Creada por un suizo. La icónica golosina uruguaya cumple 60 años: nunca pudo hacer pie en la Argentina pero se producen millones
Paul Ricard nació en Suiza, pero vivió gran parte de su vida en Uruguay, país al que emigró a mediados del siglo XX. Allí fundó una chocolatería, que pronto se transformó en marca de golosi...
Paul Ricard nació en Suiza, pero vivió gran parte de su vida en Uruguay, país al que emigró a mediados del siglo XX. Allí fundó una chocolatería, que pronto se transformó en marca de golosinas, que atravesaría generaciones. Tan seguro estaba de su éxito que la bautizó con su apellido: Ricard. Sin embargo, la explosión de su marca llegaría diez años más tarde y de la mano de otra persona...
Ya en la década del 60 llegó a Uruguay otro emigrante suizo, Hans Eichin. En realidad, su destino original era la Argentina, adonde había sido enviado por la compañía Chocolat Suchard para abrir el primer local y desarrollar el negocio en la región. Sin embargo, poco después de su arribo a Buenos Aires, el amor torció sus planes: Eichin se enamoró perdidamente de una joven uruguaya y renunció a su trabajo en la chocolatería suiza para radicarse del otro lado del Río de la Plata.
Lo primero que hizo al llegar a Montevideo, como todo inmigrante, fue buscar a sus paisanos, a otros suizos para que lo ayudasen a abrirse camino en esta nueva vida. Así conoció a Ricard. Además de la nacionalidad y el idioma, tenían un interés en común: el chocolate. Se hicieron amigos al instante. Al poco tiempo de estar en Uruguay, Eichin juntó sus ahorros, le hizo una oferta irresistible a su compatriota y le compró el negocio. Ricard aceptó encantado.
Eichin conocía todas la recetas de Suchard, que producía principalmente turrones, barras y tabletas de chocolate. Las sumó al catálogo de la chocolatería Ricard. Pero luego se propuso reproducir un postre clásico europeo, un bombón relleno con forma de cono hasta entonces desconocido en América. Como fue su primera creación en la chocolatería, lo bautizó con el nombre Ricard, pero en diminutivo, como si fuese un hijo: Ricardito. Ese fue el nacimiento de la golosina más emblemática del Uruguay.
El Ricardito, según su histórico spot publicitario, es “chocolate por fuera, merengue de corazón”. Es, en definitiva, un bombón relleno. Distintas fuentes relatan que los primeros postres de ese estilo fueron creados en Dinamarca, hace más de 200 años. El primero fue llamado flødebolle, que en danés significa “bollo de crema”. Es un bombón esponjoso, pequeño y cubierto en chocolate que enorgullece a los daneses. Es bajo en grasas y está elaborado con ingredientes simples y clásicos como chocolate y claras de huevo, sin saborizantes, colorantes ni conservantes artificiales. En Dinamarca, un país de 5,9 millones de habitantes, se producen actualmente 2,5 millones de unidades diarias.
Pero esa no es la única teoría sobre el origen de estos postres. La historiadora danesa Annette Hoff, autora del libro Historia del chocolate en Dinamarca, asegura que en realidad la receta fue creada en Escocia y precisa el año: en 1895.
Lo cierto y comprobado es que la industrialización de este tipo de producto se produjo a comienzos del siglo XX. Por entonces, la chocolatera danesa Elvirasminde empezó a elaborarlo en serie, en el año 1905. Prácticamente al mismo tiempo se registran producciones smilares en distintas partes del mundo: la compañía canadiense Viau había lanzado conos de merengue bajo la marca Empire, la chocolatera neerlandesa Buys creó los Zoenen y la italiana Bulgari presentó sus Bulgarinos.
El primer registro del postre en América, también a principio de siglo XX, fue en los Estados Unidos: lo produjo Nabisco y lo llamó Mallomars. Al sur del continente recién llegaría en la década del 60, de la mano de Hans Eichin, dueño de Ricard, con su ya clásico Ricardito.
El éxito de la versión uruguaya fue prácticamente instantáneo. Sin embargo, en sus más de 60 años de historia pasó por todo tipo de turbulencia. La marca y su producción cambió varias veces de dueño y, durante breves períodos, Ricardito se dejó de producir. La última pausa fue hace poco, entre mayo de 2023 y mayo de 2024.
Hoy Ricardito vuelve al mercado de la mano de la empresa chocolatera Haas, de origen uruguayo. Gerardo Lapetina, su gerente, es un estudioso de la historia del Ricardito. Es quien trajo de nuevo a escena al nombre de Paul Ricard, olvidado en la mayoría de las crónicas periodísticas, que aseguran que Hans Eichin fundó Ricard.
-Gerardo, ¿cuándo empezó la producción del Ricardito en Uruguay?
-En la década de 1960. La fábrica estaba en Montevideo, tuvo diferentes locaciones. Tengo entendido que luego, Ricard fue adquiriendo otras fábricas más chicas.
-¿Cuándo fue que el Ricardito se hizo famoso en el Uruguay?
-Hacia la década de 1980, empezó a tener una producción muy importante. Y ahí nació su lema: “Chocolate por fuera, merengue de corazón”. También se filmó un comercial muy famoso, con un jingle que todo uruguayo puede reconocer. Sin embargo, en esos años, también nació algo de competencia. Mientras Ricardito ganaba protagonismo, aparecieron otros grandes como la italiana Pernigotti y Saint Hermanos. Esas dos, junto a Ricard, se posicionaron como las más fuertes del país en el rubro.
-¿Y qué cambió? En los 90, parecía que el Ricardito iba a desaparecer.
-Las décadas de 1980 y 1990 habían sido fuertes en ventas, para las 3 compañías. Pero cuando se creó el Mercosur, se bajaron los aranceles y el mercado de las golosinas, que era bastante protegido, tuvo que abrirse a marcas que venían de afuera, marcas muy competitivas. Para protegerse, Ricard tuvo la estrategia de comprar otras empresas, creyendo que así tendría más bajo su ala. Pero no le fue bien. Saint, Ricard y Pernigotti se fusionaron, pero no les fue suficiente para avanzar financieramente. Entonces, van a remate. A Ricard la compra Juan Carlos Núñez, dueño de la empresa Plucky. Y Plucky lo lanza al mercado, con otra impronta. Le renueva el envoltorio -que antes se hacía a mano-, lo hace más industrial. Y empieza a fabricar entre 3 y 4 millones de unidades al año.
Bajo el ala de Plucky, se hizo el intento de introducir el “Ricardito” en la Argentina, pero sin éxito. “Lo habíamos exportado a Chile con buen suceso, pero la Argentina siempre fue un mercado difícil por las políticas de importación”, dijo entonces Juan Carlos Núñez a El Cronista.
De Plucky a Bimbo... y luego a HaasEn el año 2008, la marca Plucky fue adquirida por Bimbo. Por ende, Ricardito también. La compañía mexicana tomó a Ricard como su línea de confitería y buscó masificar el Ricardito todo lo posible. Creó distintas versiones del clásico postre, con rellenos de caramelo, de tiramisú... También hubo ediciones especiales, como la de la Selección Uruguaya, que fue promocionada por Edinson Cavani. En este caso particular, la golosina no era merengue, sino “celeste de corazón”.
Bimbo elaboró el Ricardito ininterrumpidamente hasta 2023, cuando sus directivos tomaron la decisión de no comercializarlo más. “Definió como estrategia corporativa salir del negocio de la golosina y siguió esa tendencia a nivel global”, dice Lapetina.
Ricardito quedó “huérfano”, cesó su producción y los 62 empleados de la planta quedaron sin trabajo. Su repentina desaparición de los kioscos no pasó desapercibida. La vuelta del postre empezó a ser reclamado por la gente, mayoritariamente en redes sociales, a través de memes y mensajes nostálgicos. Si algo había para el Ricardito, entre tanto viento en contra, era demanda.
Con ese empuje popular, en noviembre de 2023 la empresa chocolatera Haas adquirió la marca Ricardito para darle una nueva vida. En abril de este año lo confirmaron a la prensa: “Vimos la oportunidad de no dejar morir una marca icónica, que es de todos los uruguayos. La oportunidad de relanzar en el mercado una golosina que está en nuestra idiosincrasia”, dice Lapetina.
-¿Este Ricardito será igual al de siempre?
-Vuelve con una receta renovada: a su clásico merengue italiano se le agrega una cobertura hecha de puro chocolate Haas, el cual consideramos que es el mejor chocolate del mundo (ríe). Ese es nuestro aporte. A su vez, siguiendo la línea de todos los productos de la empresa, esta edición trae la novedad de ser apta para celíacos. Creemos que logramos un muy buen producto. El merengue no era nuestro “fuerte”, cómo sí lo era el chocolate. Tuvimos que aprender a hacerlo. Y nos salió el merengue italiano típico, como el que hace la abuela.
-El regreso del Ricardito también es una buena noticia para la gente que trabajó en su elaboración durante tantos años. ¿A cuántas personas le darán empleo con su producción?
-En forma directa somos 50, y en forma indirecta, contando distribuidores, reponedores, estamos en torno a los 100.