El Balón de Oro: qué arquero insuperable sería Emiliano “Dibu” Martínez sin gestos ni provocaciones
Sin provocaciones groseras ni golpes a una cámara de televisión, qué arquero insuperable sería Emiliano Martínez. Único. Aun así le alcanza para encumbrarse en el máximo nivel y, por talent...
Sin provocaciones groseras ni golpes a una cámara de televisión, qué arquero insuperable sería Emiliano Martínez. Único. Aun así le alcanza para encumbrarse en el máximo nivel y, por talento –lo primero, por si hiciera falta reforzarlo–, carisma y personalidad, “Dibu” agiganta su figura en el puesto menos elegido. Este lunes quedó lejos de la chance de ganar el Balón de Oro, ya que terminó en el puesto 18. Pero mantuvo la expectativa hasta el final en la carrera por el Premio Yashin, que galardona al mejor guardameta de la temporada, que ya había obtenido en 2023. Y se impuso nuevamente ahora, con el plus que el trofeo se lo entregó Lautaro Martínez.
Ese carácter desbordante privó a Martínez de los últimos dos partidos del seleccionado argentino, por las eliminatorias, el empate frente a Venezuela (1-1) y la victoria contra Bolivia (6-0). La Conmebol lo había sancionado por todo lo que había hecho Dibu, precisamente, cuando el juego estaba detenido. Gestos procaces, golpes sin sentido. Lo suyo está enmarcado en 90 minutos, bajo concentración absoluta, reflejos de gato y atajadas imposibles.
“Es un privilegio estar acá, con familia, amigos. Un día muy especial, dedicado al trabajo que hacemos con el club, con la selección. El puesto 18 del ranking global para el Balón de Oro es muy positivo, para destacar, más para un arquero. Siempre valen más los goles que las atajadas. Pero ya para un arquero estar entre los 30 mejores es buenísimo”, dijo Dibu Martínez en declaraciones a TNT Sports no bien llegó a la gala.
Segunda atajada del dibuY una vez vencedor entre todos los arqueros, afirmó en el escenario: “Jamás pensaba ganar dos veces seguidas el premio. Lo comparto con mi familia. ¿Los gestos? A veces cuando estás en la cancha te comportás como te sale. Estoy tranquilo, soy tranquilo. Soy hermano, marido, hago todo lo que puedo para ayudar al equipo y a la selección. ¿Si a veces me paso? Y... es lo que ves vos. En la Argentina no piensan lo mismo”, le dijo a Didier Drogba, que hizo de maestro de ceremonias de la premiación. Y agregó: “No me siento el mejor arquero del mundo. Les agradezco a los entrenadores de arqueros que tengo”.
Un gesto adicional. Dibu Martínez invitó al entrenador de arqueros de la selección (Martín Tocalli) y al del Aston Villa (Javier García García) para que lo acompañaran en la ceremonia de gala. Algo para destacar, claro.
Acepto la sanción de la @FIFAcom y pido disculpas si ofendí a alguien, el momento de celebración es para hacer sonreír a muchos chicos y no faltar el respeto a nadie.
Apoyaré a mis amigos en esta fecha FIFA con el dolor de no poder estar pic.twitter.com/X4geHUDnUj
El castigo que recibió de la Conmebol debe estar aprendido. Para aquellos que estuvieron cerca del N° 1 en su crianza deportiva saben que hay dos cosas que lo molestan de sobre manera: “prestar el arco” y no mantener la valla invicta. Aunque la palabra más acorde no sería “molestan”, sino “obsesionan”.
La temporada no pudo haber sido mejor para el marplatense. Siempre hay algo más, pese a que el Mundial de Qatar 2022 haya parecido bajar una barrera que ya nunca se levantaría. El DT del seleccionado, Lionel Scaloni, sabe cómo evitar el aburguesamiento. En el arco hay un buen ejemplo, a viva piel.
En la Copa América, Dibu Martínez volvió a demostrar que, por nivel y personalidad, está entre los mejores del mundo. Selló una gran temporada con su club y con el seleccionado albiceleste. Con Aston Villa logró una histórica clasificación a la Champions League, tras finalizar cuarto en la Premier League, y también llegó a las semifinales de la Conference League, en las que cayó ante el luego campeón, Olympiacos, de Grecia. Con el conjunto inglés mantuvo la valla invicta en 15 oportunidades.
Precisamente, eso es lo que impulsa a Martínez, que se ganó el apodo por el pelo rojizo, las pecas y cierto revoloteo en las áreas. A alguna mente imaginativa se le ocurrió vincularlo con el personaje principal de la serie “Mi familia es un dibujo”. Sí, Dibu.
Con la Argentina obtuvo su cuarto título y volvió a ser fundamental cuando el equipo lo necesitó en Estados Unidos. Con atajadas fundamentales, apenas recibió un gol y dos penales atajados en la serie frente a Ecuador, Dibu logró ser el mejor arquero de la Copa América por segunda vez consecutiva.
“Acepto la sanción de la FIFA y pido disculpas si ofendí a alguien, el momento de celebración es para hacer sonreír a muchos chicos y no faltar el respeto a nadie. Nunca fue mi intención faltarle el respeto a nadie, ni entendía que un gesto bien recibido por la gente era ofensivo, pero trataré de no ofender más a nadie y solo enfocarme en ganar títulos con Argentina y Aston Villa”, escribió Dibu Martínez en sus redes sociales, un rato después de la notificación de la sanción. A no dudarlo, si consigue domar ese yo interno será un arquero. En todo sentido.
“Siempre lo vimos fuerte deportiva y personalmente. Era un tipo ganador, con personalidad y buen juego aéreo. Recuerdo que era un suplente que no pasaba inadvertido en el grupo, en el que participaba mucho desde su lugar, por más que no le tocara jugar. No era como otros suplentes. Aún desde el banco se plantaba para defender a sus compañeros en algún final tumultuoso de partido”, le dijo hace algún tiempo Walter Perazzo, entrenador de Dibu en los seleccionados juveniles, a LA NACION.
Lejos en el tiempo quedaron los comienzos en Independiente, en el predio de Villa Dominico, cerca de un basural, donde Miguel Ángel Santoro, Pepé, moldeaba arqueros como un orfebre.
Arsenal, de Inglaterra, se fijó en él y llegó a un acuerdo con Independiente. Fue el mismo Pepé Santoro el que viajó con él y le aconsejó que, pese a la distancia, estuviera cerca de su familia de la forma que fuera. Fue el primer secreto que descubrió Dibu. Eran tiempos en los que le preocupan la frialdad de una cultura distinta y, sobre todo, el idioma.
El chico que practicaba sobre un colchón para llegar a su lado menos hábil, en Mar del Plata, con su padre, se dio cuenta de que esos no serían obstáculos para seguir adelante.
En Inglaterra creció poco a poco. Lo mejor que mantuvo fue la paciencia, pese a que le costó afirmarse. Arsenal decidió que “Dibu” se fogueara lejos del club. Así pasó por cuatro instituciones del ascenso, con regresos intercalados: Oxford United (2011/12), Sheffield Wednesday (2013/14), Rotherham United (2014/15) y Wolverhampton (2015/16). Getafe, de España, fue el destino entre 2017 y 2018, y la vuelta a las islas británicas lo llevó a Reading (2018/19), otra vez en la segunda división.
En el enésimo regreso a Arsenal le llegó la gran oportunidad, ya a mediados de 2020. La lesión de Bernd Leno le permitió la reaparición en la Premier League desde la temporada 2016-17. Martínez finalizó la temporada como titular del club en medio de los elogios. También fue decisivo en la final de la FA Cup, contra el Chelsea, con algunas atajadas decisivas para ganar el título. Hasta que llegó una oferta que resquebrajó el suelo: en septiembre de 2020, “Dibu” fue comprado por Aston Villa en 22.000.000 de euros, cifra récord para un arquero argentino.
El resto es más o menos conocido. En estas líneas no se trata de retratar al hombre del “mirá que te como”. Nada que ver. Todo lo contrario. La lección parece aprendida. Desde este lugar se trata, por ejemplo, de dejar a la vista al héroe del arco que conoció a su segunda hija por videollamada, en plena Copa América de 2021. El que fue mencionado en una arenga. Ese es el verdadero Dibu. Aquel capaz de vender un poco menos de camisetas que Lionel Messi. O tener gestos solidarios en Mar del Plata que casi nadie conoce. Y mejor dejarlo ahí.
La gala no fue nueva para Martínez, que en 2023 ya ganó el premio Lev Yashin para el mejor arquero del mundo. Aún estaba fresco el recuerdo de la final contra Francia y Dibu, por varias cosas de las enumeradas, recibió algunos silbidos. Ahora pasó lo mismo y volvió a ganar. Ese era su juego.