Mike Tyson vs. Jake Paul, una pelea que no debió ser: con mucho de riesgo y poco de lógica deportiva, y 80 millones de dólares para repartir
El rostro de Mike Tyson, que expresa la dureza de su vida y sus 58 años, resalta en las atracciones de circo y variedades recomendadas por la programación de Netflix, una plataforma de streaming ...
El rostro de Mike Tyson, que expresa la dureza de su vida y sus 58 años, resalta en las atracciones de circo y variedades recomendadas por la programación de Netflix, una plataforma de streaming disponible en todos los dispositivos digitales conectados a internet. Por resolución del Departamento de Licencias y Regulaciones del estado de Texas, que ampara la pena de muerte por asesinatos, pero desestima el daño que puede causar la negligencia, Mike Tyson recuperó su documento de boxeador profesional y esta noche –pasadas las 23 horas– reaparecerá tras 19 años y 5 meses de inactividad- ante el estadounidense Jake Paul, un púgil poco creíble, exitoso en las redes sociales y de polémicos mensajes en sus participaciones televisivas. Resistido por los cerebrales y amado por los dependientes cibernéticos del like.
La pelea oficial formará parte de una cartelera internacional que se llevará a cabo hoy en el majestuoso AT&T Stadium, en Arlington, en adyacencias de Dallas, con capacidad para 80.000 espectadores. Como hecho saliente y novedoso, explotando al máximo el lujo y sofisticación del estadio, la empresa Most Valuable Promotion, conformada por el mismísimo Paul, entre otros, anunció la venta de un paquete VIP valuado en dos millones de dólares a la compañía Tork-Law, compuesta por uno de los grupos de abogados más poderosos del mundo. Una docena de letrados se ubicarán a la vera del cuadrilátero a la hora del match y compartirán con los protagonistas los momentos previos y posteriores a la disputa.
El cotejo tendrá reglas totalmente disociadas del profesionalismo actual. Será de ocho rounds de dos minutos cada uno –en lugar de los tres minutos habituales para los hombres– y boxearán con guantes grandes de 14 onzas, por las 10 habituales.
Tyson y Paul ganarán 40 millones de dólares cada uno –de acuerdo con el estimativo de los promotores–, obscenidad material que opaca el raciocinio y la lógica de ring. El morbo comenzó ya en el pesaje, con una escena bochornosa, en la que Tyson abofeteó a Paul, que subió al escenario gateando y pisó al excampeón del mundo.
Los riesgos de TysonSería absurdo recordar en esta ocasión que Tyson fue el campeón mundial más joven de la historia cuando con 20 años ganó la corona por primera vez en 1986. Hace 38 años. Resultaría desubicado –en esta ocasión– recordar los capítulos salientes de su historial de 50 victorias (44 por KO) y 6 reveses. Que su último triunfo fue ante Clifford Etiene, en 2003, y que se retiró tras perder vapuleado por Kevin McBride, en 2005. Desde entonces y hasta ahora, solo efectuó una exhibición olvidable ante Roy Jones, en plena pandemia.
En el programa especial CountDown, emitido por Netflix en los últimos días, Tyson reveló pormenores de su internación el 27 de mayo último, causante de la postergación de este match previsto para el 20 de junio. “Padecí una úlcera estomacal que me provocó vómitos de sangre interminables. Perdí mucha fuerza y gracias a las transfusiones salvé mi vida. Pude haber muerto, pero me recuperé bien. Y siempre digo que jamás moriré en una cama de hospital. Y si debe ser en el ring, así será”, sentenció.
Pese a todo esto, el Departamento Deportivo de Texas, fiscalizará su pelea. Increíblemente fue habilitado para boxear como profesional y ningún ente internacional presentó objeción alguna. En principio, Tyson vs. Paul, fue organizada como exhibición, pero con las semanas y la complicidad del gobierno de Texas, se transformó en pelea. De este modo, el match se incorporará a las pizarras de apuestas universales considerando a Paul favorito 2 a 1.
Jake Paul tiene 27 años, y un récord de 10 victorias (7 por KO) y una derrota. Todos sus combates estuvieron bajo una lupa analítica; entre la credibilidad y la sospecha.
Tyson no da garantías físicas después de su internación para competir en un espectáculo público. No hay comparaciones pugilísticas para esta ocasión. Los fanáticos podrán esperar cualquier cosa de él. Deberán soportar la incertidumbre y los nervios originados por los ocasos de las estrellas. Como ocurrió con Whitney Houston, Elvis Presley o Frank Sinatra, en su última función.
Legalmente, Tyson vuelve a pelear. No debió ocurrir jamás.