Es argentina: buscaba ayudar a su hijo enfermo y halló en los erizos de mar la clave de un producto que hoy comercializa
SAN CARLOS DE BARILOCHE.– “Promarine surge por una vivencia personal. Mi segundo hijo nació con una enfermedad autoinmune. Eso generó una crisis familiar muy grande y mucho miedo. No soy una ...
SAN CARLOS DE BARILOCHE.– “Promarine surge por una vivencia personal. Mi segundo hijo nació con una enfermedad autoinmune. Eso generó una crisis familiar muy grande y mucho miedo. No soy una persona que se queda quieta y utilicé mi profesión y mis capacidades, además del aporte de muchos científicos y médicos, para poder encontrar cómo podía ayudar a mi hijo. Los tratamientos tradicionales incluyen corticoides y otros fármacos que sabía que a largo plazo le iban a hacer daño”, cuenta Tamara Rubilar, una científica argentina con más de 20 años de formación en las ciencias biológicas.
Y suma: “Me encontraba en un lugar de privilegio, desde el que podía hacer algo por mi hijo. E hice lo que sé hacer: investigar. Me contacté con inmunólogos de todo el mundo para ver qué se buscaba para evitar la inflamación del intestino y las alergias. Leí todos los papers que me llegaban y un colega me acercó uno en ruso. Mi mamá me ayudó a leerlo: mencionaban a un poderoso antioxidante marino, echinochroma A, que se obtiene a partir de huevas de erizos de mar”.
En el artículo científico demostraban que unos pigmentos de un erizo de mar que habita en el Océano Pacífico del norte actuaban como antioxidantes, tenían un fuerte efecto antiinflamatorio y mejoraban el sistema inmune. Tras reunirse vía Skype con el autor del trabajo, que vive en Siberia, Tamara envió un extracto a Rusia y le respondieron que el erizo de mar Arbacia dufresnii –que habita en las costas de la Patagonia austral y en la región Antártica– contenía altas concentraciones de ese pigmento y en muy buena calidad.
Rubilar utilizó sus capacidades para ayudar a su segundo hijo, que nació con una enfermedad autoinmune de origen desconocido. Su línea de investigación, vinculada con los erizos de mar, la llevó a fundar Erisea SA, la primera empresa de base tecnológica en la Patagonia con licencia exclusiva de biotecnología acuícola del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). La empresa con base en Puerto Madryn, Chubut, comercializa –a través de la marca Promarine– suplementos dietarios validados científica y clínicamente y aprobados por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat). Están basados en antioxidantes marinos con múltiples efectos preventivos y paliativos.
La científica empezó entonces a hacer extractos caseros y los consumieron, en primer lugar y por seguridad, su marido y ella. Luego se lo dieron a su hijo. “Fue un cambio sideral. Tras el consumo constante, al año le pudimos sacar los corticoides. Y a través de los años fue mejorando cada vez más”, recuerda Tamara.
Tras comprobar que con una formulación natural se podía resolver un complejo problema de salud, pensó que su experiencia tenía que servir para ayudar a otras personas. Fue así que fundó Erisea SA en 2021 y hoy ya comercializa cuatro suplementos dietarios: todos los productos que están en el mercado fueron validados clínicamente o tienen certificaciones de Estados Unidos y fueron aprobados por los entes regulatorios.
Rubilar y su equipo extraen los antioxidantes de las huevas del erizo de mar Arbacia dufresnii, una de las 950 especies vivientes del grupo de los equinoideos, nombre científico de estos animales, que se encuentran en casi todos los océanos del mundo y viven hasta en los 2500 metros de profundidad. La planta de la empresa en Puerto Madryn cuenta con equipos de laboratorio y sistemas de cultivo de erizos de mar en acuarios. Allí se aplican técnicas de desove (dado que en las huevas se acumulan los potentes antioxidantes marinos) y se implementan protocolos de bienestar animal.
La investigadora advierte que ha desarrollado biotecnología para que acumulen antioxidantes marinos 500 veces más que en el mar. Asimismo, pueden cosecharlos cada dos meses y no cada año, como si lo hicieran en el mar. De ese modo, generan volúmenes industriales para el desarrollo de los productos.
“Los beneficios de los erizos de mar no los inventamos nosotros, es algo que se sabe hace siglos. Lo que hicimos fue rescatar ese conocimiento”, explica Tamara. El extracto de alto poder antioxidante (echinochroma A) que se obtiene de las huevas de erizos de mar se utiliza en diversos países, por ejemplo, para el tratamiento de infarto del miocardio y para algunas enfermedades oculares.
Los desarrollos de su empresa dieron lugar a suplementos dietarios como Echa Marine, que mejora los síntomas del Covid-19 prolongado, una enfermedad debilitante que ocurre en al menos el 10% de las infecciones por coronavirus 2 (SARS-CoV-2). Se estima que al menos 65 millones de personas la padecen a nivel mundial.
Otro producto es Marine Epic, diseñado para mejorar la salud celular, potenciar la actividad mitocondrial, bajar la inflamación y fortalecer el sistema inmunológico. El objetivo de esa formulación es prolongar la longevidad, un beneficio que está certificado por la National Association for Sport Nutrition de Estados Unidos. Asimismo, Marine Fusion, alto en omega-3, brinda los beneficios de los ácidos grasos junto con antioxidantes para apoyar la salud cerebral, ocular y cardiovascular. El cuarto producto de venta libre es Marine Pulse, formulado para cuidar la salud cardiovascular de manera integral. “Este último producto salió recientemente al mercado. Combina antioxidantes marinos y bioactivos que bajan la inflamación de las arterias y ayudan a prevenir la arteriosclerosis”, afirma Rubilar. Marine Pulse está especialmente recomendado para mujeres que atraviesan la menopausia.
La creación de Erisea SA –el nombre surgió de la combinación entre los erizos y el mar (sea, en inglés)– fue posible gracias a la inversión en el proyecto de los socios de la empresa Mirabella SRL. “Nos interesó el proyecto de Tamara no solo como negocio, sino también porque queríamos hacerle un bien a la sociedad. Es decir, contribuir a la consolidación de una empresa dedicada a fabricar productos que mejoran la salud y la calidad de vida de la población”, cuenta Pedro Mateos, licenciado en comercio internacional y sales manager de Mirabella SRL.
“Me defino como una científica emprendedora que ya sufrió fracasos y ha logrado salir adelante. Siempre pensé en la carrera científica de una manera social. Me moviliza el triple impacto, la economía circular y poder generar un mejor futuro para mis hijos”, cierra Rubilar.