La historia de Carter y Rowdy es una poderosa prueba de cómo el apoyo y la comprensión pueden hacer una diferencia significativa en la vida de quienes padecen condiciones poco comunes. En un mundo donde rara vez nos encontramos con historias como la de ellos, el caso de un niño y un perro unidos por el vitiligo no solo es extraordinario, sino también profundamente conmovedor.

Carter era un niño de 8 años con vitiligo de Arkansas, Estados Unidos. Tenía una baja autoestima por las manchas en su piel, que en diciembre de 2014 comenzaron a aparecerle alrededor de los ojos. Pasaba un tiempo muy difícil en la escuela con estas transformaciones en su cara. Ni siquiera quería verse en el espejo. En una entrevista con ABC News, su madre, Stephanie Adcock, aseguró: “Lo primero que me decía cuando subía al coche es que odiaba su cara y cómo se veía”.

El caso de Carter ayuda a entender algunas de las duras consecuencias de esta enfermedad. A pesar de que la pérdida de pigmento no es en sí misma dolorosa físicamente, hay múltiples problemas asociados que sí pueden causar mucho dolor emocional. Instituciones de salud mencionan la caída de autoestima y confianza como uno de ellos, y la experiencia de Carter parecía demostrarlo especialmente. Otros daños pueden ocurrir a partir de la exposición al sol, ya que la falta de melanina hace más vulnerable a la piel. También pueden surgir problemas vinculados a los ojos, por ejemplo, la inflamación del iris y de la capa media del ojo. Por último, se puede generar una pérdida parcial de escucha.

El malestar de Carter, sin embargo, cambió cuando su madre un día halló en Facebook una foto de un labrador negro que también parecía tener vitiligo. No solo le sorprendía encontrarse con un animal con la misma enfermedad de su hijo, sino que también estaba asombrada de que tuviera tantos seguidores. El perro se llamaba Rowdy.

Un estudio afirma que el vitiligo canino comparte muchas características con el humano. También resalta que un diagnóstico inmediato y un tratamiento “agresivo” son cruciales para prevenir el desarrollo de problemas más graves, como podría ser la ceguera. Sin embargo, la investigación aclara, al igual que un informe de divulgación de especialistas en dermatología animal, que la causa exacta no fue todavía definida. Tampoco pudo encontrarse el tratamiento más efectivo. De todos modos, hay menos investigaciones sobre el vitiligo en animales que en personas, por lo que todavía queda mucho por conocer.

Gracias a su presencia en las redes sociales, Carter pudo rápidamente conectar emocionalmente con Rowdy. Este vínculo a distancia entre el pequeño y la mascota le permitió al joven ver su condición con otros ojos. Su madre cuenta que él pasó a estar menos enojado, dado que veía a su piel como “especial”. Tal fue el giro de perspectiva a partir de la relación con el perro influencer, que ahora Carter aseguraba que no cambiaría su piel por nada.

Todo parecía indicar que esta amistad permanecería en Internet, sin embargo, el vínculo entre Carter y Rowdy alcanzó a un hombre anónimo en Oregon, que donó 5000 dólares para permitirle al niño y a su madre viajar a la casa de la “celebridad canina”.

Niki Umbenhower, la dueña del animal, contó que cuando Carter y Rowdy se vieron por primera vez, jugaron “como si fueran viejos amigos”. Stephanie también recuerda con calidez este momento: “No parecía la primera vez que se veían. Ya eran como de la familia.” Lado a lado, Rowdy se tumbaba sobre el suelo, mientras Carter imaginaba una aventura con sus Legos. Las risas, caricias y abrazos eran constantes.

Años después, en 2017, Rowdy murió, pero Carter nunca olvidó al amigo que tanto lo había marcado. Por eso, le envía mensajes simbólicos de felicitaciones al perfil de Facebook del perro, que permanece activo e inspira a numerosos niños y adultos con vitiligo, en cada cumpleaños. A pesar de su fallecimiento, Rowdy es un símbolo de esperanza y resiliencia para aquellos afectados por la enfermedad que en un momento amenazó con destruir la autoestima de Carter.