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Una historia tan imprevisible y predestinada llevó a una curadora y un artista de Palermo a Benavídez

“Vamos de un extremo al otro. Nuestra casa anterior era muy clean y en esta se nos dio más por el color: el lugar nos llevó a eso”, cuenta Tamara Selvood, fundadora de Collage Lab, una agenci...

“Vamos de un extremo al otro. Nuestra casa anterior era muy clean y en esta se nos dio más por el color: el lugar nos llevó a eso”, cuenta Tamara Selvood, fundadora de Collage Lab, una agencia creativa que integra arte y acciones de marketing. Hace tres años que, junto con su marido, el artista holandés Daniel Stroomer (conocido por su firma de muralista Nase Pop), llegó a Benavídez. Corrían los últimos meses de 2020, Tamy transitaba su segundo embarazo y fue pensando en la mejor manera de llevar adelante el combo calor/confinamiento/cambio familiar que alquilaron esta casa por el verano.

¿Cómo termina este artista urbano holandés viviendo en Benavídez? Conoció a su mujer en Barcelona, mientras ella estudiaba el movimiento Street Art, del que él era parte.

“Nuestra idea no era comprar, pero estando acá se vendió nuestro departamento”, aseguran. El hecho de que apareciera esa oportunidad concreta (o la suma de todos los factores anteriores) los impulsó a comprar este lugar tan verde en el que ya estaban instalados y olvidar por un momento sus rutas habituales: Palermo, Saavedra (donde Dan tiene su taller) y Holanda, segundo hogar de la familia.

Conservar lo importante

La casa tiene un espíritu de vacaciones que enseguida nos gustó. Puede ser por la orientación y el recorrido de la luz, las aberturas enormes que integran interiores y exteriores o por el gran jardín, pero hay algo que te hace sentir de veraneo.

Tamy Selvood, fundadora de Collage Lab y dueña de casa

A pesar de lo distinto del lugar y el interiorismo de su casa anterior y la actual, la continuidad la dan las obras de arte. “Nuestra colección es lo único que mantuvimos en todas nuestras casas. Está formada por obras de artistas amigos y por otras de Dan, que yo misma selecciono de su taller porque quiero disfrutarlas a diario”, cuenta Selvood.

Todo Vale

En la mirada de Tami y Dan, no es necesario tener una gran pared como para exhibir arte. Ejemplo perfecto es el toilette donde sorprende una pieza de Elisa Insua.

Cambio de hábitos

“La vida con chicos en la ciudad no es fácil: cada fin de semana nos encontraba a los dos buscando adónde ir para ver un poco de verde”, nos cuentan Tamy y Dan y admiten que la galería con parrilla es el lugar que más disfrutan. Justamente, fue uno de los ambientes que modificaron al comprarla: originalmente tenía velas náuticas en lugar de techo de varillas. Poner sobre ellas fibra de vidrio les permitió amoblarla y extender su uso sin restarle luz al living.

“La casa original fue obra y propiedad del arquitecto Agustín Goldenhorn. No lo conocíamos, pero después resultamos tener varias personas en común”, dice la pareja, que coincide en la calidad de la construcción que encontraron.

Balance perfecto entre lo rural y urbano, la casa equilibra muebles rústicos macizos con otros de diseño y obras de arte de distinto formato y tamaño que quedan muy cerca de la galería cuando los ventanales se abren de par en par.

Proyecto a medida

Aunque el dueño de la casa también tenía dos hijos, algo de la distribución no funcionaba para el matrimonio que se mudó con un recién nacido y un hijo de pocos años. En la planta original, los cuartos infantiles estaban abajo mientras que el del arquitecto era el único que estaba arriba. La decisión de la pareja fue construir una segunda planta en la que hoy se ubican los cuartos y baños de los chicos y la suite principal.

Todas las obras, muebles y objetos fueron elegidos por los anfitriones. “Es una actividad que compartimos. Hemos tenido etapas muy distintas en cuanto a lo que nos gustaba o interesaba en cada momento, pero es algo que hacemos naturalmente, sin siquiera proponérnoslo”

Un nicho en el ropero sirvió como escritorio: una tabla y la infaltable silla ‘Cesca’ de Marcel Breuer fueron suficientes para terminar de montarlo. Sobre la cama de Theo, una pintura de Cefiro.

“Una de las cosas que quería era un gran cuarto principal. En una casa familiar, uno necesita tener ese espacio propio en el que puede cerrar la puerta y ser uno solo por un tiempo”.

“Me comentan mucho la cuestión de las dos duchas del baño, me dicen que parece un vestidor pero a mi me parece el acierto más grande”

“Para el paisajismo, nos inspiramos en la experiencia que se hizo en Holanda de plantar flores silvestres en las banquinas para propiciar el aumento de abejas. La idea nos encantó y nos trajimos muchas de esas semillas”, cuentan.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/revista-living/una-historia-tan-imprevisible-y-predestinada-llevo-a-una-curadora-y-un-artista-de-palermo-a-nid09062024/

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