“¿Y si compramos?” Vendían repuestos para heladeras y una pregunta abrió las puertas a un negocio que los atrapó
“¿Y si mejor compramos un campo y empezamos con la producción agropecuaria?”. Esa fue la propuesta que Amadeo Derito le hizo a su padre, Roberto, cuando este le ofreció comprar una propiedad...
“¿Y si mejor compramos un campo y empezamos con la producción agropecuaria?”. Esa fue la propuesta que Amadeo Derito le hizo a su padre, Roberto, cuando este le ofreció comprar una propiedad en una isla mientras navegaban por el delta de Tigre. Esto significaba un ámbito diferente, porque ambos estaban de lleno dedicados a una compañía de refrigeración que el padre había fundado y que los dos habían hecho crecer.
“Así, jugando y jugando, creamos dos empresas”, recordó, con una sonrisa. Con esto no quiso restarle importancia al esfuerzo que hubo detrás de sus logros. Más bien buscó transmitir cómo, al seguir sus pasiones, las cosas parecían más fáciles y la vida los llevó a alcanzar grandes logros. Hoy maneja miles de hectáreas entre San Luis, La Pampa y Buenos Aires. Además es criador de Angus y escaló hasta convertirse en vicepresidente de la Asociación Argentina de Angus.
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“Soy técnico mecánico e ingeniero industrial, lo que no parece tener mucho que ver con el agro, pero te explico cómo empezó todo”, señaló Amadeo. Desde chico, la tradición agropecuaria estuvo presente en su vida, con una abuela que tenía vacas y un abuelo que sembraba. Sin embargo, su padre, aunque interesado en el campo, había tomado otro rumbo y fundó una pequeña empresa que vendía repuestos de heladeras y compresores. “Tenía una red de distribución por todo el país”, expresó el criador.
Explicó que, hasta 1940, las familias usaban barras de hielo para enfriar los alimentos. Con la llegada de la electricidad a los hogares, se produjo un boom en la venta de heladeras. El padre aprovechó la oportunidad y empezó a vender repuestos.
CrecimientoCon el tiempo, la empresa familiar, Ansal Refrigeración, evolucionó hacia la refrigeración comercial. “Yo me metí más en lo que es refrigeración industrial; como estudié en un colegio americano donde aprendí inglés, comencé a viajar a Estados Unidos, y a comprar líneas de productos de refrigeración, con lo que la empresa creció bastante. Actualmente somos líderes en repuestos e incorporamos una línea de equipos de aire acondicionado centrales, una línea de calefacción con calderas y radiadores”, indicó.
No obstante, nunca había perdido la conexión con el campo. Relató que, de chico, durante las vacaciones, su padre le daba a elegir: “Un mes de vacaciones en Mar del Plata o un mes trabajando en la empresa familiar y otro como peón en el tambo de un amigo en Navarro”. Así fue como empezó a conocer el campo, ayudando en un pequeño tambo donde transportaba los tachos de leche al pueblo.
A pesar de que estudió ingeniería mecánica y trabajó en la empresa de refrigeración, siempre buscó una excusa para volver al campo. Esa oportunidad llegó cuando su padre mencionó que tenían ganancias para retirar de la empresa. Mientras su padre le ofrecía comprar una isla en Tigre porque a la esposa de Amadeo le gusta navegar, él le propuso algo distinto: invertir esa plata en una explotación agropecuaria.
Así, en 1983, compraron un campo en Navarro y comenzó a aprender no solo sobre ganadería, sino también de agricultura. No pasó mucho tiempo hasta que incursionaron en la genética gracias a que siguieron el consejo de su amigo Noel Werthein, a quien le compraron entonces un lote de vaquillonas puras controladas. Así nació la cabaña La Ñata.
“Ambas empresas crecieron en paralelo”, dijo Derito. En rigor, esto fue así mientras la empresa de refrigeración también se expandía. “Nos especializamos en repuestos de refrigeración, y con el tiempo fuimos incorporando líneas de aire acondicionado y calefacción. Hoy somos líderes en el país, con una red de distribución muy amplia”, relató. Actualmente, cuentan con alrededor de 80 empleados.
“Normalmente los beneficios o las ganancias que ganó esa empresa las fuimos volcando en comprar campos para tener ahorro y hacer crecer la empresa agropecuaria que hoy tiene unas 23.000 hectáreas en 12 campos distintos. Tenemos 50 personas trabajando en línea directa en forma”, dijo.
La producción en los campos para ganadería sigue un ciclo completo. En el sur de San Luis producen terneros de manera extensiva. Los destetan y los llevan a La Pampa para criarlos en verdeos. Lo que va para Cuota Hilton se termina a pasto y el resto va a corrales de terminación durante 90 a 120 días. Además cuenta con una cabaña de Angus donde realizan tres remates anuales y en Navarro, en la provincia de Buenos Aires, manejan un tambo con 220 vacas que producen entre 5000 y 6000 litros de leche.
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Derito es socio de Angus desde 1985: empezó en la Comisión Directiva hace siete años. “Primero entré como director por La Pampa que me eligieron los cabañeros pampeanos, que estuve dos años. Luego, Alfredo Gusmán me invitó a quedarme como vocal y para la segunda gestión de Alfonso Bustillo me invitaron a formar parte de la Comisión Directiva. Ahora soy vicepresidente, y aunque Alfonso me lleva de tiro, me hace trabajar más de lo que quisiera, lo disfruto”, dijo, entre risas.
A pesar de su éxito, lo que más lo motiva a Derito no son solo los logros económicos. “Lo que más disfruto son las relaciones humanas. Ver cómo la gente que trabaja conmigo progresa, estudia, compra su auto o su casa me llena de satisfacción”, afirmó. Para él, las relaciones personales son una parte fundamental del éxito, tanto con los empleados como con los clientes y amigos.
Se publicó originalmente el 18 de septiembre pasado