Ronald Rowe fue nombrado como el nuevo jefe del Servicio Secreto de Estados Unidos, en un momento de intenso escrutinio y desafíos para la agencia. El nombramiento del hasta entonces subdirector se da tras la renuncia de Kimberly Cheatle, que ocupaba el cargo hasta este martes, cuando asumió la responsabilidad por las fallas de seguridad en el reciente atentado contra el expresidente Donald Trump en un acto de campaña en Pensilvania.

Tras el intento de asesinato al exmandatario, en el que Thomas Matthew Crooks disparó hacia el escenario desde un techo cercano antes de que los agentes lo mataran, Cheatle enfrentó críticas severas y fue llamada a testificar ante el Congreso sobre el incidente, donde admitió: “Fallamos”. Este martes decidió dimitir y su lugar ahora será ocupado por el segundo al mando. La designación de Rowe busca aportar un lavado de cara y recuperar la confianza en la agencia.

La carrera de Rowe: protección a Benedicto XVI y nuevo rol tras el ataque a las Torres Gemelas

Rowe, que se graduó en la Universidad de Maryland en College Park, Maryland, donde obtuvo una licenciatura en criminología y justicia penal, y realizó una maestría en administración pública en la Universidad Lynn en Boca Raton, Florida, comenzó su carrera en las fuerzas de seguridad como policía en West Palm Beach, Florida, según informó Executive Gov.

El portal del Servicio Secreto indicó que, en 2004, fue seleccionado para formar parte del Detalle de Protección Presidencial, uno de los roles más prestigiosos dentro del Servicio Secreto. Eso lo llevó a integrarse al equipo de respuesta de la agencia después de los ataques del 11 de septiembre. Entre sus destacadas labores durante su extenso recorrido, se encargó de la protección a Benedicto XVI durante su visita a Washington DC en 2008.

Su experiencia y trayectoria profesional fueron fundamentales para su ascenso en el Servicio Secreto. En 2016, Rowe gestionó operaciones de seguridad para eventos nacionales, supervisando una fuerza combinada de más de 7000 agentes de ley locales, estatales y federales. Desde 2011, trabajó como asesor principal de políticas para el Coordinador de Cumplimiento de Propiedad Intelectual de los Estados Unidos, en la Casa Blanca, colaborando con el Consejo de Seguridad Nacional en temas de espionaje económico y ciberseguridad.

Dos años más tarde, migró a la Oficina del Director de Inteligencia Nacional, donde gestionó un portafolio centrado en combatir la financiación ilícita y analizar amenazas de seguridad nacional habilitadas por ciberataques. Luego, se desempeñó como jefe de Gabinete del Director del Servicio Secreto, James M. Murray; director adjunto de Operaciones de Protección; y asistente del Director de Asuntos Intergubernamentales y Legislativos.

Ahora, como director del organismo, el desafío principal de Rowe será restaurar la confianza pública en el Servicio Secreto y garantizar la seguridad de los líderes nacionales en un clima político cada vez más polarizado y volátil.

Qué dijo la exdirectora Kimberly Cheatle, que renunció tras el atentado contra Trump

En su testimonio ante el Comité de Supervisión y Responsabilidad de la Cámara de Representantes, la ahora exdirectora del organismo Kimberly Cheatle aceptó su responsabilidad en las fallas en el atentado a Trump. “La solemne misión del Servicio Secreto es proteger a los líderes de nuestra nación”, sostuvo. “El 13 de julio, fallamos”, reconoció y agregó: “Como directora del Servicio Secreto de Estados Unidos, asumo toda la responsabilidad por cualquier fallo de seguridad”.

Disparan contra Trump y lo hieren en un acto de campaña

La exfuncionaria admitió que el intento de magnicidio fue “el fallo operativo más significativo del Servicio Secreto en décadas” y planteó: “Claramente hubo un error y haremos todo lo posible para asegurarnos de que esto no vuelva a ocurrir”.