River, Boca, Racing, San Lorenzo e Independiente: los grandes, envueltos en una atmósfera de impaciencia y tensión
Una agenda comprimida. De la Copa de la Liga a la Liga Profesional, pero también con los torneos internacionales y la Copa Argentina intercalándose entre semana. Un calendario agitado, con un mer...
Una agenda comprimida. De la Copa de la Liga a la Liga Profesional, pero también con los torneos internacionales y la Copa Argentina intercalándose entre semana. Un calendario agitado, con un mercado de pases a mitad del recorrido. Un fixture sin pausa que impide diseñar tareas, analizar resultados, corregir funcionamientos y recuperar a las piezas tocadas. Apenas una fecha se jugó de la nueva aventura en las canchas argentinas y el atropello de partidos desató un torbellino sobre los denominados cinco grandes. Ni quien salió victorioso logró desandar la jornada sin turbulencias. Enredarse con la histeria que transmiten los de afuera y enzarzarse por las actitudes y decisiones de los que toman decisiones, razones que actúan como combustible y animan la tensión.
En cuatro días y sin perder, River quedó atrapado en un juego peligroso. El viaje a Uruguay para medirse con Nacional, por la Copa Libertadores, postergó la clasificación para los 8avos de final. Un pasaje que tenía en la mano al ganar 2-0 y desperdició en dos minutos, en el segundo tiempo, para finalizar 2-2. Los excesos del rival y las permisividades del árbitro Anderson Daronco ataron a los millonarios, que el sábado golearon 3-0 a Central Córdoba, por el torneo local, aunque el triunfo no maquilló un clima inestable que se instaló desde hace un tiempo en el club: la silbatina para el DT Martín Demichelis reflejó el rechazó a su gestión; la eliminación con Boca es todavía una herida abierta. Y como si lo necesitara, el festejo con gestos a los hinchas de Esequiel Barco –seis meses sin convertir y en un cono futbolístico de sombras- generó un foco de conflicto. El Parque Central y el Monumental, dos escenarios en los que la hostilidad ajena y propia perturbó la hoja de ruta, esa que marca una nueva función esta noche ante Libertad: sellar el boleto en la Libertadores y reinstalar la calma, el doble reto.
Las múltiples caras futbolística de Boca, los niveles desparejos entre aquellos jugadores que aplican para ser titulares y los que se ofrecen como relevos y desaprovechan las oportunidades e invitar a dudar en la elección al entrenador, las lesiones y el circulo vicioso que se asentó con quienes son marginados porque no renuevan contratos, un combo que le da forma a un terreno movedizo por el que transita el equipo. Los xeneizes enseñaron que no son confiables: de un partido de ilusión y despegue pasan sin escalas a otro que los hunde en un pozo.
La Copa Sudamericana no es el torneo internacional que atrape a Boca, pero es para lo que le alcanzó sus campañas y en el que tiene que ser protagonista: depende de sí mismo para ser primero y avanzar y para eso tendrá que derrotar mañana a Fortaleza, que lo vapuleó 4-2 en Brasil. Sin los líderes Edinson Cavani, Kevin Zenon y Marcos Rojo, la formación carece de vuelo y de fuego sagrado: ninguno estuvo en la estrepitosa caída en territorio cearense y tampoco en el estreno, el domingo, con Atlético Tucumán. El DT Diego Martínez no consolida una expresión de juego y las individualidades de recambio no exhiben jerarquía. En la estadística, lejos de la Bombonera tambalea: cinco derrotas en el ciclo.
Diez días, tres partidos, el derrumbe. Racing es el tercer plantel más cotizado del país, aunque está envuelto en una espiral negativa: las actuaciones dinamitan las aspiraciones de ratificar en el campo de juego la valoración económica del grupo. La contratación de Gustavo Costas para dejar de competir y pretender un salto de calidad no ofrece resultados: la eliminación con Talleres, de Remedios de Escalada, en los 32avos de final de la Copa Argentina; la caída con Bragantino –perdía 2-0 a los siete minutos- que hace peligrar el primer puesto en la etapa de grupos de la Copa Sudamericana, y el empate 4-4 con Belgrano -tras estar en ventaja 4-1- en el debut de la Liga Profesional, alteran los planes en Avellaneda y la espesura del ambiente ya se hizo sentir contra los jugadores, el técnico y los dirigentes.
La ambición de una nueva estrella en el escudo hoy es sueño: de cuatro competencias en 2024, la Academia no se clasificó para los 4tos de final de la Copa de la Liga y tuvo una temprana despedida en la Copa Argentina. En el año sumó 12 refuerzos, tiene dos alternativas por posición, pero no marca diferencia y el crédito se empieza a terminar.
Un suspiro duró la ilusión en San Lorenzo. Las elecciones trajeron un cambio de autoridades, también promesas y acuerdos que el tiempo olvidó. Pasado mañana, el Ciclón tendrá un examen futbolístico y de espíritu ante Liverpool (Uruguay), por la Copa Libertadores: un triunfo será imperioso para definir con chances ante Palmeiras, en el Allianz Parque, y proyectar con adueñarse de una plaza en los 8avos de final; reemplazar a tres piezas titulares como el goleador y capitán Adam Bareiro y al zaguero Jhohan Romaña –ambos suspendidos-, y al arquero Facundo Altamirano –lesionado-, un dilema para Leandro Romagnoli, que tomó el mando tras la salida de Rubén Insua –el ídolo se marchó envuelto en un conflicto- y en el corto recorrido viaja de la sonrisa a las muecas de inconformismo.
La derrota con Riestra, por la Liga Profesional, un retroceso en el camino que traza el DT para reflotar a un club que además sufre una crisis económica entre reclamos y sentencias judiciales. El Nuevo Gasómetro marcará la temperatura de una gestión institucional de cinco meses, un ciclo futbolístico de cinco partidos y será el termómetro en la relación con algunos jugadores.
El Rey de Copas es el único de los denominados grandes del fútbol argentino que no tiene competencia internacional en 2024. Independiente no se clasificó para la Libertadores ni la Sudamericana, aunque tampoco logró ser parte de los playoffs de las dos últimas Copa de la Liga. Talleres, de Córdoba, resultó el obstáculo en la última jornada de los dos torneos y también el rival que propició una atmósfera oscura con el triunfo 3-1, en Avellaneda, en el estreno de la Liga Profesional.
La marcha a los tumbos del ciclo que conduce Carlos Tevez –ausentarse de la conferencia de prensa demandará una multa de 3.000.000 de pesos para un club que suma inhibiciones y necesitará de más de 5 millones de dólares para cancelar las obligaciones-, las repetidas crisis financieras sin importar quiénes dirigen la institución y un plantel que no ofrece respuestas en la cancha y se desinfla para generar ingresos en el mercado de pases, aristas que desesperan al público. La tensión y la impaciencia está instalada en la franja roja de Avellaneda y en el fútbol solo los triunfos desactivan los ruinosos escenarios.