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¿Perderá su esencia? El balneario uruguayo con espíritu de pueblo donde el auge de las construcciones causa inquietud

JOSÉ IGNACIO (Enviada especial).– “José Ignacio creció en los últimos cinco años lo mismo que había crecido en los anteriores 40”, afirma Martín Pittaluga, socio director del icónico ...

JOSÉ IGNACIO (Enviada especial).– “José Ignacio creció en los últimos cinco años lo mismo que había crecido en los anteriores 40”, afirma Martín Pittaluga, socio director del icónico parador La Huella. Cuando se instaló en el lugar, en 1990, diez años después de que se creara el puente que conectó esta península con Punta del Este, José Ignacio era un pueblo de playa rodeado de mar y campo, con un puñado de vecinos y un desarrollo gastronómico de nivel, pero incipiente.

Hoy, le queda poco de pueblo: es más bien el punto neurálgico de una urbanización que se expande en todas las direcciones, con loteos, countries que duplican su valor en el mercado e, incluso, departamentos de hasta cuatro pisos de altura en el caso de La Juanita. Es una postal que agrada a inversionistas y desarrolladores, y que la intendencia de Maldonado define como un “crecimiento de calidad”. Pero, a la vez, atemoriza a los vecinos. Señalan que las inversiones en infraestructura y servicios no serían suficientes para acompañar esta expansión. Y temen que José Ignacio pierda su entorno natural privilegiado –delimitado por el mar, las dunas y dos lagunas costeras– y se vuelva una urbe con una densidad similar a las de La Barra o Manantiales.

Sobre la ruta 10 y la ruta 9, las dos principales vías de acceso a la península, es posible ver decenas de carteles publicitarios que promocionan desarrollos de loteos sobre los antiguos campos de la zona. Algunos incluyen golf o polo, mientras que otros se destacan por sus tajamares, lagunas creadas al surcar el suelo. Uno de los barrios privados, adelantaron desde la intendencia, va a contar con una pileta con olas para el entrenamiento profesional de los surfistas.

Es en medio de este crecimiento exponencial de la zona que un grupo de vecinos y comerciantes del lugar cuestionan los códigos urbanísticos, pero también las interpretaciones que hacen algunos desarrolladores y propietarios de este reglamento, lo que –dicen– tiene por resultado la preponderancia del hormigón y la escasez de verde en sectores linderos al casco histórico, además de la construcción de casas sobre las mismas dunas.

Pero destacan especialmente su preocupación por las excepciones gubernamentales, es decir, autorizaciones especiales para la construcción con márgenes que no están permitidos en la normativa vigente, otorgadas desde la intendencia y la Junta Departamental a los desarrolladores. Hace pocos meses, una de estas excepciones estuvo en el foco de la discusión pública: la autorización para la construcción de un hotel sobre la franja costera, a menos de 150 metros de la rompiente del mar. Esta aprobación, que llevó a que los vecinos se unieran para manifestarse en la playa e hicieran presentaciones judiciales e impugnaciones ante el Ministerio de Ambiente, fue finalmente dada de baja tras el incumplimiento de los plazos en que los desarrolladores debían presentar el proyecto final.

“Lo que nos da miedo es que se pierda la esencia del lugar. Queremos que José Ignacio siga siendo en esencia la razón por la que los vecinos nos instalamos acá. Y para eso no queremos excepciones ridículas que respondan solo a una cuestión económica”, sostiene Ignacio Ruibal, dueño de la inmobiliaria Ruibal, con 34 años en el lugar. Ruibal, que es exdirector de la liga de vecinos y vive en José Ignacio desde 1988, dice no oponerse al crecimiento: “No se nos pasa por la cabeza frenar u oponernos al desarrollo, lo que sabemos es que el desarrollo tiene que ser sustentable y tiene que resguardar la esencia del lugar”, explica.

LA NACION consultó sobre los cambios en José Ignacio al intendente Enrique Antía, que afirmó ver como positivo el desarrollo inmobiliario en los alrededores de José Ignacio y mencionó que en la industria inmobiliaria “hay mucho interés en seguir creciendo” en la zona rural del pueblo, así como también en la zona de Garzón, hacia los viñedos.

“Hay un montón de proyectos de desarrollo en torno de José Ignacio, en la zona rural. Son fraccionamientos importantes de baja densidad, con mucho espacio verde y con lotes grandes. No hay nada que se salga de las normas. Y hay un gran respeto al espacio verde, a los espacios públicos. Son cosas de mucha calidad. Lo que hemos aprobado son todos temas muy interesantes que van a aportar a José Ignacio. Por supuesto con más gente, pero hacia las zonas rurales”, detalló el intendente. “Las pocas cosas que se han aprobado están dentro de la norma y con respaldo medioambiental”, sumó.

Casas a 8,5 millones de dólares y una “gentrificación rara”

El desarrollo de la zona se da también a nivel cultural y gastronómico, con el desembarco en los últimos años de decenas de propuestas culinarias de autor que hicieron que José Ignacio y La Juanita se distingan entre los principales polos gastronómico de Punta del Este. El balneario se consagró también como un núcleo creativo donde confluyen, a lo largo del verano, artistas de todo el mundo que exponen sus obras en las nuevas galerías, centros de exposiciones y la feria Este Arte. Son mundos que brillan en verano y mueren durante el resto del año.

En invierno, José Ignacio se vacía. Y pese a que en la zona, especialmente tras la pandemia, hay cada vez más población fija, este crecimiento se da una manera particular: se focaliza en La Juanita y Santa Mónica, mientras que en el casco de José Ignacio se da el fenómeno opuesto.

“La zona se gentrifica, pero se gentrifica de una manera rara. En los últimos años, muchos de los que vivían todo el año en José Ignacio vendieron porque les ofrecieron mucha plata por sus casas, y se fueron a vivir a La Juanita y alrededores. Se acaba de vender una casa sobre la Mansa de José Ignacio en 8,5 millones, que hace diez años salía 3. Y por eso José Ignacio ahora queda vacío durante el invierno”, explica el arquitecto y diseñador Diego Montero, miembro de la liga vecinal y vecino de la zona desde hace 35 años.

El emprendedor holandés Otto Nan es uno de los vecinos que vive parte del año en La Juanita. “Como europeo, lo que más me llama la atención es que no haya desde el gobierno una proyección o planificación de cómo quieren que sea José Ignacio a largo plazo. No muestran voluntad o capacidad de pensar en parques, espacios verdes y protección de dunas, aspectos muy importantes cuando se proyecta un entorno habitable y amistoso. La impresión de los vecinos es que el dinero manda y, cuando el dinero manda, no hay planificación urbana”, sintetiza.

“Hay ejemplos en todo el mundo”

A los extranjeros de todo el mundo, especialmente Euorpa y Estados Unidos, que eligieron José Ignacio como nuevo hogar, se suman cada verano los que lo eligen como lugar de veraneo. Entre ellos hay famosos y magnates que gozan de la privacidad que les permite la larga playa de la Brava de José Ignacio, pero también turistas de bajo perfil que encuentran en este balneario “un lugar único en el mundo”.

Así lo asegura Robert Kofler, quien además de ser uno de los europeos que viven en José Ignacio, recibe cada año a decenas de turistas de todo el planeta en Posada Ayana, el hotel boutique que maneja junto a su familia. “No vienen hasta acá porque hay clubes de playa; en Ibiza y Míkonos hay beach clubs cien veces mejor. Vienen acá porque es tranquilo, porque no hay mucha contaminación de luz, porque las estrellas se ven muy bien, porque hay mucha naturaleza. Hay personas de Nueva York, por ejemplo, que me han dicho que no conocían algo así. Salen a caminar y sienten que están casi solos, rodeados de verde, mar y aire limpio”, apunta Kofler.

“José Ignacio y las lagunas costeras son para mí algo único –sigue–. Hay muy pocos lugares así en el mundo, con playas tan largas, lagunas, con poca gente, con dunas impresionantes y con fauna y flora autóctonas. Al ser un lugar tan especial, necesita ser cuidado y no ser construido en demasía. Si cambia la atmósfera, la gente que elige este lugar va a dejar de elegirlo”.

El empresario hotelero destaca, a la vez, la importancia de un planeamiento para evitar que en José Ignacio suceda lo mismo que ya sucedió en otros pueblos costeros turísticos del mundo. “Hay muchos ejemplos alrededor del mundo de lugares bellísimos que han sido arruinados; Tulum, por ejemplo. Hace 20 años era increíble, era una gema, como lo es José Ignacio. Volví hace pocos años y no lo podía creer, era otro lugar”, dice desde la galería de su hotel, desde donde a lo lejos, entre la vegetación y las dunas, se ven una líneas del mar de la playa Mansa.

Hay detalles característicos del casco de José Ignacio que no cambiaron a lo largo de los años. La península se mantiene sin iluminación callejera, lo que permite de noche ver las estrellas, tanto desde la playa como desde las mismas calles. Entre los vecinos y comerciantes hay ciertos consensos que, afirman, se cumplen, como por ejemplo que las casas mantengan una iluminación exterior baja y que los locales comerciales no coloquen carteles de neón. “Hace poco vino un nuevo local de ropa que puso varios carteles con luces, pero cuando nos acercamos a decirle que acá no se puede, los sacó”, revela una vecina.

La población fija de José Ignacio es una comunidad unida a través de distintas causas, como lo fue hace pocos meses la oposición de la construcción del hotel en la playa de La Juanita, dentro de la franja de protección costera. Actualmente, el grupo autoconvocado de vecinos que organizó las tres manifestaciones en contra del proyecto y que estuvo detrás de las presentaciones judiciales se muestra optimista. “Por incumplimiento de plazos, la autorización que le había dado el gobierno a los desarrolladores caducó. Ahora, para reactivarlo, el propietario debería presentar un pedido de prórroga o presentar otro proyecto. En ambos casos, se tendría que empezar todo el proceso de nuevo. Va a ser muy difícil que los miembros de la Junta Departamental voten a favor nuevamente, después de todo el despelote que se armó aquí el año pasado. Por eso consideramos que estamos frente a un primer éxito”, plantea el doctor en administración y profesor consulto de la UBA Isidoro Luis Felcman, quien vive en La Juanita desde la pandemia.

A mediados de 2024, las más de 15 inmobiliarias de la zona firmaron un documento en conjunto comprometiéndose a “promover la preservación de la identidad local, el cuidado del medio ambiente y la defensa del espacio público, especialmente de la playa, las dunas y la faja costera, sin excepciones a la normativa vigente”. A la vez, Ruibal anticipa la organización de un nuevo foro de vecinos, similar al que se realizó en 2005, del que participaron un centenar de propietarios, para volver a sentar en conjunto las bases del futuro de la zona.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/sociedad/perdera-su-esencia-en-jose-ignacio-un-lugar-unico-proliferan-los-countries-y-hay-construcciones-de-nid26012025/

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