición de cuentas y la rectitud en los procesos”, en la misa de apertura de la última asamblea plenaria de los obispos, que se desarrolla hasta el viernes en Pilar y en la que se renovarán las autoridades del organismo para el período 2024/2027. Pidió, en sintonía con las enseñanzas del papa Francisco, ser “servidores de los más pequeños del pueblo”.
“Quien preside la comunidad tiene que ser irreprochable, como buen administrador de la casa de Dios”, resumió Ojea, al reflexionar sobre un texto del apóstol San Pablo, que relacionó con las conclusiones del reciente Sínodo de Obispos que el Papa encabezó en el Vaticano.
La asamblea del Episcopado se extenderá hasta el viernes en la casa de retiros El Cenáculo, de Pilar, con la participación de un centenar de obispos que elegirán por voto directo la conducción y el rumbo de la Iglesia argentina para el próximo trienio. Los arzobispos Angel Sixto Rossi (Córdoba), Jorge Ignacio García Cuerva (Buenos Aires) y Vicente Bokalic Iglic (Santiago del Estero) asoman entre los principales candidatos para integrar la nueva comisión ejecutiva. También se menciona al actual vicepresidente primero del cuerpo y arzobispo de Mendoza, Marcelo Colombo.
Además de los miembros de la comisión ejecutiva, los obispos elegirán los presidentes e integrantes de 22 comisiones, entre ellas varias consideradas estratégicas, como la de Pastoral Social, que en los últimos siete años fue conducida por el obispo de Lomas de Zamora, el jesuita Jorge Lugones.
La votación de los obispos comenzará al caer la tarde de este martes -o a más tardar el miércoles-, luego de un retiro que predicará el cardenal Luis Villalba, arzobispo emérito de Tucumán. En la asamblea se designarán, también, los presidentes y los integrantes de las comisiones ejecutivas y el encuentro concluirá el viernes al mediodía con una misa en la basílica de Luján.
“”Traemos para poner delante del Señor en esta Eucaristía al terminar el año nuestra acción de gracias por tantos bienes recibidos en nuestra vida y ministerio. Llevamos también en el corazón el clamor de nuestro pueblo a quien servimos y su sincero deseo de paz y de justicia en este tiempo tan delicado de nuestra convivencia social”, expresó monseñor Ojea en la homilía de la misa de apertura.
El presidente del Episcopado habló sobre las situaciones de “escándalo”, cuyo significado etimológico es “piedra de tropiezo”. Y precisó: “Es una piedra en el zapato que no nos deja avanzar, que nos detiene y paraliza”.
Afirmó que “el escándalo hiere la vulnerabilidad del Pueblo de Dios, muchas veces destruyendo esperanzas e ilusiones”. Y añadió: “Es provocado por la falta de coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos, entre nuestra predicación y nuestros actos. El sínodo ha remarcado la importancia de esta coherencia de vida para la formación sacerdotal”, enseñó Ojea, frente a los desafíos planteados.
Ojea se refirió, además, a los problemas de “abusos de distinto tipo”, en alusión a situaciones de escándalo que se dan también en la Iglesia. Y afirmó que “la atención y el cuidado son las concreciones de la caridad: quien ama cuida, presta atención”.
“La transparencia que nos pide hoy la Iglesia es una ayuda para cumplir nuestra misión, no un control que nos oprime o nos abruma. Por el contrario, es una gran ayuda que facilita nuestro ministerio y lo mejora. El cuidado es una profecía en medio del descuido y del descarte, en un mundo donde la vida no se valora en tantos aspectos”, dijo el obiso de San Isidro.
El titular del Episcopado habló, además, de la necesidad de pedir perdón. “Un obstáculo importante para perdonar aparece cuando nos quedamos atrapados en nuestras heridas y nos detenemos a restregarnos en ellas repitiendo con el pensamiento aquello que nos lastimó”.
Dijo que esa actitud impide “tomar la distancia necesaria para perdonar, nos instala en el pasado y bloquea nuestros vínculos, impidiéndonos avanzar”. Y animó a mostrar “respeto y cuidado para no volver a dañar a quien herimos y ofrecer el espacio de la reparación”.