Generales Escuchar artículo

¿Quién gana con una guerra comercial? Nadie

Los fabricantes de colchones aumentan sus ventas luego de las inundaciones, y los de parabrisas las suyas luego de la caída del granizo. ¿Puede alguien sugerir que no podemos calificar de desgrac...

Los fabricantes de colchones aumentan sus ventas luego de las inundaciones, y los de parabrisas las suyas luego de la caída del granizo. ¿Puede alguien sugerir que no podemos calificar de desgracias a las inundaciones y la caída del granizo, porque algunos se beneficiaron? Esta tontería se escucha hoy a propósito de los beneficios comerciales que podrían recibir algunos exportadores argentinos a raíz del demencial uso de la herramienta arancelaria que está llevando adelante el presidente Donald Trump.

Sobre el particular conversé con el canadiense John Somerset Chipman (1926-2022), quien estudió derecho en la universidad de Chile –su papá era diplomático–, y economía en las Mc Gill y Johns Hopkins. Enseñó en las universidades Harvard y de Minnesota. En 1999 el talentoso y juguetón Paul Samuelson afirmó: “Los buenos norteamericanos, cuando mueren, van a París. Los buenos economistas americanos, cuando nacen, nacen en Canadá. Pienso en Simon Newcomb, Stephen Leacock, Jacob Viner y, por supuesto, en John Chipman”. En Harvard audité un curso que Chipman dictó sobre teoría del crecimiento. Recuerdo “la música”, porque de la letra no captaba nada; quienes sí parecían entender eran los estudiantes de ingeniería y de matemáticas.

-En 1999 la Asociación Americana de Economía lo designó miembro distinguido, notable logro que por año consiguen cuatro personas, entre aproximadamente 30.000 miembros. ¿Por qué?

-Según el comunicado oficial “porque es un académico en el mejor sentido del término. Aunque sus principales contribuciones se refieren a la teoría del comercio internacional, también realizó aportes originales e importantes a la teoría microeconómica, a la teoría econométrica y a la historia del pensamiento económico. En 1964-65, en Econometrica, publicó en tres partes una monumental reseña de la teoría del comercio internacional. En historia del pensamiento económico sus trabajos no tienen rivales”.

–Estados Unidos anunció la aplicación de un arancel de 25 puntos porcentuales (¡no de 25%!) a las importaciones procedentes de México y Canadá, y aunque con una alícuota menor, a las procedentes de China, países que respondieron subiendo los aranceles de los productos que importan de Estados Unidos, lo cual indica que comenzó una guerra comercial. ¿Cuáles serán las consecuencias?

–En 1973 Charles Poor Kindleberger publicó un libro titulado The world in depression, 1929-1939. En dicha obra incluyó un elocuente gráfico, mostrando la espiral descendente observada en el comercio internacional durante los primeros años de la Gran Crisis de la década de 1930. Pensemos en un reloj de agujas. Con origen en el centro se trazan 12 rayos, cada uno de los cuales mide la suma del valor de las importaciones y las exportaciones correspondiente a un mes. Lo que en el reloj es la hora 1, en el gráfico es enero; lo que es la hora 2 es febrero, y lo que es hora 12 es diciembre.

–Los lectores que tengan imaginación, que sigan leyendo; pero yo recomendaría tomar lápiz y papel, y reproducirlo con la mano.

–Perfecto. El gráfico presenta, a nivel mundial, los niveles del intercambio comercial de mercaderías entre 1929 y 1933. Comienza en enero de 1929, y en el sentido de las agujas del reloj, grafica los valores de cada mes. Después de dar una vuelta completa, en enero de 1930 la curva está más cerca del origen que en enero de 1929, señal de que el comercio internacional se contrajo; y así sucesivamente, la curva correspondiente a 1931 está más cerca del origen que la de 1930, la de 1932 todavía más cerca, etc. Entre 1929 y 1933 el comercio mundial se contrajo a la tercera parte.

–¿A raíz de qué?

–Del efecto combinado de devaluaciones competitivas, y aumento de las restricciones arancelarias y no arancelarias, adoptados por los países. La espiral descendente grafica una tragedia, porque no se salvó nadie. Instituciones como el FMI, el BIRF (luego convertido en el Banco Mundial) y el GATT (luego transformado en la Organización Mundial del Comercio) nacieron con la pretensión de que “nunca más” se repitiera la costosísima década de 1930.

–Pregunto con angustia. Ahora, ¿está ocurriendo lo mismo?

–No sabemos. En los libros de texto de economía internacional se muestra que, salvo casos extremos, el aumento del arancel de importación de un producto eleva el precio interno de esa mercadería, aumenta la producción local, disminuye la cantidad demandada, se reduce el volumen importado, con efecto incierto sobre la recaudación por derechos de importación.

–Frente a planteo tan nítido, ¿qué quiere decir “no sabemos”?

–Ocurre que el análisis de los manuales supone que la modificación arancelaria llegó para quedarse. No digo que será permanente, porque como bien recordaba Rudiger Dornbusch, no hay nada eterno en esta vida; pero al menos que el cambio se percibe suficientemente duradero como para que los integrantes del sector privado se adecuen a la nueva realidad. Nada que ver con el tratamiento arancelario que está planteando el presidente de Estados Unidos.

–Explíquese, por favor.

–Un día anuncia que aumentará en 25 puntos porcentuales los derechos de importación que abonarán las mercaderías elaboradas en México y Canadá, y al día siguiente dice que demorará la entrada en vigor de la medida durante un mes. Las autoridades de los países afectados anuncian represalias, todo lo cual pone sobre el tapete la cuestión de la contracción del comercio mundial, graficada por Kindleberger.

–El referido accionar le está metiendo “ruido” a la economía de Estados Unidos.

–Así es, porque el estilo del presidente Trump le quita valor al análisis que surge de los libros de texto. Déjeme plantear un ejemplo: imaginemos que en Montreal está instalada una fábrica de tuercas, que le vende el producto a la industria automotriz radicada en Detroit. El arancel de 25 puntos porcentuales encarece el insumo importado pero, dada la volatilidad con la cual Estados Unidos plantea su política comercial; ¿puede alguien pensar que se instalará una fábrica de tuercas en Chicago, para sustituir las importaciones provenientes de Canadá?

–En el corto plazo cabe esperar estanflación, es decir, aumento de la tasa de inflación y freno al crecimiento económico. ¿No es que Estados Unidos fue creado sobre la base de los “checks and balances”?

–Estamos esperando que ocurra, por el bien de todos. Pero Trump tiene hoy mayoría absoluta en ambas Cámaras, y una Corte Suprema adicta. Ojalá me equivoque, pero la llegada de la sensatez no será rápida.

–¿Ve alguna oportunidad para la Argentina?

–No la descarto, pero en este contexto internacional tan viciado, las oportunidades son específicas, y los retrocesos, generales.

–Don John, muchas gracias.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/quien-gana-con-una-guerra-comercial-nadie-nid16032025/

Comentarios
Volver arriba