Iván Maggi, un argentino en el sindicato de jugadores de la NBA: “No hay que olvidarse que son personas como nosotros”
La NBA actual es una NBA lejana a la Argentina, sin lo más atractivo del deporte que son... los deportistas. Ninguna ban...
La NBA actual es una NBA lejana a la Argentina, sin lo más atractivo del deporte que son... los deportistas. Ninguna bandera celeste y blanca flamea en los estadios en la incipiente temporada 2024/25 porque la mejor liga de básquetbol del planeta, que llegó a tener seis jugadores albicelestes en simultáneo, no tiene representantes del único país que desde Atenas 2004 en adelante le pudo robar una medalla de oro en los Juegos Olímpicos a Estados Unidos. En ese mundo de elite, tan fantástico como exigente, nuestra nación sí tiene protagonismo en las franquicias con Pablo Prigioni de asistente en Minnesota Timberwolves, además de entrenador del combinado nacional; y Emanuel Ginóbili de asesor de San Antonio Spurs. Por fuera de los equipos, pero muy cerca de las estrellas, la bandera la levanta Iván Maggi, un joven nacido en Mar del Plata hace 34 años que se desempeña en el único sindicato de jugadores de la organización, la NBPA.
El apellido Maggi es palabra mayor en el básquetbol argentino por lo que hizo el padre de Iván, Diego, en la Liga Nacional (LNB) y la selección argentina, con la que fue campeón de los Juegos Panamericanos 1995. Su hijo eligió la misma disciplina, pero desandó otro camino. Con el afán de estudiar y jugar en Norteamérica, envió por correo videos en DVD y VHS para que los entrenadores puedan analizar sus atributos basquetbolísticos y consiguió una beca en una universidad de Nueva York, cerca de Manhattan. Allí se desempeñó dos años, pero su interés, a sabiendas de que construir una carrera deportiva le iba a ser cuesta arriba, estaba puesto en las finanzas. Trabajó en el banco J. P. Morgan y en Morgan Stanley hasta que su cercanía con Prigioni lo depositó en una de las mejores ligas deportivas del planeta a través de un rol en el que está en contacto directo con figuras para responder a sus necesidades.
-¿Cómo llegaste a la NBPA?
-Fue hace unos seis años. Un poco coincidió de estar en el momento y lugar adecuado. Fue algo que se fue dando a través de los años. Vine a Estados Unidos hace unos 15 años a una universidad a jugar al básquet. Hubo un hecho importante que ayudó a desembocar en la NBPA que es que Pablo Prigioni firmó para jugar en los New York Knicks, nos hicimos amigos y a través de él empecé a conocer a mucha gente del básquet. Una de las personas que conocí fue a quien hoy es mi jefe en la NBPA y fue quien me contrató. Nos conocimos en un partido de Brooklyn Nets, él se interesó en cómo yo sin trabajar para jugadores estaba cerca de tantos jugadores, tenía relaciones personales con ellos, pero no trabajaba ni ofrecía un servicio profesional a ellos. Se interesó en mí porque eran las cualidades que él buscaba para armar el equipo. Una vez que se abrió la posición me llamó y me dijo que aplique para luego darme el trabajo.
-¿Y la relación con Prigioni, cómo empezó?
-Cuando él llega a Nueva York, para jugar en los Knicks, nos hicimos amigos porque nos presenta (Juan) ‘Pipa’ Gutiérrez. Él vino con su familia y era un país nuevo para ellos. Lo ayudé a adaptarse, vivíamos muy cerca y el centro de entrenamiento de los Knicks está muy cerca de donde yo estudiaba. Nos hicimos cercanos, iba a los partidos con él, salíamos a cenar, etc. A través de él y los lugares donde nuestro vínculo nos posicionaba, empecé a conocer jugadores, agentes, ejecutivos, etc. La repetición, el estar ahí, estar abierto a querer desarrollar alguna actividad profesional dentro del básquet terminó desembocando en esto.
Humanizar a las estrellas. Ese es el secreto de Maggi para generar y sostener un vínculo con los jugadores de la NBA en un mundo más que atractivo para todo aquel que es amante de la actividad. Y aunque al principio es una relación laboral por su trabajo y el de los deportistas como tal, no son pocas las figuras con las que tiene una amistad que va más allá del básquetbol y se vincula en el día a día.
-Antes de trabajar en la NBPA ya tenías relación con muchos jugadores, ¿Cómo se le llega a un jugador de la NBA?
-Estando afuera lo que me ayudaba era la cercanía con Pablo, era lo que me daba cierta validación con sus compañeros y amigos. Lo más importante es no olvidarse que son personas como todos nosotros y que la mayoría de los problemas que tienen son similares a los nuestros. Uno los ve de afuera y piensa que quizás, por ejemplo, el problema económico lo tienen resuelto, pero tampoco hay que olvidarse que los jugadores se retiran a los 32 años y tienen 50-60 años para vivir y deben encontrar una nueva vida para desarrollar otra carrera profesional para el 60-70% de su vida. La forma en que yo me relacionaba, y me sigo relacionando, es humanizarlos, verlos como personas, como uno. Uno puede tener la misma conversación que con un amigo y termina siendo algo interesante para ellos porque muchas veces son puestos en ese rol de superestrellas, de alguien inalcanzable, y encuentro muchas veces poder tener conversaciones más profundas y humanas con ellos ayuda a desarrollar esos vínculos.
-¿Es bajarlos a la Tierra?
-Es que ellos están en la Tierra. Mucha gente los eleva. Son muy buenos en la actividad que realizan, no hay que olvidarse de eso. En casi ninguna otra profesión hay un ranking, como pasa con los atletas, con los mejores 100, 200 o 500 donde constantemente te están analizando, sacando estadísticas, diciendo que tan bien trabajaste ayer, que tan bien hoy y tan bien vas a trabajar mañana. Es constante eso. Si todos los días alguien te evalúa constantemente con estadísticas a fondo, es un poco agobiante. El hecho de poder estar en la elite de algo que es tan importante en la vida de tanta gente como es el deporte, por ahí resulta que se los ponga en ese rol de superhéroes.
Lo más importante es no olvidarse que son personas como todos nosotros y que la mayoría de los problemas que tienen son similares a los nuestros
Iván Maggi, NBPA
-¿Cuál es actualmente tu rol en la NBPA?
-Siempre tuve un rol de nexo con los jugadores. Cuando ingresé hace seis años mi enfoque eran los jugadores internacionales y, si bien hoy lo sigue siendo, en la última reestructuración donde ascendió André Iguodala como director ejecutivo, en la cual sigo con un enfoque en jugadores internacionales, también trabajo con varios jugadores estadounidenses. Soy el nexo de la NBPA con los jugadores, cuando nosotros necesitamos algo de ellos o viceversa. Es estar ahí para poder acercarnos. Casi que no hay límites a qué es lo que hacemos o lo que hacen ellos por nosotros. Hay una serie de servicios que la NBPA ofrece como sindicato, pero depende la relación que se tiene con cada jugador esas líneas se desvanecen un poco y terminamos teniendo un vínculo mucho más fuerte donde hay pedidos más personales.
-¿Son todos los jugadores de la NBA a los que asisten?
-La NBPA es el único sindicato de la NBA. Las superestrellas como LeBron James, (Stephen) Curry y (Kevin) Durant, por decir algunas, tienen un equipo de soporte más grande que el resto y muchas veces es entendible que puedan resolver un montón de cuestiones con sus propios equipos. No dejan de ser parte de la NBPA ni de tener una participación activa en el sindicato. Curry, por ejemplo, hizo eventos en el sindicato y entrenó en la cancha de básquet de nuestras oficinas hace un mes. Tienen una participación muy activa dentro del sindicato incluso las superestrellas.
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-¿Qué se suelen pedir desde ambos lados?
-Lo institucional, que se hace dentro del sindicato; puede ser algo del marco legal cuando un jugador apela una falta técnica o una multa que le ponen por algún comportamiento; si tienen algún problema de seguridad; el manejo de los beneficios para cuando se retiran, es decir las pensiones y jubilaciones y seguros médicos. Cualquier problema que pueda haber de relaciones públicas o mediático también podemos ayudarlos; las fundaciones que son un aspecto importante porque hay un programa que le empata a todos los jugadores hasta 25 mil dólares en donaciones por año. Todo eso se maneja dentro del sindicato. Otro aspecto importante es el lado comercial: la NBPA maneja los derechos de nombre e imagen de los jugadores. Por ejemplo, cuando vienen los videojuegos nosotros negociamos con ellos y les damos una tarifa global por todos los jugadores para que tengan los derechos. No pueden negociar con cada jugador. Lo mismo pasa con Panini, Nike y demás empresas que compran esas licencias. Lo personal puede ser de todo.
-¿Qué es lo que más curioso que has hecho por algún jugador?
-Dentro de lo que se puede decir, he ayudado a jugadores a acumular millas de aerolíneas. No cuando viajan con los equipos porque son vuelos chárteres, sino a varios rookies que antes del Draft se presentan ante todos los equipos y son citados a entrenamientos. Cada jugador vuela a las ciudades de los equipos que los solicitaron y son vuelos en primera clase pagos por los equipos. Ahí acumulan un montón de millas y los he ayudado a que aprovechen esas millas porque luego tienen, por ejemplo, vacaciones pagas para ellos y sus familias.
-¿Qué reputación tienen los sindicatos en Estados Unidos?
-No sé en general como son, no podría hablar. Dentro de este ámbito, hoy en día hay una muy buena relación entre NBA y NBPA. Lo bueno es que hay una sinergia donde se entiende que ambos somos dueños del negocio y, si el negocio va bien, a los dos nos va a ir bien. Es una cuestión de llegar a un convenio de trabajo, que es lo que se firma cada siete años, donde las dos partes estén conformes y ganen. Si una parte no gana, la otra generalmente tampoco. Es importante entender eso y hoy en día, como se puede ver públicamente, el negocio está muy bien y termina siendo beneficioso para ambas partes.
-¿Cómo es el trabajo en el arranque de una temporada?
-En el equipo que estoy yo, que estamos en contacto con los jugadores, ahora empieza una etapa nueva con jugadores nuevos. De mi lado me tengo que presentar con varios jugadores, llegarles en algún momento de la temporada. Es acercar la NBPA a los jugadores, a los que ya la conocen y a los que no. Intentar hacer que aprovechen los servicios que les ofrecemos. Cuando tengo que explicarles a algunos jugadores les digo, ‘vos tenés una tarjeta crédito que te cobra una tarifa anual por los servicios, asumí como que a nosotros nos pagas para estar en el sindicato´. A los jugadores se les cobra una pequeña membresía que se saca del dinero que se genera de la prestación de los servicios de su imagen y su nombre. Es aprovechar los servicios que te ofrecemos, podes pagar y no aprovechar los servicios o aprovecharlos a fondo. Hay que encontrar el ángulo y el momento: hablarle de jubilación a un chico de 19 años no tiene sentido, pero a uno de 38, sí. Es encontrar lo que le interesa a cada jugador en cada etapa de su vida.
Es un trabajo minucioso el cómo llegarle a cada jugador, ¿Qué respuesta soles recibir?
-De todo un poco. Desde que estoy en la NBPA, e incluso un poco antes, la imagen de la organización cambió mucho de parte de los jugadores hacia la asociación. Cuando entré noté que me resultaba más difícil presentarme a un jugador y hoy en día la imagen cambió muchísimo. Obviamente eso a mí me facilita el trabajo, tenemos mucha mejor respuesta y es más simple trabajar con ellos. Creo que se basa en el trabajo que hicimos en los últimos años con los jugadores de demostrarles que el sindicato no tiene porqué ser aburrido. Por ahí a nivel global uno piensa en sindicato y no piensa en cosas ‘cool’. Sin embargo en los últimos años hicimos cosas interesantes a nivel global, como es el evento en Málaga donde llevamos a un grupo de 20 jugadores y los invitamos a entrenar, a relajar y a participar de una conferencia de tecnología en el deporte. Por ahí es interesante por ese lado ver cómo va cambiando la percepción de los jugadores para con el sindicato.
La NBA no tiene jugadores argentinos desde que Leandro Bolmaro la dejó en 2023. Desde la pandemia de Covid-19 en adelante también probaron suerte Luca Vildoza, Gabriel Deck y Facundo Campazzo, el único que, de ellos, logró asentarse y tener cierta continuidad aunque no como esperaba y, por eso, regresó a Europa luego de que Dallas Mavericks lo cortó. Lejos en el tiempo, pero no en la memoria de los argentinos, quedó la época de oro con Emanuel Ginóbili, Fabricio Oberto, Luis Scola, Carlos Delfino, Andrés Nocioni y Walter Herrmann compartiendo la mejor liga del planeta. En el horizonte el panorama no parece ser muy alentador.
-¿Por qué no hay jugadores argentinos en la NBA?
-La NBA es una elite total, están los mejores 300 jugadores y el resto es una mezcla de jóvenes con jugadores que buscan contratos, etc. Hay que ser muy bueno para estar en la NBA, no hay que subestimarla. No sé bien porque no hay, no sé cómo se trabaja en la Argentina. Tal vez la competencia o el nivel de enseñanza no están. No te lo sabría decir específicamente, pero la realidad es que por lo que veo y por lo que hablo con los scouts estamos muy lejos de tener jugadores en la NBA, lamentablemente. Creo que hay más posibilidades de que regrese alguno de los que estuvo a que aparezca alguno nuevo al menos en los próximos tres años. Ojalá eso cambie y haya más argentinos, para mí sería mucho más simple. Trabajo con internacionales y es más simple desarrollar relaciones y atender a un jugador argentino que a uno otro de otro país.
-¿Cómo ves el trabajo de Prigioni en Minnesota y la alternancia con la selección argentina?
-Lo veo bien. Sé que le toma mucho tiempo, que le dedica muchísimo tiempo a los dos trabajos y está muy conectado con el básquet argentino. Él nunca deja de lado uno para estar con el otro. Si un día se tiene que quedar hasta las 2 AM revisando algo para terminar un trabajo bien, lo va a hacer. Eso me parece muy importante porque se toma los dos trabajos muy enserio. Es algo que se ve en Jordi Fernández con la NBA y la selección de Canadá, en su momento también lo hizo Ettore Messina en los Spurs e Italia. Hay un montón de casos en el básquet donde los entrenadores alternan NBA y selecciones nacionales.
-¿A la NBA como organización global, le interesa el mercado argentino de jugadores y entrenadores?
-A la NBA en términos globales lo que le interesa es que en cada rincón del planeta se pique una pelota de básquet y se mire un partido de NBA. Es la lógica y es el negocio de ellos. Tiene todo el sentido del mundo que ese sea su objetivo. En términos de expansión, no sé si salen a buscar entrenadores en la Argentina, eso es más por mérito. El verdadero negocio está en los jugadores, uno no mira un partido porque hay un asistente técnico de un país en la cancha. Lo mira porque está el jugador superestrella o ni siquiera, sino porque hay un argentino más allá de si está en el banco de suplentes o juega todo el partido. El negocio va más por el jugador. En términos de desarrollo si bien la NBA se interesa en desarrollar jugadores, el negocio real está en acaparar la mayor cantidad de televidentes y aficionados posibles en todo el mundo.
-Hoy la NBA la dominan jugadores internacionales, ¿Cómo lo toma el público estadounidense?
-La realidad es que en términos globales los estadounidenses son los mejores. Si bien los mejores jugadores hoy en día son internacionales, son todos de países distintos y cada jugador compite para su nación. Le cuesta al televidente americano en general ver que un jugador extranjero, sobre todo alguien como (Nikola) Jokic que es poco ortodoxo, se lleve el MVP. El fanático en general quiere que se lo lleve Curry, Anthony Edwards o el propio (Luka) Doncic sería más aceptado por el juego.
-Por ejemplo, les molestaría menos que el MVP sea Giannis Antetokounmpo que Jokic por la forma de jugar…
-Claro. Es por el estilo de juego, que es más vistoso. Pero la realidad es que los números no mienten en ese sentido. La cantidad de victorias y la influencia que tiene Jokic es brutal y el hecho que se lleve el MVP año tras año no es coincidencia, sino que es lógico y está amparado por las estadísticas.
-Viste cientos de partidos en primera fila, ¿por qué jugador pagarías la entrada una y otra vez?
-Doncic es muy divertido. Lo más sorprendente para mí es que personalmente es mucho más grande de lo que parece. Yo mido dos metros y él es un poquito más alto que yo, pero es mucho más grande. Uno cuando lo ve en persona y comparado con los jugadores que lo defienden, entiende un poco porqué saca la ventaja que saca. En la TV uno a veces lo ve y dice ‘como hace esto’ o ‘como encuentra los espacios’. Pero, aparte del talento que tiene, es mucho más grande de lo que parece y hace una diferencia física brutal. Otro que es muy divertido para mirar es Anthony Edwards. Son dos jugadores que hablan mucho y es divertido ver el intercambio que tienen con los fans y con los demás jugadores. Jokic es un jugadorazo, por ahí el mejor de la NBA, pero hace todo callado y no va a cambiar demasiado si lo ves de cerca o lejos.