Nació en Río Negro, es famoso por encordar las raquetas de grandes tenistas como Nadal y Djokovic en Wimbledon
Cuando en la década del ´80 tomó por primera vez una raqueta, Federico Büker se vinculó al tenis de manera indisoluble. Nacido en General Roca, Río Negro, sus primeros peloteos dibujaron el f...
Cuando en la década del ´80 tomó por primera vez una raqueta, Federico Büker se vinculó al tenis de manera indisoluble. Nacido en General Roca, Río Negro, sus primeros peloteos dibujaron el frontón del Deportivo Roca que carecía por entonces de canchas de medidas estándar. El lazo ya se había tejido. Para seguir su sueño se mudó a los 18 años a Bariloche. Buscó continuar allí su ligazón con el deporte. Unos pocos años después imaginó que era mejor destino Europa para seguir avanzando y allá partió, con las raquetas emocionadas.
Vilas, Clerc y el nacimiento de una pasiónTiempo antes, cuando tenía 13 años, le pasó algo fantástico. Un fin de semana estaban jugando Argentina y Estados Unidos por la Copa Davis en un Lawn Tenis Club súper lleno. Federico estaba en su casa. Jugaban Guillermo Vilas y José Luis Clerc contra figuras como John McEnroe. “Fue tan impresionante el estadio y cómo se desarrolló la serie que no me olvido más -rememora Büker-. Vi tanta emoción que dije: quiero jugar al tenis”. Para ese entonces lo había atrapado el fútbol y la natación, pero esa epopeya lo cambió todo. “Descubrí mi pasión por el tenis más allá de jugarlo -relata hoy Federico desde Londres-. Desde aquél fin de semana supe que siempre iba a estar de alguna forma ligado a este deporte. Y quería llegar al circuito profesional como fuera. Como jugador es un espacio súperexclusivo, pero encontré un modo para ubicarme en ese sitio de privilegio a partir de otro saber”.
Lo aprendido en EspañaUna vez emigrado, recaló en España, donde llegó a tener su propio local de tenis. Allí se especializó en el encordado, una disciplina no tan popular, pero clave en tenis de alta competencia. “Trabajé fuertemente en crear una diferencia en este servicio, tanto para el jugador del club, como para los profesionales -explica-. En la preparación de las raquetas hay muchas especificaciones que la gente común tal vez desconoce, pero que no sólo ayudan a jugar mejor, sino que garantizan más disfrute en la práctica del deporte”.
Este paso no previsto en Roca, pero que surgió de la pasión que creció ahí, le abrió las puertas al sitio al que quería llegar: el circuito profesional primero y luego al más selecto del Gran Slam y sus jugadores de élite. Pero esa senda no se concreta sólo con deseos. Debió atravesar diversos períodos de capacitación que le permitieron obtener un par de certificaciones. “Existe -según cuenta- una Asociación Europea de Encordadores, una entidad que habilita a los profesionales de esta disciplina y, además de la formación, requiere reunir una serie de años de experiencia y práctica en la preparación de raquetas. Además de conocer las técnicas que hay que usar”.
La volea de la vidaLas ilusiones seguían siendo tales, hasta que en el año 2017 se dio la gran oportunidad: el US Open. Federico no había dejado de intentarlo todo. Para entonces, un conocido logró hacerle el nexo con los organizadores del certamen. Lo citaron y le hicieron una prueba. “Me convocaron a un entrenamiento, me vieron en acción y prometieron que me llamarían”, recuerda. Poco tiempo después lo citaron. Ese fue el primer gran paso.
Después de esa primera experiencia debieron pasar cinco años y una mudanza, esta vez a Londres. Fue cuando se concretó el deseo más esperado: integrarse al torneo más famoso del mundo, Wimbledon. “Pase unos cuantos años tratando de ser parte del equipo profesional, pero no tenía que ver con capacidad, sino con las vacantes disponibles”, afirma. Finalmente en el 2022 tuvo su primer gran momento en el circuito inglés. “Fue un sueño -explica-, mi alegría era incalculable. Me propuse ser muy consciente de la experiencia y disfruté cada detalle y encordado que tuve que hacer”.
La tarea del encordador supone poner a punto las raquetas en cuanto al tipo de cuerdas y a la tensión con las que las desean sus propietarios. Rafael Nadal y Novak Djokovic son apenas dos de los nombres más célebres del tenis que han confiado en la experiencia de Federico para ajustar sus herramientas de trabajo. “Mi tarea a la hora de poner el corazón en la raqueta -continúa-, es hacerlo manteniendo siempre la tensión que cada uno desea a la hora de jugar. Hacerlo lo mejor posible implica acercarme exactamente a ese punto sutil en el que los deportistas se sienten seguros. Para eso hay distintas técnicas y estilos, se aprenden muchos recursos que se utilizan para mantener el punto deseado. Además está el universo de las cuerdas, que es infinito. La gente común desconoce la enorme cantidad de marcas y variedades, los distintos materiales con los cuales se producen y la gama de sensaciones y efectos que cada una de ellas puede ofrecer a un golpe”.
Las especificaciones de la élite tenística son bastante concretas, reconoce que en algunos casos pueden llegar a ser obsesivas. “Para la mayoría de los jugadores profesionales el encordado y su tensión es un elemento fundamental -explica-. Hay deportistas que pueden sentir ese punto preciso con el que desean jugar. La puesta a punto cambia de acuerdo a si las cuerdas están hechas de material sintético, que se estira y entonces va perdiendo tensión lentamente, aún cuando no se juegue. Ahí aparece otra variable clave: el horario del encordado. Algunos de los profesionales de la ATP prefieren encordar a la mañana porque les tienta la idea de que su raqueta esté recién lista, algo que llamamos la raíz dura. Otros tenistas prefieren la sensación del encordado algo más suave, hecho la noche anterior, porque al haber pasado las horas, las raquetas adquieren una suavidad al perder un poquito de tensión, algo que, además, provee una sensación más intensa con los golpes. Les ofrece una percepción de que pueden mejorarlos al percibirlos en la mano”. Pero, además de todos estos detalles, es posible que el encordado cambie con la temperatura, el viento, la humedad, la altura, lo que requiere una mano precisa. Esas variables pueden modificar entre medio y un kilo la tensión pedida.
Tie breakHoy vive en Londres, muy cerca del centro, con su pareja. Las experiencias que tuvo ya le abrieron un lugar, de modo que espera que lo sigan llamando torneo a torneo. Su experiencia lo ha llevado a codearse con los primeros del ranking internacional. Recuerda con particular detalle a Roger Federer, su ídolo desde hace años, que llegó a la tienda en la que se desempeña Federico para una acción con la marca que lo esponsorea. “Tenerlo cerquita, sólo para unas 20 personas que estábamos ahí, fue un privilegio absoluto. Se mostró súper amable”, explica.
Aunque no considera que deje un sello personal en las piezas en las que trabaja, Federico asegura sentirse más cómodo encordando con tripa natural. “Para la mayoría, sobre todo cuando comenzás, es bastante difícil hacerlo con este recurso -señala-. Pero para mi siempre fue simple”.
El pedido más llamativo que debió cumplir tuvo lugar en su primer torneo. “En general hay un capitán de equipo -explica- y es él quien decide a qué encordador le va a dar las raquetas. Durante el US Open de 2017, me dieron la raqueta del alemán Dustin Brown. Me indicaron la tensión, pero era demasiado, cerca de 34 kilogramos. Pensé que semejante presión iba a romper la raqueta. Es una tensión absolutamente no habitual para un encordador de tenis, el promedio suelen ser 25 kilos. Pero lo hice, y así salió a jugar”.
Además de su día a día, hace un par de años comenzó a encordar por su cuenta en su casa, donde tiene una máquina y es miembro de un club de tenis cerca de su barrio. “Empecé a encordar raquetas para los socios y también para los profesores, intentando tener mis clientes y darme a conocer como encordador profesional -relata-. Me estoy haciendo un nombre no sólo para el ajuste de las cuerdas, sino para la preparación integral de las raquetas”. Él sostiene que el instrumento es lo importante. “Por supuesto que el hecho de que llegue Rafa Nadal y te dé sus palas te insume un poco más de respeto -aclara-. Pero en definitiva el nombre queda un poco de lado, te enfocas en que se trata de una raqueta de tenis como cualquier otra, y tenés que hacerla con la exacta calidad de todas las demás. En los torneos los jugadores se acercan el primer día con su equipo y su rollo de cuerdas, te dan las indicaciones respecto de la tensión que quieren y para cuándo desean que todo esté listo”. Aunque todo parece demasiado preciso, Federico augura un futuro donde las máquinas no podrán suplir completamente la mano del hombre. “Cuando hablás de sensibilidad -sostiene-, un equipo no puede percibirla. Puede ser perfecta, pero las sensaciones no lo son, siguen siendo humanas”.