La historia de Cássio, un héroe de Corinthians, que ahora ataja en Cruzeiro y será rival de Boca
Hasta hubo lágrimas. Cássio Roberto Ramos se despidió en mayo de Corinthians luego de 12 años, 712 partidos y nueve títulos. Tenía un destino asegurado: atajar en Cruzeiro, un gigante dormido...
Hasta hubo lágrimas. Cássio Roberto Ramos se despidió en mayo de Corinthians luego de 12 años, 712 partidos y nueve títulos. Tenía un destino asegurado: atajar en Cruzeiro, un gigante dormido. Rápido de reflejos, ya es uno de los imprescindibles del conjunto azul, que después de irse a la B y volver, y de un tiempo bajo el aura del Gordo Ronaldo, vuelve a empezar.
Sexto en el Brasileirao, en octavos de final de la Copa Sudamericana. De 37 años, simpático y gigante, de 1,95m, especialista en penales y villano de Boca, regresa a la Bombonera. Este jueves, a las 21.30, el hombre abre los ojos del mundo xeneize y aparecen algunas de sus pesadillas. Lejanas... y no tanto.
🇧🇷🧤 UNA de las DIEZ ATAJADAS con las que CÁSSIO mantuvo su VALLA INVICTA ante el líder BOTAFOGO.
Sensacional.pic.twitter.com/hEM8h0Y8KB
Cuántos cracks en este lado del mundo, en tiempos volátiles, de desprecio fácil y de triunfos fugaces, se convierten en bandera durante 12 temporadas sin interrupción. Esa es la pregunta que hay que hacerse: el valor real del sentido de pertenencia. Hasta que un día, después de tres partidos en Gremio y cinco temporadas en Países Bajos, disfruta de una vida en el segundo club más popular de Brasil.
Hay que saber, un buen día, irse a tiempo. Lo que suelen expresar los expertos en psicología: la necesidad de abrazarse a un (nuevo) proyecto. “No salgo del Corinthians porque esté en el banco, sino porque se acabó el ciclo. Estuve en el banco otras veces, en 2016 por ejemplo, y me quedé, trabajé aquí durante 12 años y no tuve problemas con los entrenadores, pero siempre hice todo lo que pude para ayudar. Me voy con una sensación de logro, estuve con el Corinthians en todo momento. Corinthians está muy bien cuidado con arqueros en este momento, así que me voy tranquilo. 12 años de trabajo y dedicación. Me voy tranquilo, porque hice todo por la institución”, contaba el hombre, en una despedida a toda orquesta
Con el perfil bajo acostumbrado en un hombre de tamaña altura. “Hablé con Fabinho (el manager), con el presidente, con todos, la conducción fue buena, no hubo peleas en ningún momento, son personas serias. Poner fin a un ciclo de 12 años y cinco meses no es fácil. Necesito afrontar nuevos retos, jugar en otros clubes, es algo nuevo. Ya me adapté aquí, pero es lindo salir también, hacerlo bien y creo que ese momento ha llegado”, expresaba, al borde de las lágrimas.
Boca, siempre Boca en su camino. Parece mentira: hasta tenía a un símbolo xeneize del arco como guía cuando era un pequeño que atajaba papelitos de colores en Veranópolis, un municipio del estado de Río Grande del Sur. Fue campeón de la Copa Libertadores 2012 frente a Boca (la serie en la que Juan Román Riquelme anunció su final y provocó un sismo interno) y, más recientemente, fue verdugo en la definición por penales del mismo torneo, ante el mismo adversario y en la Bombonera, en los octavos de final de 2022. Y además de Estudiantes, en los cuartos de la Copa Sudamericana 2023.
“Fue muy difícil eliminar a Boca, un equipo muy bueno, en una cancha mítica, con una hinchada que no deja de alentar durante todo el partido...”, había contado Cassio en su momento, luego de la inesperada clasificación. Tomó dimensión de ese hito esa misma noche, por el valor de lograrlo en la Ribera para un equipo brasileño. “Creo que solo el Santos de Pelé logró clasificar en la Bombonera, es histórico. Es bueno mirar hacia atrás y ver que ya has hecho historia. Recuerdo la primera vez que vine a jugar aquí, el ambiente era muy hostil...”, describía.
Cuando se despidió de San Pablo rumbo a Belo Horizonte, recordó esa gesta. “Boca en la Bombonera creo que es una etapa emblemática. Creo que fue muy... Ah, hombre, eso fue...”. No supo cómo describir esa sensación, que va a repetir este jueves, frente a un Boca apichonado, aunque con la mística de siempre, más allá de la presencia del gigante que tantos dolores de cabeza reporta en la memoria.
El hombre que fue parte del Mundial Sub 20 2007, del Mundial 2018 y de la Copa América 2019 tiene un ídolo que provoca simpatía en el Mundo Boca. “Recuerdo a uno de los arqueros que me encantaba ver, Oscar Córdoba. Era un arquero de Colombia. Jugó en Boca hace mucho tiempo. Siempre me gustó, tenía un estilo más audaz de jugar”, expresó el arquero, que pone en ese mismo pedestal al danés Peter Schmeichel y al brasileño Cláudio Taffarel. Evidentemente, la época dorada es de otro tiempo.
¿Y los mejores arqueros de la actualidad? Dos Sub 40: el belga Thibaut Courtois y el alemán Manuel Neuer. “Es quien cambió la forma de jugar de los arqueros, con su destreza con los pies”, asume el villano xeneize, líder de un buen equipo, pero que no es una misión imposible. Todo lo contrario.
“Lo perdimos antes de jugar. Esa noticia afectó al grupo. Más de uno lloraba al término del partido porque se despedía Riquelme y no por haber perdido. Yo les decía que no iban a jugar nunca más un partido así y pasó eso, no la jugaron más...”, llegó a decir Julio Falcioni, enemistado con el ahora presidente xeneize por la finalísima de 2012. Después de conseguir esa primera estrella grande con Corinthians, frente a un Boca que ardía, el arquero voló al cielo.
En su primera temporada fue clave, con una actuación decisiva en la conquista del Mundial de Clubes en 2012, disputado en Japón, que se selló con un triunfo por 1-0 contra el Chelsea: no sólo no recibió goles, fue proclamado el mejor jugador.
Abandonado por su padre, con una infancia desgarradora que prefiere no olvidar, ahora vuela. De aquí, para allá. “Con mi mamá vivíamos en una casa humilde, de madera. No hacía falta abrir las ventanas para que el sol entrase. Con mi hermana compartíamos una cama cucheta y yo crecí tanto que ya no entraba, por lo cual tuve que dormir en el piso. Y de eso no me quiero olvidar. Al contrario, suelo recordarlo para reafirmar de dónde vengo”, contó, alguna vez.
Del piso más frío al cielo más iluminado. La Bombonera espera al ídolo de otra camiseta, a un auténtico villano. Para acabar con esa afrenta.