Generales Escuchar artículo

¿Por qué los heladeros cumplen los contratos?

En un contexto de desconfianza infinita, los intercambios se realizan de la siguiente manera: un ser humano tiene en su mano izquierda billetes, y otro en la suya, un bien. Se acercan, cada uno man...

En un contexto de desconfianza infinita, los intercambios se realizan de la siguiente manera: un ser humano tiene en su mano izquierda billetes, y otro en la suya, un bien. Se acercan, cada uno mantiene firme lo que tiene en su mano pero la retira parcialmente para que el otro también lo pueda tomar. Se miran a los ojos, para reaccionar frente a imprevistos, y al grito de “tres”, cada uno afloja despacito lo que llevó al intercambio. Así es como el primero se junta con el bien, y el segundo, con los billetes. ¿Cómo funcionan los intercambios, cuando la simultaneidad no es tan extrema?

Al respecto tomé contacto con el estadounidense Lester Greenspan Telser (1931-2022), quien en medio de la Gran Depresión de la década de 1930, episodio que influyó poderosamente en su decisión de estudiar economía, se preguntó: ¿cómo puede ser que estas cosas sucedan?, respondiéndose que las cosas tienen que poder hacerse mejor.

Su primer nombre es un anagrama de su apellido. Estuvo relacionado con la Universidad de Chicago por más de medio siglo. Su generosidad para compartir sus conocimientos con sus alumnos no tiene parangón, afirmó Víctor Lima, uno de sus alumnos, quien agregó que Telser te empujaba o te frenaba, según las circunstancias, hasta que terminabas de entender bien la cuestión que se estaba discutiendo. “Cuando yo estudié en Chicago, se había planteado una competencia académica entre Zvi Griliches y Telser, brillantes profesores asociados, para ver quién ocuparía la única vacante que había para profesor titular. Estaba muy conectado con George Joseph Stigler”, afirmó Víctor Jorge Elías.

–La profesión lo recuerda principalmente por sus contribuciones a la teoría del núcleo (core theory), una variante de la teoría de los juegos. ¿De qué se trata?

–La teoría del núcleo se ocupa de analizar el comportamiento de grupos de personas que trabajan de manera cooperativa, en contraposición a los comportamientos individuales. Una cuestión técnicamente compleja, que mejor la dejamos para otra oportunidad.

–De acuerdo, porque hoy me interesa analizar los problemas de riesgos y, por consiguiente, de confianza y desconfianza, derivados del hecho de que, con frecuencia, no todos los intercambios se realizan de manera simultánea.

–Al comienzo de esta conversación usted planteó un caso en el cual la simultaneidad es absoluta, pero con frecuencia las dos porciones que integran un intercambio no se dan en el mismo instante, lo cual genera la necesidad de celebrar un contrato. Voy a plantear diferentes situaciones, sin adelantar por qué son diferentes.

–Adelante.

–En la compra de helados, entradas a los cines, teatros, espectáculos deportivos, etcétera, el pago se realiza antes de recibir el bien. En los viajes en taxi, comidas en los restaurantes, etcétera, se paga al final. Pero desde el punto de vista de lo que quiero enfatizar, esta asimetría no es importante. La clave está en que en prácticamente ninguno de estos casos, quien tiene que hacer la entrega posterior incumple lo convenido. Ejemplo: ¿usted conoce algún heladero que luego de cobrarle a usted su compra y entregarle el correspondiente ticket salga corriendo con su dinero y no le entregue el helado?

–No. ¿A qué se debe esta manifestación de honestidad?

–Surgirá claramente cuando siga planteando ejemplos. Consideremos, ahora, los casos del seguro de un auto, medicina prepaga, sistemas previsionales basados en la capitalización de los ahorros, títulos emitidos por el Estado, etcétera. ¿Qué tienen en común? Que la distancia temporal entre el pago que realizo y lo que la otra parte se comprometió a aportar es ahora mucho mayor.

–¿Y entonces?

–Que la tentación a no cumplir el contrato aumenta. Independientemente de sus valores morales, los heladeros cumplen a rajatabla los contratos, porque no les conviene que clientes enardecidos destrocen las instalaciones, indignados porque pagaron pero no les entregan los helados. Algo parecido les ocurre a los dueños de los cines si no pueden proyectar la película.

–¿Está usted diciendo que se trata de mala gente, pero que no les conviene ejercer su maldad?

–Probablemente sean buena gente, o gente no diferente al resto de la población. Lo que estoy diciendo es que las circunstancias, más que las convicciones, determinan las conductas. Por la misma razón, no estoy diciendo que los propietarios de las compañías de seguros o los funcionarios públicos que emiten los títulos públicos sean malas personas. Sino que, siguiendo el mismo razonamiento, aquí las circunstancias penalizan mucho más lentamente el incumplimiento de los contratos.

–Tengo la solución. Que el Estado no se ocupe de la operatoria de las heladerías, cines, fútbol, etcétera, y se concentre en la de aquellas actividades que, por su naturaleza, alientan las tentaciones.

–Sí, pero…

Siempre aparece un pero. Pero, ¿qué?

–Volvemos a la vieja cuestión de fallas de mercado versus fallas del Estado. Particularmente en el caso argentino, la capacidad de regulación y control ha mostrado ser particularmente deficiente; más allá de la enorme cantidad de recursos humanos y materiales nominalmente asignados a dicha tarea.

–¿Y entonces?

–Que tiene sentido pedirles a las autoridades que velen por los intereses de quienes primero pagan y con el tiempo reciben, pero sin hacernos demasiadas ilusiones.

–¿Cómo se inserta el caso de las tarjetas de compra/crédito en este análisis?

–El fiado debe ser tan viejo como el comercio mismo, pero se basa en el conocimiento que el comerciante tiene de la honestidad y de la capacidad de pago del cliente a quien le fía. La revolucionaria novedad introducida por la tarjeta de compra, inventada a mediados del siglo XX, es que el comerciante está dispuesto a entregarle un bien a quien no conoce porque sabe que –en caso de que este no pague– la administradora de la tarjeta es la que corre el riesgo de incobrabilidad.

–Tarjeta de compra y de crédito, ¿no son lo mismo?

–No. La tarjeta de compra junta todas las adquisiciones que se realizan durante un mes, al cabo del cual el titular de la tarjeta abona la totalidad de lo que debe. La tarjeta de crédito posibilita que el titular del plástico abone una porción de las compras que realizó en el mes y financie el resto. Un consejo…

–¿Cuál?

–Haga lo indecible para utilizar el plástico como tarjeta de compra, no de crédito, y definitivamente no posponga pagos “porque no llega a fin de mes”, porque es la mejor manera de fundirse. En todos los países del mundo, la tasa de interés que se carga en las deudas por tarjeta es de las más altas.

–¿Y la tarjeta de débito?

–El plástico tiene igual forma y tamaño, pero no tiene nada que ver con las otras. La tarjeta de débito es un mecanismo que sirve para transferir dinero.

–Don Lester, muchas gracias.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/por-que-los-heladeros-cumplen-los-contratos-nid09062024/

Comentarios
Volver arriba