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Practicar para entender

Debe hacer más de 15 años que mi amiga Celeste me habla de la práctica del yoga. Es una parte muy importante en su vida, ya que casi a diario la practica y la enseña. Hasta hace unas semanas, p...

Debe hacer más de 15 años que mi amiga Celeste me habla de la práctica del yoga. Es una parte muy importante en su vida, ya que casi a diario la practica y la enseña. Hasta hace unas semanas, pensaba que la entendía y que la había escuchado activamente cuando, en más de una ocasión, me mostró algunas lecturas, posiciones (que se llaman Asanas), me habló de los cursos que realizó, de los maestros que conoció, del vocabulario específico que conlleva ese mundo y hasta hemos hecho algunos movimientos juntas. Ahora sé que no la entendía y que nunca la escuché verdaderamente, y eso que me jacto de ser buena oyente.

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Me encuentro en otra ciudad por algunos meses y esto me permite explorar el tiempo de otra manera. Entonces, sin pensarlo mucho, aquí estoy asistiendo a prácticas de yoga diarias. Cada día que pasa pruebo distintos tipos, con un sinfín de variantes, elementos y desafíos. Hasta ahora, y dependiendo la práctica, sentí: dolor (muchos), frustración, expansión, angustia, sorpresa, conformidad, ganas de salir corriendo, ganas de que no se termine nunca. Salí llorando, riendo, mareada al extremo, pensativa, eufórica. También sentí muchas ganas de preguntarle cosas a Celeste (como nunca) que contestó con detalle y con palabras que ahora sí me hacían sentido. Cerró sus mensajes con un: “Bienvenida, amiga”.

En su libro The Practicing Mind, Thomas Sterner, coach especialista en acompañar a profesionales y atletas de alto rendimiento en situaciones de stress, explica: “cuando practicamos algo, participamos en la repetición deliberada de un proceso con la intención de alcanzar un objetivo específico. Las palabras deliberado e intención son clave aquí porque definen la diferencia entre practicar algo activamente y aprenderlo pasivamente”. Aprender algo nuevo y practicar algo nuevo pueden parecer muy similares, pero estos dos métodos pueden tener resultados profundamente diferentes. Mi sesgo es acercarme a lo nuevo solo cognitivamente, creyendo que de esa manera entenderé. Pienso en la cantidad de ocasiones en los que creí que entendía a los que comparten experiencias y desafíos laborales conmigo y ahora pienso. ¿Qué más puedo hacer para escucharlos de manera realmente empática? No siempre podré “sumergirme” en su hacer o en su rol, ni sentir sus desafíos. A veces podré intentar un “Juego de roles” o llevarme intencionalmente a situaciones que me acerquen a sus mundos. ¿En qué situaciones podría acercarme desde la experiencia y no lo hago por la comodidad que supone “que me lo cuenten”? La práctica se traduce en aprendizaje, pero al aprendizaje pasivo puede ser una muleta que apoye la inacción, dice Sterner. Perdón, Celeste. Creí que te estaba escuchando en serio y que te entendía. Ahora sé que no, y voy por la revancha.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/practicar-para-entender-nid20072024/

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