Crearon su jardín con un concepto productivo, regenerativo y experimental
Sebastián Leonel Ojeda y Bárbara Gonzalez Iglesias crearon su jardín en Cañuelas como un cottage garden pampeano. De base naturalista, donde se suceden parches productivos y otros regenerativos...
Sebastián Leonel Ojeda y Bárbara Gonzalez Iglesias crearon su jardín en Cañuelas como un cottage garden pampeano. De base naturalista, donde se suceden parches productivos y otros regenerativos, su espacio es un centro de experimentación. También, un hogar y una forma de hacer paisajismo.
La idea primordial de esta pareja de ingenieros agrónomos fue crear un jardín biodiverso, productivo, que los elementos se ensamblaran de manera fluida con la casa con rasgos de bioarquitectura y que permitiera un uso inteligente de los recursos.
“Mi conexión con el jardín empezó antes de que tuviera memoria, todas mis fotos de niño son entre las plantas”, cuenta Ojeda. Por su parte, Bárbara vivía en un departamento en pleno Caracas, pero siempre fue sumamente curiosa y observadora de la naturaleza que la rodeaba. Luego ambos estudiaron ingeniería agronómica. Ahí comenzaron la vida juntos y desarrollaron su carrera en el área del paisajismo, vivero y gestión de espacios verdes.
Ojeda, además, se declara como fanático y coleccionista de suculentas. ¿Cuándo las descubrió? “De niño tenía una enciclopedia de la naturaleza y las láminas de las plantas del desierto me hipnotizaban, me parecían increíbles. Un día mi mamá me llevó a comprar un pez a casa de unos vecinos japoneses y, espiando su pequeño invernadero, encontré muchas de las plantas que veía dibujadas en el libro. Quedé deslumbrado y desde ahí comenzó la búsqueda de tesoros”, cuenta. Incluso, uno de esas suculentas terminó en su colección. Tiempo después comenzó con la siembra y a crear sus propios cruzamientos.
¿Cómo definirían su jardín?
Es un jardín donde la espontaneidad es valorada. Este jardín somos nosotros, es nuestro nido y el escenario de nuestra vida.
¿Qué había en el terreno?
Una pastura de alfalfa, una antigua cortina de eucaliptos mutilados por una mala poda y dos pequeños talas que hubo que defender.
¿Cómo fueron surgiendo los espacios?
De la lectura del terreno, del diálogo con la casa y de las necesidades. La casa sale al jardín con galerías, un patio de grava y la circulación a la huerta y vivero. Este sector del jardín tiene un fuerte elemento constructivo que lo alinea con la casa y prioriza la comodidad para circular porque gran parte de nuestra vida transcurre en el jardín que también nos alimenta.
“Si algo lleva mucho trabajo no es sostenible, así que lo cambiamos o se elimina. En algún momento el sector de más trabajo era la huerta, pero este año construimos bancales y se volvió mucho más amable.”
Pero el corazón de nuestra casa es un jardín de invierno que vemos desde todos los ambientes y allí cultivamos las especies más delicadas. Más allá, las líneas se vuelven curvas y quedan definidas por los sectores de pasto corto y pradera. Dentro de la pradera se acomodan el montecito frutal, aprovechando la esquina con mejor suelo, el sector de sombra bajo los eucaliptos y espacios de regeneración donde plantamos autóctonas, pero muchas empezaron a aparecer solas luego de años de cortes estratégicos. El área naturalmente baja se profundizó y dio lugar a la laguna que hoy está integrada visualmente a la biopiscina. Más atrás, el corral donde las llamas son las jardineras. Todo el jardin se hizo respetando los niveles naturales y solo se compró un camión de tierra.
¿Cómo combinan las suculentas para tenerlas en su jardín?
El desafío es elegir las correctas para nuestro ambiente: la resistencia al frío es excluyente. No son muchas las especies que toleran el invierno en las afueras de Buenos Aires. En cuanto al suelo, el nuestro es arcilloso, no apto para suculentas cultivadas al aire libre. Debemos plantar con una gruesa capa base de material drenante y por encima el sustrato bien poroso. Ubicarlas más arriba, como en una loma, colabora con el desagüe, también asociarlas a gramíneas y herbáceas que consuman el agua.
¿Cómo es el mantenimiento del lugar?
Podría decirse que cuidamos el descuido. Tratándose de un jardín de gran superficie buscamos minimizar los espacios de pasto corto. Una buena parte es pastoreada por las llamas y, el resto, es tratada como pradera que eventualmente se interviene con plantaciones. En los canteros el diseño de plantación busca minimizar la necesidad de riego. Principalmente regamos en el año de implantación y usamos cobertura de hojas secas. Aseguramos un abonado de fondo con compost y cama de caballo de las caballerizas locales. La huerta y los canteros se riegan con agua de recambio de los estanques con peces koi, así que se transforma en fertiriego. Hacemos fuertes intervenciones en otoño e invierno, cuando se desmalezan y reestructuran los canteros, se podan y limpian sectores de los que obtenemos materiales para mulching, leña y compost. Durante primavera y verano se deja ser, no somos muy exigentes.
¿Alguna sorpresa que les dio la naturaleza?
La fauna que llegó con la laguna y las autóctonas, muchas aves acuáticas, mejillones, tortugas y pajaritos que antes no venían. Nos da la pauta de que vamos por buen camino.
¿Algún proyecto futuro para el jardín?
Dos importantísimos: un aula para dar cursos y talleres; y la casa en el árbol para toda la familia, ya las niñas la están reclamando.