Está a una hora de Buenos Aires y es ideal para una propuesta gastronómica que homenajea la cocina de las abuelas
Con la llegada del fin de semana, muchos buscan alejarse del estrés y la agitación de la ciudad para ...
Con la llegada del fin de semana, muchos buscan alejarse del estrés y la agitación de la ciudad para disfrutar de la tranquilidad del campo y romper con la rutina diaria. En esta ocasión, te presentamos una propuesta gastronómica que promete despertar recuerdos y emociones: un encantador lugar que ofrece una experiencia culinaria que evoca la nostalgia, transportando a sus visitantes a la cocina de las abuelas en cada bocado.
Se trata de Don Obayca, un restaurante de campo situado a solo 10 kilómetros de la histórica Basílica de Luján. Este restaurante, que en su origen funcionaba como un almacén de ramos generales del pueblo y tiene 125 años de antigüedad, es el único en su tipo en Cortínez, una pequeña localidad del partido de Luján con unos 3.000 habitantes.
Don Obayca: los inicios de este especial proyectoEn diálogo con LA NACION, Juan Rafanelli, creador del restaurante hace más de 13 años, dio a conocer que el objetivo principal de su espacio es la propuesta gastronómica que ofrecen. “Hace varios años, por esas cosas de la vida, yo pasé por el lugar”, comenzó diciendo, sobre el momento que se topó con lo que sería su siguiente gran aventura. Antes, era una casa destinada a ser un viejo almacén de ramos generales y estuvo cerrado durante muchísimo tiempo. En aquel entonces, “todavía no estaba el auge de los restaurantes de campo”.
Juan, oriundo de Luján, tenía un conocimiento básico de gastronomía. Pero después de vivir un tiempo en la Ciudad de Buenos Aires, decidió hacer un cambio de vida y abrir su propio restaurante. “A partir de eso, me dediqué full time a lo que es la gastronomía, obviamente a aprender, a estudiar”, contó. Además, explicó que comenzaron a ganar popularidad con una movida con autos y motos, contactándose con agencias y organizando eventos. Con el tiempo, lograron convertir el lugar en un punto de encuentro al que acuden personas de todas partes para conocerlo.
La casa, construida en 1880, se encuentra en una esquina con muros de ladrillos y barro que mantienen su estructura original. El espacio refleja un ambiente auténtico, con una atmósfera que evoca la vida rural y el campo, donde el paso del tiempo se siente en cada detalle. Asimismo, es un lugar que invita a conectarse con lo esencial, alejado de la modernidad, conservando un encanto que transporta a otra época. La simplicidad de su arquitectura y su estilo rústico logran crear una experiencia única para quienes lo visitan.
Sobre el menú que decidió adoptar, Juan admitió que no quería algo complicado, sino “volver a la cocina de las abuelas”. “Tenés pastas súper caseras, amasadas a mano, no hay máquinas, entonces eso nos condiciona también a tener una capacidad limitada”, explicó. Justamente por eso, se manejan únicamente con reserva, por lo que hay que contactarlos vía telefónica para poder acudir.
Este sitio ofrece una experiencia gastronómica única con la modalidad de tenedor libre, permitiendo a los visitantes disfrutar de una amplia variedad de platos. Entre las delicias que ofrecen, se encuentran entradas como sus famosas empanadas dulces. Además, los platos principales incluyen parrilla y una selección de pastas caseras que evocan los sabores tradicionales de la cocina de antaño, para sentirse como en casa.
El menú es fijo, pero ofrece una amplia variedad de opciones para todos los gustos. Aunque es libre, varía según la estación del año y los alimentos de temporada, lo que asegura frescura y adaptabilidad en cada plato. “La idea nuestra es que puedan probar todo lo que hacemos”, explica el dueño, resaltando el enfoque en ofrecer una experiencia gastronómica diversa y accesible para quienes buscan disfrutar de distintas preparaciones en un solo lugar.
El espacio tiene un ambiente descontracturado, donde cada mozo interactúa con el cliente y lo guía para que viva una experiencia única. Luego de la entrada, la propuesta comienza con una degustación de pastas o de parrilla, invitando a probar todos los sabores del sitio para descubrir su favorito. Esta dinámica crea una experiencia casi inexistente en el mundo gastronómico. A continuación, el detalle del paso a paso del menú:
EntradasFiambres caseros y quesos, matambrito a la parrilla, papas fritas y verduras, conservas de elaboración propia, que van variando porque son de temporada y panera de campo. Luego, unas empanadas fritas tradicionales o dulces, que tienen una historia muy especial detrás.
PastaSorrentinos de calabaza o jamón y queso, cintas caseras, lasaña artesanal, ñoquis, y ravioles verdes. Se puede seleccionar la salsa de preferencia, como estofado o bolognesa, entre otras. Todo se prepara a mano, sin el uso de máquinas.
AsadoVacío y tira de asado, pechito de cerdo, chinchulines y chorizo. Esta opción viene acompañado de papas fritas crocantes, además de ensaladas. Todo esto tiene un costo de $23.000.
Como es de esperarse, la carta de postres no puede faltar con su esencia tradicional, por lo que los visitantes pueden encontrar clásicos como flan mixto con dulce de leche casero, budín de pan y queso y dulce. En el menú fijo se incluyen una de estas delicias caseras por persona.
Actualmente, abren sus puertas únicamente los sábados, domingos y feriados durante el mediodía.
El secreto de sus empanadas dulces que son furorResulta que una de las estrellas del menú tiene una historia que emociona, que está vinculada a uno de los recuerdos más especiales y más antiguo que Juan tiene con su papá, cuando visitaba un sitio de comidas de Luján. “Cuando era chico, mi viejo me llevaba a comer a un restaurante” comenzó diciendo y sumó: “Cuando yo pongo mi restaurante, me voy a buscar la empanada, a la persona que la hacía, y cuando doy con la persona, era un hombre de 85 años”. Se trata de una empanada dulce de cuatro horas de cocción, un clásico campestre y un sabor que le quedó grabado para siempre y que necesitaba llevar a su propuesta de gastronomía.
En esa misma línea, continuó: “Entonces, yo lo voy a buscar para pedirle que me enseñe a hacer la empanada, porque yo la quería dar en mi restaurante y, además, la quería comer yo, porque me llevaba a recordar a mi papá”. Luego de varios intentos, logró convencer al hombre, lo llevó a su local y tuvo la gentileza de explicarle el paso a paso. “A mí, como la música, la comida me lleva a recordar esos momentos”, admitió Juan.
Por todo esto, visitar Don Obayca no solo brinda la oportunidad de disfrutar de platos tradicionales y abundantes, sino que también permite experimentar un viaje al pasado. En este entorno rústico y encantador, se celebra la rica herencia culinaria argentina, ofreciendo a los comensales una experiencia gastronómica que evoca a lo de antes.
A pesar de que no hay mucho para conocer en Cortínez, la Basílica de Luján está muy cerca, lo que permite complementar la escapada con un paseo por allí.
Otros datos útilesCómo llegar. Don Obayca está ubicada en San Lorenzo 797, en la localidad bonaerense de Cortínez. Se encuentra a 96 kilómetros de CABA y el viaje se hace por la Ruta Nacional 7.Cuánto cuesta. El valor del menú fijo es de 23 mil pesos por persona. No incluye las bebidas.Contacto. Teléfono para realizar reservas: +54 9 11 3015-2189 Instagram: @donobayca.