Durante los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, Fernando Dayán Jorge Enríquez se convirtió en el primer atleta cubano en ganar una medalla dorada en canotaje. Luego de conseguir esa proeza, escapó de su país y ahora volverá a participar de la disciplina en París 2024. Sin embargo, ya no representa a su Cuba natal, sino que forma parte del Equipo Olímpico de Refugiados.

Jorge Enríquez nació el 3 de diciembre de 1998 en Cienfuegos, casi en el centro de Cuba. A los 11 años encontró su pasión en el piragüismo o canotaje, una disciplina que se practica en aguas tranquilas y que aprendió con la ayuda de su padre. Como representante de su país, estuvo en torneos importantes, como el Panamericano de Lima 2019 y los Juegos Olímpicos de Río 2016 y Tokio 2020.

Su talento quedó en evidencia tras subirse al podio en la gran mayoría de torneos internacionales que disputó. En los campeonatos mundiales 2017, 2018, 2019 y 2021 no pudo ganar la medalla dorada, pero nunca bajó de un tercer lugar. En los Juegos Panamericanos 2019, fue campeón en la categoría C2 1000 metros, la misma que repetiría con un oro olímpico en Tokio 2020, junto con su compañero, Serguey Torres. Para ese entonces, tenía tan solo 22 años.

Cuando terminaron esos Juegos Olímpicos, que debieron posponerse un año debido a la pandemia de Covid-19, Fernando debía regresar a su cuba natal. Sin embargo, estaba convencido de que no quería estar más en su país. En diálogo con AFP, calificó al régimen cubano como una farsa. “Por eso deserté”, explicó.

Plan de escape: emigró ilegalmente a EE.UU. y estuvo detenido

Luego de esas vacaciones, en marzo de 2022, los atletas cubanos viajaron a México con el propósito de realizar un campamento deportivo de 21 días antes de un nuevo campeonato mundial. Apenas llegó al aeropuerto, Jorge Enríquez decidió escapar. Con la ayuda de una persona de la delegación, se ocultó durante 15 días en el centro de México y esperó su oportunidad para cruzar a Estados Unidos.

El deportista contó que durante esas dos semanas permaneció escondido, tratando de pasar desapercibido para que las autoridades cubanas no lo encontraran y lo obligaran a volver a la isla. Luego, se dirigió hacia la frontera y navegó por el Río Bravo hasta llegar a EE.UU.

Una vez en el país del norte, fue detenido por las autoridades fronterizas debido a que había cruzado sin documentación Lo liberaron y le fijaron una audiencia. Entonces, voló a Miami, donde lo esperaba su esposa. En Florida trabajó como fontanero y encargado de mantenimiento. “Me levantaba a las 4 de la mañana para entrenar, luego iba a trabajar ocho horas y luego regresaba a casa a entrenar nuevamente”, recordó.

Al poco tiempo, consiguió el estatus de refugiado en Estados Unidos. En tanto, nunca abandonó su sueño de poder competir a nivel internacional. Durante un año, estuvo a la espera de que el Comité Olímpico Internacional (COI) lo aceptara. Finalmente, este año le dieron un lugar en el Equipo Olímpico de Refugiados y lo sumaron a los juegos de París 2024.

Equipo de refugiados: de qué se trata el programa que respalda a personas desplazadas

El COI tiene a su cargo a la Fundación para los Refugiados Olímpicos (ORF, por sus siglas en inglés), una institución que apadrina y beca a atletas que debieron abandonar sus respectivos países de origen. Este grupo de personas llegará a París 2024 conformado por 36 atletas de 12 disciplinas distintas. El trabajo de la institución es ubicar a estos atletas, becarlos y hacer que los Comités Olímpicos del país de acogida les den un lugar para que puedan entrenar.