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Cuándo y cómo evolucionaron los besos en los humanos: una nueva teoría científica vincula su origen con los primates

Una investigación tiene la premisa de que ...

Una investigación tiene la premisa de que los besos entre humanos, una expresión íntima y cultural de amor, podrían tener su origen en conductas heredadas de los grandes simios ancestrales. Según este análisis, los primates empleaban los labios y la succión en sus rituales de acicalamiento, un acto que evolucionó y que las personas conservaron y adaptaron, con un significado más simbólico y afectivo.

El beso en la historia: de Mesopotamia a la modernidad

Los orígenes del beso como expresión afectiva podrían rastrearse hasta Mesopotamia, hace aproximadamente 4500 años. Esta afirmación se basa en el análisis de miles de tablillas de arcilla recuperadas de las civilizaciones que florecieron entre los ríos Éufrates y Tigris, en las actuales regiones de Irak y Siria, según un estudio publicado por el medio británico Independent.

Las imágenes talladas en esas tablillas, de parejas besándose, revelan que ya en ese entonces el beso era considerado una muestra de intimidad romántica. Este descubrimiento es una de las primeras evidencias históricas de que los humanos se besaban para conectar emocionalmente y expresar sentimientos en la antigüedad.

Hipótesis previas sobre el origen del beso y la herencia de los primates

El estudio “El origen evolutivo del beso humano”, publicado por la revista científica Antropología Evolutiva, revisó las distintas hipótesis que podrían explicar cómo surgió este comportamiento en nuestra especie.

Una teoría plantea que el beso podría haberse desarrollado a partir de comportamientos de cuidado, como la premasticación de alimentos. En esta práctica, los cuidadores masticaban la comida antes de pasarla a los bebés, lo cual habría facilitado una forma de contacto boca a boca.

Otra hipótesis sostiene que el beso evolucionó como un mecanismo para evaluar la compatibilidad de una pareja potencial, donde el contacto bucal permitiría a los individuos evaluar el estado de salud del otro mediante el intercambio de muestras orales.

En tanto, este estudio plantea una tercera hipótesis que conecta el beso humano con el “beso final del acicalador”, una práctica observada en los simios. Este ritual de aseo en los grandes simios incluye un contacto con los labios y una ligera succión que permite eliminar residuos o parásitos.

“El comportamiento social de los grandes simios sugiere que el beso es probablemente la última etapa conservada del contacto bucal de un episodio de acicalamiento, cuando el acicalador succiona con los labios salientes el pelo o la piel del animal acicalado para atrapar restos o un parásito”, afirman los investigadores.

A medida que los humanos evolucionaron hacia una menor cantidad de vello corporal, esta acción habría perdido su relevancia higiénica, pero se mantuvo como una “acción vestigial”, que luego adoptó un nuevo propósito en las relaciones humanas.

El beso, como símbolo de confianza y afiliación

Los investigadores recomiendan que lo que comenzó como una conducta de limpieza en los simios se transformó en una manifestación de confianza. “Lo que alguna vez fue un ritual que requería mucho tiempo y trabajo para consolidar y fortalecer lazos sociales estrechos se fue comprimiendo gradualmente hasta que el beso final de un acicalador se convirtió en un símbolo cristalizado de confianza y afiliación”, explican.

Según los científicos, esta “acción vestigial” acabó cristalizándose como una expresión de amor y vínculo social, transformándose en uno de los gestos más simbólicos y universales en la interacción humana.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/estados-unidos/cuando-y-como-evolucionaron-los-besos-en-los-humanos-una-nueva-teoria-cientifica-vincula-su-origen-nid02112024/

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