El colapso de Cuba
La mayor crisis energética que atraviesa Cuba afectó a la totalidad de la isla: millones de habitantes se quedaron sin electricidad. Los apagones cada vez más prolongados y que venían sucedién...
La mayor crisis energética que atraviesa Cuba afectó a la totalidad de la isla: millones de habitantes se quedaron sin electricidad. Los apagones cada vez más prolongados y que venían sucediéndose con mayor frecuencia desde hace tiempo se agravaron con una caída total del sistema eléctrico.
El desperfecto sacó de servicio a la principal central termoeléctrica y arrastró a todo el sistema, obligando a suspender las clases y a paralizar casi totalmente la actividad económica. El dictador Miguel Díaz-Canel admitió que las líneas de electricidad locales están en crisis debido a la falta de combustible y culpó de ello al embargo estadounidense. Lo cierto es que la isla lleva décadas con déficit energético y la fragilidad del sistema se acrecienta con el incremento del gasto de electricidad.
Cuando a los regímenes totalitarios se les consulta por sus fracasos en la gestión pública, como en este caso por los motivos de los apagones, esgrimen como respuesta que son consecuencia de sabotajes externos o ataques del imperio. Otro discurso tan absurdo como alejado de la realidad objetiva.
Es este el peor apagón en Cuba a dos años de que el huracán Ian afectara en 2022 las instalaciones energéticas del occidente, ocasionando otro black out nacional. Los frecuentes cortes dañan la economía cubana –que en 2023 se contrajo un 1,9%– e impulsan el descontento social en una sociedad afectada por una situación económica agravada en los últimos años.
La profunda crisis que enfrenta la isla asfixia la capacidad del gobierno para abastecer de alimentos subvencionados a una población que los recibe desde hace seis décadas. El arroz llega con cuentagotas y productos como el aceite o el café brillan por su ausencia.
Cuba necesita 3000 toneladas mensuales de trigo para mantener la producción del pan racionado, pero en julio y agosto solo pudo adquirir 1000 toneladas, y en septiembre contaba con 600, según las autoridades. Como resultado, esta cartera anunció que reduciría de manera temporal el tamaño del pan subsidiado de 80 a 60 gramos. La desnutrición ha aumentado y la población en general ha perdido peso.
Díaz-Canel advirtió que su régimen no tolerará alteraciones al orden público a raíz de la situación creada por el apagón y, ante la escasez de alimentos, medicamentos y una inflación disparada, anticipó que quienes participen en disturbios serán procesados con el rigor de las leyes revolucionarias.
Los retrocesos en materia de derechos humanos no cesan. La ONG Centro de Documentación de Prisiones Cubanas denunció que durante septiembre unos 55 presos en 39 prisiones fueron víctimas de al menos 72 violaciones a sus derechos.
Los episodios estuvieron en su mayoría relacionados con casos de hostigamiento y represión (55), mientras que unos 26 tuvieron que ver con denuncias sobre el estado de salud de los reos y la negación de atención médica, otros 18 con el uso de celdas de castigo y 15 con problemas vinculados a la alimentación. Según la ONG, la mayoría de estos hechos fueron perpetrados por agentes del sistema penitenciario y oficiales de la Seguridad del Estado que operan en las prisiones.
El gobierno dictatorial de la isla caribeña hará lo que haga falta para conservar el poder. La comunidad internacional no puede mantenerse callada ante la situación cada vez más agónica en que viven los cubanos y debería redoblar sin dilaciones los esfuerzos para demostrar que los derechos humanos y la dignidad humana son valores que deben ser protegidos ante los abusos de regímenes dictatoriales que solo buscan perpetuarse en el poder.
Fuente: https://www.lanacion.com.ar/editoriales/el-colapso-de-cuba-nid01112024/