Rafa Nadal íntimo: las veces que pensó retirarse, cómo tomó el título ganado por Alcaraz en París y la frase que da indicios sobre su futuro
Hace un par de semanas, Carlos Moyá, coach de Rafael Nadal, contó algunas intimidades sobre las vivencias del Matador en estos últimos meses. En lo duro que resultó el proceso de reinserción e...
Hace un par de semanas, Carlos Moyá, coach de Rafael Nadal, contó algunas intimidades sobre las vivencias del Matador en estos últimos meses. En lo duro que resultó el proceso de reinserción en el circuito como consecuencia de las lesiones de su pupilo, de las limitaciones que tenía su físico, del regreso a los torneos y, sobre todo, de lo que fue la experiencia en Roland Garros, su Grand Slam preferido. Allí donde se consagró en 14 oportunidades, el público lo tiene entre sus preferidos y el destino quiso que tuviera un sorteo sumamente complicado, al punto de quedar eliminado en la primera rueda frente al alemán Alexander Zverev, número 4 del mundo.
Es, Moyá, uno de los mayores confidentes de Rafa. Pero además de ello, transita el día a día de quien es uno de los mejores tenistas de la historia. Que ya llegó a los 38 años, es padre y sabe lo que es el sufrimiento. “En los entrenamientos, cuando le volvían los dolores, cuando no podía jugar en Indian Wells, cuando no podía ir a Montecarlo... Hubo muchas ocasiones en las que dijo ‘Ya no puedo hacerlo más’. Lógicamente eran momentos duros, difíciles, pero en el fondo sabía que al día siguiente era factible que lo pensara más fríamente y cambiara de opinión. Pero que dijera cosas así no había pasado nunca. Es real: hubo momentos en los que quiso retirarse”, dijo esa vez Moyá en L’Equipe.
No fue lo único: remarcó que en Roland Garros, pese a su rápida salida por un sorteo adverso, había alcanzado su mejor nivel de estos tiempos, que “había vuelto a ser Nadal” y que si hubiera tenido un draw más amigable y llegaba hasta los cuartos de final, “era un claro candidato al título” porque “en París, en esa cancha, es superior a todos”.
Nadal no quiso homenajes en París, no confirmó si fue su último Roland Garros y se propuso descansar unos días. En el camino, se bajó de Wimbledon, confirmó que jugará con Carlos Alcaraz uno de los dobles en los próximos Juegos Olímpicos, que se disputarán precisamente en el escenario de sus mayores gestas, y buscará prolongar estas buenas sensaciones. Sobre todo porque, a no dudarlo, se quedó con ganas de jugar unas ruedas más en el tradicional Grand Slam sobre polvo de ladrillo.
¿Cómo lo vivió el proceso? ¿Qué siente? ¿Hasta dónde puede mirar en cuanto a su carrera? Rafa se expidió en una charla a fondo con L’Equipe durante un acontecimiento social en la Costa Brava, en la inauguración de un hotel en Tossa del Mar, a unos 100 kilómetros de Barcelona, del que es copropietario. Igual, nada que lo distrajera de lo suyo: al día siguiente ya estaría en Manacor, entrenando sin retacear rigor, fiel a su costumbre cuando se siente óptimo. Como pareciera ser ahora.
Pasó el primer semestre de 2024. ¿Y? “Fue malo, pero menos malo que el año 2023. Estos dos últimos años han sido difíciles, pasé por muchos momentos complicados, sobre todo con mi operación mayor de la cadera zquierda, en julio de 2023. Y mis problemas de abdominales. Sin olvidar esa lesión en el arranque de año en Australia en el muslo derecho que me impidió seguir. Me entristeció. Y todo tardó un poco más. Durante mucho tiempo no me sentí preparado para entrenar y jugar como me hubiera gustado, pero últimamente ha habido una evolución positiva. Llegué a Roland Garros quizás en el mejor momento de los últimos dos años”, apunta Nadal.
Se le marca que llegó con una semana de antelación a París, más de lo normal. Y explica por qué. “Tenía muchas ganas de ir a París a entrenar, lo necesitaba. Creo que me ayudó mucho a concentrarme en lo que tenía que hacer. Cuando sales de un período difícil, estar en Roland Garros te aporta un extra de energía. Mi semana de entrenamiento fue fantástica. Por supuesto, el deporte se trata sobre todo de resultados. Pero también le doy importancia a otras cosas y fue una semana donde me divertí mucho jugando tenis, disfruté cada momento, sin vergüenza. La forma que logré la semana previa a Roland Garros es la que me hubiera gustado estar antes de Montecarlo. Si ese hubiera sido el caso, tal vez habría soñado con algo muy diferente. Pero eso no sucedió lamentablemente”, se sincera el español.
Un sorteo lapidarioCuando el ambiente del tenis supo del sorteo de Roland Garros, la presunción fue general en cuanto a las chances de Rafa: debut y despedida. Porque era muy complejo que Nadal pudiera sortear a Zverev, que encima llegaba precedido por la conquista reciente del Masters 1000 de Roma. Pero el español dio la talla, jugó muy bien. No estuvo lejos: cayó por 6-3, 7-6 y 6-3, en 3h05m. “El draw fue malo. No sabía cómo iba a darse. Llegué con dudas porque en Roma fue un desastre (derrota por 6-1, 6-3 contra Hubert Hurkacz en 2ª ronda). Pero sabía que iba a ser diferente porque estaba mucho mejor preparado. Pero todo me salió mal: el sorteo, las condiciones de juego en el interior (el techo de la cancha central estaba cerrado por la lluvia)... No lo dije después del partido porque pensé que no era el momento. Zverev es un gran jugador, llegó hasta la final. Habría necesitado un Zverev que fuera un poco menos bueno que él. De todas maneras, la emoción fue inmensa, como siempre que entro a esa cancha. Es un sentimiento muy difícil de describir”, rememora sobre esos días en Roland Garros. Sabe que no estuvo lejos y eso lo anima a proyectarse.
Ya al sexto día sin mover los músculos fue retomando su rutina. Y no pasó más de una semana para que volviera a tomar la raqueta. Sin temores. En realidad, nunca los tuvo. Le preguntaron si algunos meses atrás le daba vergüenza perder sets de entrenamientos con los chicos que se entrenan en su academia en Manacor y fue tajante, un auténtico campeón. “Estoy acostumbrado a eso, no es un problema. Cuando ganaba muchos torneos, también perdía muchos sets de práctica contra ellos. Una cosa es perderlos por la dificultad para concentrarse en el día a día. Otra es cuando estás realmente en mala forma física y eso obviamente afecta tu tenis. Son situaciones completamente diferentes, pero he intentado mantener siempre una actitud positiva estos últimos meses”, razona.
Y fuera de lo contenido que siempre ha estado por su familia y cuerpo técnico, Nadal reconoce lo que ya había contado Moyá: que estuvo cerca del adiós. “Sí, claro. En numerosas ocasiones estuve cerca del retiro. Tenía problemas recurrentes, no podía entrenarme, ya no me divertía. Cuando no lo disfruto, cuando estoy demasiado limitado físicamente, pierde todo su significado. Absolutamente todo. Y más cuando ya estaba cerca de los 38 años, cuando tienes una familia y después de la carrera que he tenido. Pero siempre tuve gente a mi lado que me ayudó, ya fuera mi familia o mi equipo. Y siempre supe cómo mantenerme estable en mi cabeza”.
También Nadal contó lo que le pasó por la cabeza con el tema del homenaje que Roland Garros quería hacerle por si era su despedida del certamen. “Al principio dije que sí, pero a último momento no quise. Entiendo que quieran honrarme. Me hubiera dolido anunciar que era la última vez que jugaba el torneo, sabiendo que no tuve la oportunidad de prepararme como me hubiera gustado. Y nada te impide esperar un año. Si se realiza el homenaje y estoy retirado, iré allí como ex campeón. Y si vuelvo a jugar, estaré allí. No estaba preparado para ese homenaje en este momento”.
Le tocó ver a la distancia la consagración en París de su compatriota Alcaraz. “Estoy feliz por él y por su familia. Es un jugador increíble y una buena persona”, dice. Y destaca que era su favorito porque “es el jugador que tiene mayor capacidad para jugar de diferentes maneras. Y en arcilla eso marca la diferencia: puede jugar agresivamente, defender, revertir el curso del rally de diferentes maneras. Los otros jugadores son increíbles, pero en tierra tienen un poco menos de opciones que él”. Jugar junto con Carlos el dobles en los Juegos Olímpicos fue una sugerencia del capitán David Ferrer. “Me encantó la idea. No puedo tener un mejor compañero que él. Los Juegos Olímpicos son un asunto de equipo. Los dobles son casi tan importantes como los individuales. Es la oportunidad de intentar ganar una medalla”, acota quien ya logró dos oros, uno en singles (Pekín 2008) y otro en dobles (con Marc López, en Río 2016).
El futuro está por verse. Aunque hay indicios. “Siempre pensé que este sería mi último año”, dice. “Nunca he tomado una decisión apresurada y esta vez tampoco será así”, afirma. “Mis sentimientos durante las últimas semanas me han hecho querer explorar un poco más, para ver qué puede pasar” abren una puerta hacia un horizonte optimista. Sobre todo cuando suelta la frase: “Siento que vuelvo a encontrar el placer de jugar, de divertirme”.
Rafa Nadal a los 38. Jugó cuatro partidos en 2023 (tres derrotas) en enero. Fue operado de la cadera izquierda. Volvió un año después, también en Australia y apenas pudo disputar tres encuentros (dos caídas). Regresó en abril en Barcelona y sostuvo dos encuentros (1-1). La semana siguiente, en Madrid Moyá le pidió que no forzara el físico en octavos y tras perder el primer set con Jiri Lehecka, “cumplió” la orden estratégica. En Roma la pasó mal con Hurcakz y se fastidió. En Roland Garros sólo pudo jugar un partido. Pero comprobó que no está lejos. Hoy no toma decisiones. Quiere “explorar” si estas buenas vibras se extienden en el tiempo y ahuyentan a los dolores. Pretende, sueña con recargarse nuevamente en París en julio. Sería una alegría olímpica para todo el tenis y el deporte. Todos quieren verlo un poco más.