¿Por qué un ser humano puede creerse mejor que los demás?
La característica principal de alguien mediocre es creer que llegó a algún lugar, creer que sabe mucho, cuando, en realidad, no llegó a ningún lugar ni nada sabe. Esta persona sufre ...
La característica principal de alguien mediocre es creer que llegó a algún lugar, creer que sabe mucho, cuando, en realidad, no llegó a ningún lugar ni nada sabe. Esta persona sufre una distorsión de su capacidad, es por ello que se cree mejor que los demás e, incluso, puede llegar a pensar que posee habilidades superiores al resto de las personas. En cambio, alguien humilde “sabe que no sabe”. Tiene bien en claro que necesita seguir aprendiendo y creciendo hasta el último día de su vida, porque aquello que conoce es mucho menos que aquello que desconoce. Como resultado de esta actitud, logra avanzar y ver sus metas cumplidas.
Ahora bien, ¿por qué un ser humano puede creerse mejor que los demás? Porque interiormente y aunque no sea consciente de ello, tiene baja autoestima. Es por ello que su conducta más frecuente consistirá en llevar a cabo acciones para recibir el afecto y la validación de otros. Es decir, para que lo quieran, lo feliciten, lo reconozcan.
Sin darse cuenta, entra en un circuito sin fin porque ejecuta para ser aceptado y, cuando los demás le brindan esa aceptación tan anhelada, siente que todavía le falta un poco más y vuelve a hacer para que lo reconozcan nuevamente. Y así puede pasarse la vida haciendo un muestreo de actividades a fin de sentirse valioso y seguro.
Entonces, ¿cómo podemos mejorar nuestra autoestima, es decir, la manera en la que nos vemos y nos valoramos a nosotros mismos para ser gente que transita la vida con seguridad?
Fundamentalmente, siendo conscientes de que no necesitamos hacer nada para que nos amen, nos acepten y nos validen. Que somos valiosos por ser quienes somos, y no por aquello que podamos realizar. Partiendo de esta creencia, seremos capaces de hacer lo que tenemos que hacer solo por el placer que obtenemos de ello, sin esperar que nada venga de afuera hacia adentro.
Esta es una manera simple, pero efectiva, de liberarse de la búsqueda constante de la validación de los demás.