El método matemático con el que LA NACION calculó la asistencia a la marcha universitaria
La Argentina tiene una larga tradición de movilizaciones políticas y un escenario predilecto: la Plaza de Mayo. Junto con la avenida del mismo nombre y, en su otro extremo, el Congreso, conforma ...
La Argentina tiene una larga tradición de movilizaciones políticas y un escenario predilecto: la Plaza de Mayo. Junto con la avenida del mismo nombre y, en su otro extremo, el Congreso, conforma el espacio donde se han dado citas centenares de marchas a lo largo de la historia.
Peronistas, antiperonistas, en reclamo por los desaparecidos, contra la inseguridad, por el esclarecimiento de atentados y en defensa de la Justicia, diferentes organizaciones y ciudadanos de a pie se han manifestado desde el principio de nuestra historia en el corazón político de la geografía nacional.
Después de cada marcha, quedan muchas preguntas. Y hay una que siempre se repite: ¿Cuánta gente hubo? El reflejo de las autoridades también es calcado: los que convocaron arriesgan una cifra que multiplica por varias veces a la que brindan los que se sienten interpelados, que suele ser el Gobierno.
El martes de esta semana volvió a ocurrir: una multitud se congregó para defender la universidad pública contra los recortes de Javier Milei. Los organizadores dijeron que hubo 800.000 personas. El gobierno de la Ciudad, 150.000.
Ya en la previa intuimos que podía llegar a ser una convocatoria masiva y con números disputados. Para evitar tener que repetir las cifras interesadas de algunas de las partes decidimos dimensionar la cantidad de personas que se dieron cita aplicando un método lo más matemático posible.
Otros sistemas de medición utilizan imágenes de drones, pero el problema de este procedimiento es que desde la altura se ve qué zonas están ocupadas, pero es difícil establecer la densidad de esa ocupación. Por eso, lo que resolvimos fue utilizar el dron para definir el espacio ocupado por los manifestantes y, con un recorrido en el terreno, luego establecimos las diferentes densidades de personas por metro cuadrado en cada uno de los segmentos. Al final, ingresamos los datos a un programa y nos devolvió la cifra.
Lo central fue lo primero, el relevamiento presencial. Cuatro periodistas -Juana Copello, Florencia Rodríguez Altube, Miguel Bevacqua y yo- nos dividimos la zona y la caminamos con un mapa impreso en el que anotamos la densidad de cada cuadra utilizando tres categorías: S, cuando había 1 persona por metro cuadrado, M, cuando detectamos 2 personas por metro cuadrado, y L, cuando encontramos 4 personas por metro cuadrado.
Uno de los periodistas registró la densidad del sector derecho de la Plaza de Mayo y sus calles linderas, otro hizo lo propio con el sector izquierdo, un tercero se ocupó de la avenida de Mayo y sus calles paralelas, hasta la 9 de Julio, y el cuarto recorrió la avenida de Mayo entre la 9 de Julio y el Congreso. Antes y después de comenzar los recorridos específicos, pusimos en común nuestras apreciaciones para calibrar el contador y reducir, en lo posible, los desvíos por subjetividades.
El recorrido fue en un horario específico, entre las 17.30 y las 18.30, cuando consideramos que sería la hora pico de concurrencia. Aunque limitamos la ambición del proyecto -ya no calcularíamos la totalidad de los manifestantes, sino cuántos había en una hora específica- entendimos que era la forma más profesional de hacer el trabajo.
Una vez en el terreno, la evidente masividad de la convocatoria generó algunos inconvenientes. El primero fue que nos dimos cuenta de que deberíamos haber incluido un periodista más en los recorridos, pero era tarde. El segundo fue que era tal la aglomeración que no pudimos entrar a la Plaza de Mayo, quedamos trabados por la multitud a la altura del Cabildo. La situación nos hizo reformular el cálculo e incluir una nueva variante de densidad -5 personas por metro cuadrado- para la zona de la Plaza de Mayo.
Transcurrida la hora y con los mapas completados, los cuatro periodistas que estábamos en el terreno cargamos la información en Mapchecking, un programa que permite hacer este tipo de cálculos. Tuvimos que considerar los obstáculos que presentan las zonas urbanas para la aglomeración de personas. En la Plaza de Mayo, por caso, la superficie ocupable estaba limitada por un vallado, el escenario y el perímetro de la Pirámide de Mayo. Descontando estos espacios y considerando que había 5 personas por metro cuadrado, la plaza alojó unas 125.000 personas.
Realizamos el mismo cálculo en todo el resto del área ocupada, desde el inicio de la Avenida de Mayo hasta el Congreso, aplicándole a cada cuadra el coeficiente de densidad asignado en las recorridas. Así llegamos a la cifra final: 430.000 personas. El método es perfectible, pero nos da un piso de comparación para seguir trabajando y una cifra para mensurar futuras movilizaciones.