El Día Internacional de los Ovnis, celebrado este 2 de julio, es una jornada dedicada a recordar y explorar los misterios que rodean a los objetos voladores no identificados. La conmemoración está vinculada a varios eventos históricos, pero uno de los más significativos es el avistamiento de Washington presenciado por Kenneth Arnold, un piloto privado, el 24 de junio de 1947. Esta es su historia.

Kenneth Arnold y un avistamiento que le cambió la historia

El piloto privado, con más de 4000 horas de vuelo registradas y miembro de una unidad de búsqueda y rescate de Idaho, despegó de Chehalis, Washington, el 24 de junio de 1947. Su destino era un espectáculo aéreo en Pendleton, Oregón, con una escala prevista para repostar en Yakima, Washington. El cielo estaba despejado y los vientos eran suaves, condiciones ideales para volar en su monomotor CallAir A-2.

De acuerdo con el Museo Nacional del Aire y el Espacio, ese día, mientras buscaba un avión de transporte Curtiss C-46 Commando del Cuerpo de Marines de Estados Unidos que se había estrellado con 32 marines a bordo, Arnold experimentó algo que cambiaría su vida y la percepción del mundo.

Poco antes de las 15 hs, a unos 32 kilómetros al oeste del monte Rainier, vio un destello brillante al noreste. Al principio, pensó que se trataba de la luz reflejada en el ala de un avión militar. Sin embargo, al observar más detenidamente, se dio cuenta de que no era un solo objeto, sino nueve objetos brillantes que volaban en formación escalonada.

El experimentado piloto describió los ovnis (objeto volador no identificado) como circulares y sin cola discernible. Estos giraban, se inclinaban y se movían de un lado a otro. Calculó que volaban a una velocidad impresionante de aproximadamente 1200 mph, el doble de rápido que cualquier avión conocido en aquella época.

La historia del avistamiento presenciado por Kenneth Arnold rápidamente llegó a los medios de comunicación. Al día siguiente, el piloto compartió su experiencia con los periodistas Bill Bequette y Nolan Skiff del periódico East Oregonian.

La descripción de estos objetos por el hombre fue de “platillo volador” debido a que se movían como si golpearan el agua. Aunque el término “ovni” (objeto volador no identificado) se utilizaría una década más tarde, la idea de los “platillos voladores” se había arraigado profundamente en la cultura popular.

Kenneth Arnold se convirtió en una figura mediática y su historia sigue como uno de los eventos más debatidos en la historia de la ufología. A lo largo de los años, miles de personas en todo el mundo han reportado avistamientos similares, lo que ha alimentado teorías y especulaciones sobre la existencia de vida extraterrestre y la naturaleza de estos fenómenos.

El origen del Día Internacional de los Ovnis

El 2 de julio se celebra el Día Internacional de los Ovnis, no solo por la historia de Kenneth Arnold, sino también por otro evento significativo en la ufología: el incidente de Roswell. En 1947, el mismo año del avistamiento visto por el piloto privado, un objeto misterioso se estrelló cerca de Roswell, Nuevo México. El ejército estadounidense afirmó que se trataba de un globo meteorológico, pero muchos creen que era una nave espacial extraterrestre.

El incidente de Roswell atrajo una gran atención y dio lugar a numerosas teorías de conspiración. Algunas personas creen que el gobierno ocultó pruebas de vida extraterrestre y que el Área 51 en Nevada es el epicentro de estos encubrimientos. Este incidente sigue como un punto de referencia en la cultura popular y en la investigación de ovnis, lo que mantiene vivo el interés por los misterios del universo.

La importancia del Día Internacional de los Ovnis

Este día se estableció para aumentar la conciencia sobre los objetos voladores no identificados y fomentar el pensamiento sobre la posibilidad de vida extraterrestre. Esta fecha invita a las personas a reflexionar sobre los misterios del universo y a considerar la vasta cantidad de avistamientos reportados en todo el mundo.

Aunque los ovnis siguen como un enigma sin resolver, su impacto en la cultura y la ciencia es innegable. La historia de Kenneth Arnold y el incidente de Roswell son solo dos ejemplos de cómo estos fenómenos han capturado la imaginación de la humanidad.