Los riesgos de la política del odio
La política, como se está viendo en Europa con las elecciones que se celebraron este domingo, está cambiando de lógica, de cultura. Aparece un insumo principal en ese cambio: el odio, la agresi...
La política, como se está viendo en Europa con las elecciones que se celebraron este domingo, está cambiando de lógica, de cultura. Aparece un insumo principal en ese cambio: el odio, la agresividad como motor, como materia que el dirigente debe direccionar y administrar, y que le exige tener siempre un enemigo. Hay autores que consideran que las grandes religiones, los movimientos políticos y sociales fueron clásicamente los que ordenaban a las sociedades para contener la agresividad, racionalizarla y ponerle cerebro a lo que sólo tenía corazón. Hoy pareciera que esa lógica es al revés. Se trata de mover el corazón. Como decía aquel dirigente radical que terminó siendo ministro de Alfonsín, Juan Carlos Pugliese, “hablar con el corazón”. Es muy frecuente en estos días encontrar literatura sobre el odio en la política. Hay un célebre filósofo alemán, Peter Sloterdijk, que sostiene que la misión de la política es detectar o rastrear, como si hiciera minería o pesca, “bancos de cólera”, de ira, de agresividad, de bronca” y movilizarlos. La función del líder es esa: sintonizar con esos sentimientos y conducirlos.
Los riesgos de la política del odio; el editorial de Carlos PagniEl presidente Javier Milei parece ser alguien muy dotado para esto, hasta por características personales. Él dice ser “muy intenso”. En su propia agresividad ha logrado conectar con una sociedad muy frustrada, que también experimenta sentimientos agresivos. Él los conduce y los explota. Genera nuevas polarizaciones, nuevas enemistades. Si uno mira hoy la política, daría la impresión de que ya no se rige por la gran polarización que gobernó la Argentina desde el conflicto con el campo hasta las elecciones legislativas del 2021, que el kirchnerismo perdió. Hoy esa clasificación de kirchnerismo-antikirchnerismo sigue estando. Pero hay otra más poderosa que Milei detecta en la gente y le da palabras y etiquetas: pueblo contra casta. En la casta está todo, no está el kirchnerismo solamente. Dentro de este grupo hay también antikirchneristas, entre ellos integrantes de Juntos por el Cambio, a los que el Presidente también denomina “casta”. Al kirchnerismo le resulta cómoda esta nueva clasificación porque lo disuelve en un conjunto más amplio qué es toda la política. Esto Milei lo traslada a la historia. Él dice que el problema no empezó con los Kirchner, ni siquiera con Perón, sino con Hipólito Yrigoyen. Y encarna en esa casta a los radicales, tal vez más que a los peronistas.
Milei va a alimentando esa gran oposición general en una lógica que está muy estudiada, en una técnica que no es solo temperamental. Y ahí está el rol central de Santiago Caputo, el ideológico de la campaña de Milei, quien establece que todos los días tiene que haber un nuevo odio e hay que identificar a un nuevo enemigo. A la gran dicotomía entre el pueblo y la casta se le van instalando pequeñas oposiciones contra determinados sujetos que son el blanco de la cólera, del odio que agrupa, que da sentimiento de pertenencia mucho más que un programa o un sueño a seguir. Esto es lo que sostienen estos teóricos que miran sobre todo ese gran campo del odio que son las redes sociales. Todos los días tiene que haber un enemigo. Fueron las prepagas; los movimientos sociales, que ahora se vuelven a llamar piqueteros porque es una palabra que logra más agresividad; los socialistas de Pedro Sánchez en España, que son identificados nada menos que con el cáncer; los diputados, que son tratados como ratas. Esa estrategia del odio no la inventó Milei. Es anterior al jefe de Estado. Si miramos lo que pasó en Europa en las elecciones de este domingo, donde hubo un crecimiento importante de la ultraderecha, advertimos en cada país que las manifestaciones de esa ultraderecha son distintas. No es lo mismo Marine Le Pen que Vox en España, o Meloni en Italia u Orban en Hungría. Pero hay un común denominador en todos: el odio al inmigrante.
En este panorama se inscribe Milei y esta política, muy propia de este momento histórico en el oficialismo, que es la política que lleva como vector las emociones. ¿Y cuál es el problema que estamos viendo? Que los otros también se emocionan, y que la emoción puede convertirse en un boomerang. Ejemplo número uno. Los piqueteros o los líderes sociales como Juan Grabois hacen denuncias que generan un enorme problema en el Gobierno. Y en la tarea de responder a esa denuncia, como la de los alimentos almacenados en Tafí Viejo y el Gran Buenos Aires, el Gobierno se sumerge en una crisis. Acá hubo un problema importante para la estrategia de Milei y Santiago Caputo. El sistema de ellos consiste en que todas las semanas se converse de una contradicción instalada desde la Casa Rosada. El problema es que, desde hace dos semanas, hablamos de un inconveniente que tiene como sujeto al propio Gobierno y sus internas. Este es el conflicto de la aparición de Sandra Pettovello en escena, la crisis de Capital Humano, por la expulsión arbitraria del encargado de Políticas Sociales, que era Pablo de la Torre. Esto se refuerza con el despellejamiento producido desde el Gobierno, a través de los medios, del entonces jefe de Gabinete Nicolás Posse. 15 días haciendo bullying sobre Posse. Por eso ahora estamos hablando del Gobierno, de sus fragilidades y del odio dentro del oficialismo. Cambió el tema de conversación y eso genera un problema. Y ese problema origina causas judiciales, motivadas por una estrategia política de Grabois y también por los sentimientos agresivos que deben haber inspirado en Grabois la agresión del Gobierno.
Esto inaugura muchos conflictos más específicos. Nos enteramos que no era solo Pablo de la Torre sino Capital Humano en su conjunto y probablemente otros ministerios los que, en vez de contratar empleados públicos, les daban el dinero a Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), como la Organización de Estados Iberoamericanos, para que esas ONGs contraten al empleado público. De esa manera en los números de empleados públicos no aparecieran esos contratados. Ahora nos enteramos de que se trató de una práctica generalizada de este Gobierno y todos los anteriores, inclusive a través de las universidades. Se les daba dinero a universidades, y éstas le pagaban al empleado que se tomaba en el ministerio y, en consecuencia, no figuraba en la planilla. Entonces, Luis Caputo, ministro de Economía, ¿cómo son los números fiscales? Porque esos empleados que no se contratan, igual los paga el Gobierno. ¿Cuánto hay de verdadero y cuánto hay de dibujo en la política de personal de un gobierno que prometió no incrementar el personal público? Misterio.
A esto se le suma otro problema, que es el diseño del Ministerio de Capital Humano, al frente del cual pusieron a una persona muy temperamental. Según todos los que la conocen, Sandra Pettovello es una funcionaria honesta. Pero empieza a estar estresada porque maneja tres ministerios, dos de los cuales tienen que gestionar dos de los problemas más grandes de la Argentina: el problema salarial y el problema de la pobreza. Y Pettovello empieza a tener problemas para quedarse. Aunque uno pusiera ahí, en semejante ministerio y con esta crisis que vive la Argentina, a un político hiperexperimentado, también se estresaría. Mucho más se estresa alguien que recién llega a la política y al Estado, sobre todo si empiezan a pasarle cosas raras, como alguien que intenta entrar a su casa. Una abogada extrañísima, que no se sabe para quién trabaja, Leila Gianni, que es la que lleva a Pettovello a hacer denuncias que después se convierten en un boomerang, fue también amenazada. ¿Esas son agresiones externas de personas que se sienten agredidas por la política social del Gobierno? Puede ser. ¿Son agresiones internas en un Gobierno que, por lo que uno ve, empieza a estar muy infiltrado por los servicios de inteligencia? ¿Habrá alguien dentro del Gobierno que se quiere quedar con el Ministerio de Pettovello, desestabilizarla emocionalmente con estas denuncias para que se vaya y tomar el cargo? Habría que mirar más cuáles son las contradicciones con el área de acción social y Capital Humano dentro del Gobierno. Y me animaría a hacer una pregunta más: ¿Cómo se lleva Santiago Caputo con Pettovello? Son cosas que nadie se anima a preguntar delante de Milei porque él le tiene una confianza ciega en su amiga, a quien conoce hace años, y quiere preservar. Es muy probable que cualquier crítica a Pettovello sea subrepticia, taimada, porque Milei se enojaría con aquel que la ataca.
Reacciones emocionales contra un Gobierno que maneja lo emocional como arma. Hubo otra. La casta se enojó y aprobó una ley para reformar la fórmula de jubilaciones, que tiene un efecto fiscal. Es un enorme daño para el Gobierno. Estamos en un momento en el que no se sabe muy bien quién conduce la política, si el Gobierno o la oposición. Y en el medio parece que la política fiscal, en la cual se inscribe la política previsional, que es un capítulo central de la política fiscal, la puede manejar la oposición, una alianza más o menos ocasional entre el radicalismo, la Coalición Cívica, el bloque federal de Miguel Pichetto y el kirchnerismo. Alguien que se esté preguntando quién controla la política fiscal del Gobierno, hasta ahora pensaría que Milei y Luis Caputo. Pero no. Aparentemente un tema tan importante como las jubilaciones lo pueden manejar Pichetto, De Loredo, Juan Manuel López y Máximo Kirchner. Esta es la importancia de lo que pasó. ¿Pero por qué pasó? Obviamente, porque la oposición quería tomar una bandera que es la de las jubilaciones. Es una bandera legítima sobre todo si el Gobierno dice que no iba a tocar el negocio del “Señor del Tabaco”, Pablo Otero, y retirara los impuestos internos a los cigarrillos, un tema sospechoso sobre el que existen causas judiciales hablando de coimas. Es el mismo Gobierno que toca las jubilaciones, pero no se anima a tocar el régimen de Tierra del Fuego. Entonces hay argumentos para que la oposición diga “bueno, salvemos a los jubilados y ajustemos por otro lado”. De todos modos, daría la impresión de que esa no es la principal motivación, sino el fastidio de los diputados con Milei, por tratarlos de ratas. Hay un fastidio más específico con Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados. Le pidieron un aumento de sueldo, lo concedió sin que se vote en el recinto, pero desde La Libertad Avanza emitieron un tuit: “Los diputados se aumentan los salarios”. Y los legisladores reaccionan así: “Pero si lo hablamos con vos, Martín. ¿Cómo es que tu partido dice…? ¿No estabas de acuerdo?”. Esa picardía también alimentó el malestar de muchos diputados con el oficialismo, algo que terminó desembocando en esta especie de venganza, que es la reforma de la fórmula jubilatoria que había ya aprobado la Casa Rosada con un DNU.
Los mismos diputados que votaron esta reforma que agrede al Gobierno en un punto central como la política fiscal, se dan cuenta de que, en vez de recibir el aplauso de los jubilados, son castigados por la gente por haberse puesto en contra de Milei. Sigue siendo un Gobierno y un Presidente fuertes, sobre todo en el terreno de la opinión pública. Sigue rindiendo la oposición pueblo contra casta, ese odio central.
El Presidente dice que va a vetar. ¿Servirá vetar? Votaron con dos tercios. Muy probablemente haya dos tercios del Senado también para votar esta ley. Y si el Presidente la veta, es posible que, para la insistencia del Congreso, la ley tenga más votos en la Cámara de Diputados de los que tuvo en la primera oportunidad, porque la izquierda, que no votó, va a votar. El Gobierno se va a ver obligado a hacer ajustes en otras cuentas para compensar este gasto adicional de medio punto del PBI. Y, cuando los haga, los diputados que votaron a favor de mejorar los haberes jubilatorios le van a recriminar que, si podía ajustar otras cosas, por qué no lo hiciera desde el comienzo. ¿No era cierto que era inevitable bajar el costo de las jubilaciones?
Sigue la polémica de esta política emocional. ¿Dónde está el problema? Lo que decíamos: desata también la emoción adversa. El otro también empieza a odiar. ¿Y cuál puede ser el problema de ese odio si se mantiene? El DNU. Todavía no se sabe que va a pasar en diputados con el DNU. Los radicales dicen que jamás lo voltearían, la Coalición Cívica y Pichetto también. Pero estamos frente a una dinámica dirigida por sentimientos y las dinámicas dirigidas por sentimientos, como siempre en la vida, por definición no son las más racionales, son más bien el reducto de la irracionalidad. Ahí está el signo de interrogación sobre el DNU.
Esto se proyectó sobre el Senado, que es la crisis que hay hoy. Ahí aparece el Grabois del Senado, ofendido por el buylling que le hace el propio presidente, Martín Lousteau. Un señor con una autoestima considerable al que, como a cualquiera, no le gusta que le tomen el pelo en público. Y Milei lo ha puesto como el blanco principal de toda la agresividad que puede movilizar el oficialismo, sobre todo, a través de las redes.
Lousteau preparó un dictamen sobre la Ley Bases con algunos artículos que le gustan al kirchnerismo porque, es probable, los negoció con el kirchnerismo. Los kirchneristas dicen que él habla con Juliana Di Tullio, que es lo más inocente porque es senadora. Es probable que haya hablado con otra gente ligada a Cristina, no necesariamente con ella o con Máximo Kirchner. Él dice que no lo hizo pero es evidente que ha habido una negociación para que el kirchnerismo vote tres o cuatro artículos y modifique sustancialmente la ley. ¿Cuáles son esos artículos? El primero es el Régimen especial para grandes inversiones, que supone que aquel que hace una gran inversión en el marco de ese régimen, y exporta, dispone como quiere de los dólares que consigue en esa exportación. Lousteau lo modifica y reduce la disponibilidad de las divisas: el kirchnerismo probablemente lo apoye. El blanqueo: ¿irrestricto como lo quiere el Gobierno? No, con restricciones. Las privatizaciones, más parecidas a las que les gustaría a Cristina Kirchner que a la que les gusta al Gobierno ¿Y cómo le gustan? Lo puso por escrito: incorporación del capital privado a la empresa pública pero no privatización. Y acá está la clave: ¿La delegación de facultades legislativas al Poder Ejecutivo? Mucho más limitadas que las que quiere Milei.
¿Qué va a hacer el kirchnerismo? Va a votar en contra toda la ley pero estos artículos en particular, es muy posible que los vote con Lousteau. Son 33 senadores y hoy Lousteau está buscando otros senadores radicales que lo acompañen en esta posición, con lo cual podrían alterar mucho la Ley Bases. Y es probable que si esa ley alterada vuelve a Diputados, los legisladores no insistan en la versión original sino que la dejen como está.
Con esto, el Gobierno está ante un problema y lo sabe. Hay versiones muy insistentes y muy creíbles de que este lunes hubo gestiones del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que es el padre de esta ley, y de Santiago Caputo, que es un hombre que está tomando cada vez más y más poder en el Gobierno, tanto en la administración como en la política, con dirigentes radicales, gobernadores radicales, para que se despeguen expresamente de Lousteau. Ven a muchos gobernadores amigos, sobre todo a uno, que tiene una gran sintonía, diría ideológica, con el Gobierno: es Alfredo Cornejo, el gobernador de Mendoza, que conoce perfectamente el Senado porque viene de estar ahí. ¿Hubo reuniones con Cornejo, hubo conversaciones telefónicas? Probablemente las haya habido y el resultado haya sido un pronunciamiento de los gobernadores de Juntos por el Cambio, no sólo radicales, sino de Jorge Macri, un nombre que tiene un significado especial, y de los gobernadores de Chaco, Corrientes, Jujuy, San Juan, de Mendoza, de San Luis, y de Maximiliano Pullaro de Santa Fe.
Cuando se conoce este comunicado, que dice que “tiene que haber un apoyo contundente, ratificación y sanción de la Ley Bases y del paquete fiscal”, aparece un mensaje en la red X de Emiliano Yacobitti, vicerrector de la Universidad de Buenos Aires, aliado político de Lousteau --Mariano Roa insiste en Clarín con que es el mecenas, el financista de Lousteau-- que dice que “el supuesto comunicado de los gobernadores de Juntos por el Cambio pidiendo que se apruebe la ley Bases es falso”. ¿Por qué dice esto Yacobitti, que es aliado de Pullaro? Porque, al parecer, aquel comunicado salió por un intercambio de WhatsApp motivado por Alfredo Cornejo y Rogelio Frigerio, y Pullaro dijo: “No no, después de que vi el comunicado no adhiero a eso, no es mi comunicado”. Y esto le permite a Yacobitti, basándose en la reticencia de Pullaro, decir que el comunicado es falso porque tiene una firma que no debería estar.
Se pueden inferir cantidad de incógnitas. Una muy elemental, es que hay una resistencia muy grande de Lousteau, de Yacobitti y de todo un sector del radicalismo a acercarse al Gobierno y coincidir en temas como estos, que son de administración. Pero no tendrían el mismo problema para votar a un juez de la Corte como Ariel Lijo. Ahí sí coincidirían con Milei. No hay tanta disidencia ni tanto odio. ¿Cómo funciona la casta en esto, cuál es el estándar? ¿O hay un doble estándar?
Hay otra pregunta para hacerse que tiene que ver con el comunicado de Juntos por el Cambio. Es importante el nombre de Jorge Macri porque muchos creen que, en esta convergencia alrededor de cuatro artículos de la Ley Bases entre el kirchnerismo y Lousteau, hay el reflejo parlamentario de una convergencia electoral que se está explorando en la Capital Federal.
Es evidente que el radicalismo de la Capital Federal, el radicalismo de Lousteau y de Yacobitti, está cada vez más lejos de los Macri. Está yéndose de Juntos por el Cambio en la Capital para no tener que hacer una interna permanente con el Pro, que el radicalismo pierde. ¿Negociarían una convergencia con el peronismo de la Capital, que lidera Juan Manuel Olmos?¿Detrás de esta supuesta coincidencia técnica en el Senado lo que estamos viendo es una política territorial? ¿Lousteau, que es presidente del partido radical, arrastra a todo el partido simbólicamente detrás de su estrategia porteña? ¿Es ante esto que protestan los gobernadores? Como si dijeran: “Esta coincidencia con el kirchnerismo para dañar a Milei es un tema de Lousteau. Entre otras cosas, porque en nuestras provincias, el año que viene, si a Milei le va bien, necesitaríamos ir con La Libertad Avanza y no en listas separadas, que nos podrían hacer perder”.
Es decir: detrás del ajedrez parlamentario está el horizonte del de la oferta electoral que haya el año que viene.
Hay otras curiosidades en esta política tan desarticulada. Lousteau, Yacobitti, también por la cuestión universitaria, son vistos como el demonio de este Gobierno. Sin embargo, cuando Santiago Caputo arma la AFI, se aproximaría a íntimos amigos de este grupo, sobre todo, el secretario privado de Antonio “Jaime” Stiuso, Lucas Nejamkis, que es alguien de la intimidad de Yacobitti y de Lousteau. Hay zonas donde la enemistad es absoluta y hay odio, pero con las mismas personas, con la misma “casta” en otros temas hay amor: Lijo, la AFI.
Estamos observando la nueva organización de la política, donde en temas como la Ley Bases hay un gobierno y una oposición; y en temas como la AFI, el Gobierno y la oposición son otros. Hay alianzas que en el otro campo no se dan. Lo mismo pasa con Lijo.
A propósito de la AFI, el viernes pasado, Transener, que es la empresa de transporte de energía eléctrica en la que uno de sus accionistas es el Grupo Pampa, que lidera Marcelo Mindlin, informó un hecho relevante a la Bolsa: la renuncia de Sergio Neiffert, el designado por Milei y por Santiago Caputo al frente, del espionaje. No es que fuera secreto, solo que nadie lo había advertido: además de director de Acumar, la agencia que administra la cuenca del Riachuelo, Neiffert era director por parte Estado, por las acciones que tiene el ANSES, de Transener.
Neiffert presentó un currículum pintoresco en Acumar, donde dice que tiene un título de bachiller y técnico mecánico. Un experto en energía decía que, como estaba en Transener, pensaba que era electricista. Pero no. Sin embargo, lo interesante de ese currículum es la descripción que Neiffert hace de sí mismo en el perfil: “Amplia experiencia en gestión de recursos, tanto en ámbitos privados como públicos”. Se presenta a sí mismo, podríamos decir, como experto en “cajas”. Como primer rubro de su autopercepción, de su mirada en el espejo. Es interesante porque este gobierno incrementó los fondos reservados de la AFI. Con el paso del tiempo habrá que mirar todo esto para ver cómo se mueve.
En el campo que más le interesa al Gobierno, que es el campo de la alianza con la opinión pública, con la que hace palanca para enfrentarse a la casta en esta oposición pueblo contra casta, sigue teniendo las de ganar.
Según la encuesta de la consultora Casa Tres, la consultora de Mora Jozami, el 55% dice que escuchó hablar de la Ley Bases y que sabe en qué consiste; el 24% dice que escuchó hablar pero que no sabe en qué consiste; un 15% dice que no escuchó hablar y un 6% no sabe o no contesta. Hay una mayoría que está enterada, que está sensibilizada por el tema.
En cuanto a la opinión sobre la ley, hay un 40% que dice que lo mejor es que sea aprobada, un 38% dice que sea rechazada, y el no sabe no contesta llega al 22%. Todavía tiene una pequeña ventaja, -”una ventajita”, diría Macri por evocarlo a Sergio Massa- en el apoyo y el rechazo a la Ley Bases por parte del Gobierno, que la ha levantado como una bandera importante para definir oficialismo y oposición.
Esto está ligado a una cuestión central, que es la inflación. El primer mandato que tiene este gobierno es bajar la inflación y en ese tema principal le está yendo bien. No sabemos a qué costo. Por un momento, la preocupación por la inflación tiende a ser menor; es la principal pero empieza a ser menor, y sube la preocupación por el desempleo y la recesión.
Hace unos días Alfonso Prat Gay dijo que ha habido una caída del 25% en términos reales de la recaudación del impuesto al cheque. ¿Y por qué ese dato es relevante? Porque adelanta, dice Prat-Gay, en dos meses, la medición del nivel de actividad. Y concluye en que vamos a una hiperrecesión. El Gobierno nos dice que nos liberó de una híper, pero nos llevaría a otra, la hiperrecesión, que es otra pesadilla. Mientras tanto, la gente sigue premiando a Milei por haber reducido la inflación con un dato promisorio en ese campo, que es que en la Ciudad de Buenos Aires, se conoció el viernes, fue de 4,5% en mayo, un número muy bajo. Esto impacta mucho en la opinión del público, como muestra esta encuesta de Mora Jozami.
Ante la consulta sobre si está resolviendo el problema, el 20% dijo que “sí pero que necesita más tiempo”; el 55% dijo que “sí y que lo está haciendo en poco tiempo”. Es decir, un 55% del público, cree que el Gobierno es exitoso en materia de inflación y los números le dan la razón; otra cuestión son las consecuencias de eso. El 39% dice que no lo está solucionando ni cree que lo pueda hacer.
Sobre esa base, el Gobierno mantiene su política de agresividad y de odio en un país en el que se produjo una mutación en el mapa de la política que nos impide saber dónde empieza el oficialismo y dónde termina; dónde empieza y dónde termina la oposición. ¿En qué campo ubicamos al bloque de Pichetto? ¿Los radicales que son? Es una pregunta que no solamente tiene que ver con que cada grupo no define muy claramente su relación con el poder. El problema es también que cada grupo está fracturado internamente. El PRO está muy dividido en la superficie podríamos decir, entre Macri y Patricia Bullrich. ¿Qué los divide? Cuán cerca tienen que estar de Milei. El radicalismo está también dividido. ¿Qué los divide? Cuán lejos tienen que estar de Milei. Daría la impresión de que la única que se definió nítidamente es la Coalición Cívica, con Juan Manuel López en el Congreso, que dice: “Somos otra cosa y, como nos pueden correr con que somos kirchneristas, hacemos nuestra política”, que es la política de Carrió.
La política manejada por emociones también tiene una proyección en el plano internacional que también produce un boomerang. Allí también el odiado empieza a odiar.
El primer campo es la relación con España. El viernes salió en el boletín oficial español el retiro definitivo de la embajadora María Jesús Alonso. Ya no hay embajador en la Argentina, es la antesala de la ruptura de relaciones, de un Sánchez al que no le fue bien en la elección de ayer, pero tampoco le fue tan mal. En los cálculos estaba que le iba a ir mucho peor. Salió hecho. El PP de Alberto Núñez Feijóo, que ganó, salió mejor de lo que le había ido antes pero peor de lo que se pensaba. Y Vox, los amigos de Milei, crecieron. El conflicto con España está agravado, estamos a la puerta de la ruptura de relaciones y Milei siguió tuiteando en contra de Pedro Sánchez o retuiteando tuits de otros que hace propios.
El segundo conflicto de la política exterior, mucho más grave que el anterior, es la relación con Brasil. Un esfuerzo enorme de la diplomacia brasileña y también de la Cancillería argentina, de Diana Mondino, ha hecho que se contenga la aversión que se tienen personalmente Lula y Milei. Milei que reprocha que Lula le fue a decir a Joe Biden que, si él ganaba, se terminaba la democracia en la Argentina. Y Lula que dice que Milei, delante de Jaime Bayly, dijo que era un corrupto porque estuvo preso. Difícil volver de esos insultos. Están contenidos. Los dos se tienen que ver en julio, en una cumbre del Mercosur.
No sabemos cómo va a ser esa reunión, pero hay un tema delicado en el medio. La Corte brasileña mandó una carta a la Argentina informando la nomina de 143 seguidores de Bolsonaro, incriminados por haber participado del golpe de Bolsonaro contra el Congreso, que se fugaron de las cárceles de Brasil. Algunos estaban prisioneros y otros bajo un régimen de prisión domiciliaria, pero que no tenían derecho a salir. ¿Cuántos de esos hay en la Argentina? Dicen que 100. El primero de junio estuvo el hijo de Bolsonaro haciendo política en Buenos Aires con gente de La Libertad Avanza. Ya sabemos la relación de amistad profunda de Milei con Jair Bolsonaro y su hijo. Esto lo debe resolver una comisión. Manuel Adorni, el vocero presidencial, tuvo una respuesta técnica absolutamente neutral sobre el problema cuando lo interrogaron en la conferencia de prensa tradicional. Ahora, en Brasil consideran que, si Milei concede el refugio como perseguidos políticos a los 100 bolsonaristas fugados de Brasil, eso es una declaración de guerra entre dos países con muchos intereses en común, sumando también la proximidad geográfica. Tensión dentro del Mercosur.
También hay problemas con el G7. El Presidente dijo que no iba a ir a la reunión de la Puglia, donde lo infitó Giorgia Meloni, porque no quería pasar tanto tiempo en Europa. No consultó a Guillermo Francos ni a Santiago Caputo ni a Mondino. Finalmente corrigió y va a ir. Pero no lleva a la Canciller. Muchos se preguntan si ya empezó a convertirla en Posse. Con el exjefe de Gabinete todo comenzó de esa manera. No lo llevaba a los viajes, no lo atendía, cuando participaba de una reunión de Gabinete evitaba encontráselo. En el caso de Mondino, se le suma Karina Milei, que le sacó una oficina de comercio internacional e inversiones. La hermana del Presidente empieza a expandirse dentro del Gabinete. Por ejemplo, destacó, no sabemos si formal o informalmente, a un íntimo amigo de ella, el apoderado de La Libertad Avanza, Santiago Viola, a manejar cuestiones indeterminadas en la Aduana. ¿Lo sabe Eduardo Mallea, el interventor de la Aduana? ¿Está firme Mondino? En la Cancillería ya se lo empiezan a preguntar. Y comienzan a haber a un aspirante que se prepara: Daniel Scioli.
Último problema, el más importante. Los chinos también odian, aunque tengan paciencia milenaria. Y el Gobierno trató mal a Xi Jinping, que es sagrado para el régimen chino. E hizo algo más. Cuando Mondino viajó a Pekín para corregir las expresiones de Milei hacia Xi Jinping y el régimen chino, un grupo de diputados de La Libertad Avanza viajó a Taiwán. Y reconocer a Taiwán, darle visibilidad, que la República Popular China reclama para sí, es la “línea roja” que no habría que cruzar”. Y el Gobierno la cruzó. ¿Por qué es importante esto? Porque Alberto Fernández, en la reunión del G20 en Bali en 2023, consiguió un crédito de cinco mil millones de dólares de China. Y esa plata habría que devolverla de aquí a un mes. Y los chinos no dicen si van a permitir o no la renegociación de ese monto, que es parte importante de las reservas del Banco Central. Empieza a aparecer una especie de “paciencia” en China, que no ha comunicado si sabe si contestará o no a lo que considera agresiones. Mientras tanto, deja al gobierno argentino con la duda de si ejecutarán esa parte del swap. Esto es dañino porque el mercado mira cuál es el nivel de reservas que tiene Santiago Bausili en el BCRA. Los que conocen mucho al gobierno chino dicen “al final probablemente hagan rollover, permitan la renegociación de ese crédito y no pidan la plata. Pero va a ser en el último momento, en el último segundo. Mientras tanto, los funcionarios argentinos van a estar transpirando”. El odio va y el odio vuelve. Pugliese decía: “Les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo”. Milei podría decir “les hablo con el corazón y me contestan con el corazón”.
Fuente: https://www.lanacion.com.ar/politica/los-riesgos-de-la-politica-del-odio-nid11062024/