Marcelo Gallardo: el general herido que no quiere agachar la cabeza con la eliminación
El saludo y la palmada a cada jugador. La voz de aliento para levantar a futbolistas que rompían en llanto como Germán Pezzella, el chileno Paulo Díaz o el juvenil Claudio Echeverri, la última ...
El saludo y la palmada a cada jugador. La voz de aliento para levantar a futbolistas que rompían en llanto como Germán Pezzella, el chileno Paulo Díaz o el juvenil Claudio Echeverri, la última imagen en el campo del Monumental de Marcelo Gallardo antes de ingresar en el vestuario. El fervor del público en el banderazo, el apoyo sostenido y el reconocimiento por la entrega cuando la serie de semifinales era irreversible, retazos de una noche que se llenó de color, pasión, sentimiento, ilusión, aunque la eliminación frente a Atlético Mineiro golpeó al Muñeco y a un plantel que se esperanzó con una noche épica.
La urgencia de partido perfecto con la que River encaró el desquite no se hizo realidad. Una cuestión de fe, de esoterismo, más que la convicción futbolística por lo que enseña el presente, apuró al simpatizante a creer una vez más en la figura de un general de mil batallas, que condujo noches inolvidables en la Copa Libertadores. Pero Gallardo no logró todavía ensamblar una formación que invite a soñar, más allá del respeto y aceptación que transmite su figura.
“Cuando uno asume ya es responsable, no me voy a quitar ninguna responsabilidad. En cuanto a la ilusión estamos golpeados: estábamos esperanzados con la posibilidad de jugar la final en nuestra casa. Vengo a transmitir lo que hago y siento, y claramente estamos ante una situación no agradable, porque teníamos esta ilusión como todos los hinchas. Hay que asimilarlo. La responsabilidad no me la saco para nada, pero hay que sacarse la desilusión que tenemos a cuesta y volver a enfocarnos porque en tres días tenemos un partido”, apuntó Gallardo, que tiene que empujar hacia arriba, porque River no está en puesto de clasificación para la próxima Copa Libertadores y restan 24 puntos en juego.
La estadística, no gana hace seis partidos y en esa carrera apenas convirtió una vez -Miguel Borja, de penal-, acompaña esa sensación que provoca impotencia en River, porque la ilusión de jugar el partido definitorio, en el Monumental, era la gran meta de un club que en el medio de la competencia hizo un giro con la contratación del técnico más exitoso en Núñez para reemplazar a Martín Demichelis y sumó jugadores de elite como Germán Pezzella, Marcos Acuña y Maximiliano Meza.
Defensivamente, los groseros fallos en dos de los tres goles en el encuentro de ida, se convirtieron en una daga afilada que provocó una herida insalvable. “En estas series, cuando llegás a las instancias de semifinales, en donde juegan los detalles, el partido de visitante no fue el que nos propusimos jugar. En el desarrollo de juego, Mineiro no fue más que nosotros: sí pegó en el momento justo. Fueron tres goles de diferencia y ahí estuvo la gran diferencia, no desde el desarrollo del juego, porque hoy estuvimos muy por encima de Mineiro. Pero ellos, con la ventaja de los tres goles, se defendieron muy bien. Si hubiésemos tenido la conexión con el gol, nos daba la esperanza de que llegaran los otros. Sin gol es imposible ganar, no hicimos goles en ninguno de los dos partidos y eso es clave”, señaló Gallardo, que aplaudió a los hinchas en el ingreso y se marchó desolado, con la misión incompleta.
Lo mejor del empate de RiverLa eliminación es un nuevo golpe para Gallardo, que en 2020 inició una serie adversa. Atlético Mineiro se ofrece por duplicado como una barrera insalvable. Un año después de que Palmeiras azotara en el Monumental con tres goles y empezara a inclinar la llave de semifinales, más allá de la reacción que demostró en San Pablo, donde estuvo a una jugada –el VAR anuló un gol de Santiago Montiel- de igualar el marcador, el club de Minas Gerais remató con un 3-0, con dos goles de Matías Zaracho y el restante de Hulk, lo que inició en Núñez, tras imponerse 1 a 0, con la anotación de Nacho Fernández. Con el paso de cada año, el avance fue menor, porque los aurinegros terminaron con el sueño en cuartos de final. En 2022, la última experiencia de Gallardo antes de este segundo ciclo, Vélez festejó en los octavos de final con la diferencia que mostró en Liniers con un penal de Lucas Janson y resistió, con un 0 a 0, en la revancha.
“Estuvimos en partido, jugamos el partido que nos propusimos jugar. Lamentablemente el gol no se nos dio, ese empuje que hubiese sido encontrar el gol en todo el desarrollo no llegó. Y cuando no llega el gol se empieza a desinflar la ilusión. Más allá de que se nos empezó a hacer cuesta arriba, el equipo insistió hasta el final. Pero no tuvimos la conexión del gol y cuando no la tenés es muy difícil. Queremos enfocarnos después del golpe y la desilusión. De lo que deseábamos y no sucedió. Asimilar el golpe, duro, reconocer que no nos alcanzó”, siguió revisando Gallardo, que recién finalizado el campeonato ensayará un análisis sobre qué tiene y qué le falta al plantel.
“Estamos en temporada e intentaremos parecernos al equipo que fuimos hoy, con constancia, con continuidad. Más allá de la desesperación que había por ponernos en partido, manejamos bastante bien los tiempos. No nos apresuramos, jugamos con cierto criterio, intentamos ir por afuera, con conexiones desde los costados… Eso es lo que queremos para poder tener continuidad y para ganar necesitamos más de eso y que se nos abra el arco nuevamente para conseguir los puntos y volver a intentarlo en la próxima temporada. No hay que apresurarnos, siempre cuando hay carencia de algo es necesario mirar otras cosas. En algún momento u otro se abrirá el arco: no tengo jugadores que no hacen goles. Tenemos el arco cerrado y la energía tiene que cambiar: no queda otra”, respaldó a los atacantes el Muñeco, conocedor que sin goles es imposible ganar.
“¿Qué tengo que hacer ahora? Acompañar y respaldar a este equipo, a estos jugadores, y a partir de mañana. Sé que sabe a poco, pero es así: no hay otra. Hay que entrenar mañana y jugar el sábado y si nos quedamos así... No puedo venir con la cabeza gacha, debo venir y decir ‘acá estamos’. Asimilar el golpe: somos los responsables y estamos golpeados como el hincha. Si algo hay que reconocer es al hincha de River, hay que valorar al hincha. El sentimiento y pasión que nos demostró en estos días con resultado adverso, con el equipo no jugando bien, igualmente apoyó. Un recibimiento que hacía mucho que no veía una cosa así y estamos en deuda con esa ilusión por no responderles. Pero no puedo venir acá con la cabeza gacha, no me van a ver así y por eso los tengo que acompañar”, cerró Gallardo, el general de mil batallas que se marchó herido del Monumental, pero que desde hoy buscará descubrir el camino para ensayar una nueva aventura en la Copa Libertadores.