El mensaje era preocupante. Alguien que circulaba en su vehículo por las inmediaciones del aeropuerto internacional de Austin, en Texas, había visto a dos perros de tamaño pequeño caminando cerca a una autopista muy transitada con un detalle inusual en común. Ambos animales llevaban puestos abrigos y parecían perdidos.

“Ya no estaban cuando llegamos al lugar que nos habían indicado. Y el personal del aeropuerto tampoco nos dio permiso para ingresar al predio y buscar más exhaustivamente”, explicaron los voluntarios de TRAPRS, la organización de rescate que ofreció ayuda para encontrar a los perros.

Un cartel colgado en su cuello anticipó lo que era capaz de hacer, pero el destino tenía otros planes para él: “Nos regaló su última sonrisa”

Estaba solo y sin su abrigo

De todos modos, no bajaron los brazos. Rápidamente conformaron un equipo que peinó el área en busca de los animales reportados. Sin embargo, a pesar del esfuerzo, no tuvieron suerte de encontrar a ninguno de ellos, aunque con el pasar de las horas obtuvieron más información sobre los perros.

“Desde el aeropuerto nos informaron que uno de los perros había sido visto en el área durante días. ¡Incluso había hecho un pozo debajo de una cerca que daba acceso a una zona peligrosa cerca de la pista!”. El equipo intensificó sus esfuerzos de búsqueda y colocó cámaras alrededor del aeropuerto para intentar dar con, al menos, uno de los animales. No pasó mucho tiempo antes de que capturaran la imagen que buscaban.

Un perro blanco, delgado y asustadizo, apareció en una de las cámaras la tarde siguiente. Estaba solo y sin su suéter, pero el equipo tenía la sensación de que era exactamente quien estaban buscando. Después de revisar los folletos y posteos locales sobre perros perdidos, encontraron uno sobre un perro llamado Max, idéntico al que las cámaras habían registrado. Pero sólo había una forma de saber con seguridad su identidad. “Decidimos capturar al perro y luego escanear su microchip. No queríamos dar falsas esperanzas si es que su familia lo buscaba”.

“Ella no sabía que estaba con nosotros”

Precisamente ese fue el plan que llevaron adelante. Y una oleada de alivio los invadió cuando el escáner del microchip emitió un pitido con noticias emocionantes. “¡El microchip confirmó que era Max!”. No había tiempo que perder. El equipo de rescate llamó a la humana responsable de Max y le preguntó sobre el perro perdido. Minutos más tarde, se dirigieron al lugar de trabajo de la mujer para sorprenderla. “Ella no tenía idea de que teníamos a Max con nosotros”, dijeron emocionados los voluntarios.

En cuanto la mujer a la que habían contactado salió a la calle, fijó sus ojos en el perro blanco y peludo en la camioneta. Aunque al principio su rostro mostró un dejo de desilusión cuando pensó que el perro rescatado no era su amado Max, al pronunciar su nombre, el animal se volvió hacia ella con amorosa familiaridad. La mamá de Max lo levantó y lo acunó en sus brazos. Mientras abrazaba a su perro perdido hacía mucho tiempo, les contó a sus rescatistas sobre lo devastadores que habían sido para ella los últimos meses. “¡Había desaparecido justo después de Navidad y su familia había estado buscándolo por todas partes!”.

El equipo de TRAPRS se despidió de Max y su madre con un abrazo y luego se propuso encontrar al otro perro que, según los informes, habían visto con él. Afortunadamente, el segundo perro con suéter ya había sido rescatado y se reunió con su familia poco después. Desde entonces, la gente de TRAPRS cerró el caso del rescate de Max y ahora está trabajando para recuperar aún más perros o gatos perdidos en el área de Austin. Su trabajo es a veces minucioso, pero las historias de éxito como la de Max los motivan a seguir adelante.

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