“Queríamos una cocina abierta, que fuera atractiva y se aprovechara. Al ser profunda, tiene varias instancias: no ves todo desde todos lados”.“Tenía muchas ganas de construir mi propia casa”, cuenta Verónica Gilotaux, arquitecta del Estudio Mezcla, proyectista, lighting designer y directora de obra del hogar donde aplicó su rica experiencia en reciclajes.

La planta alta se hizo de cero, con lo que pasaron de 100 a 220m2. “Me atraía plantear el área social en el piso superior para aprovechar la vista y ganar ventilación y asoleamiento”, dice la arquitecta, que eligió pisos prefinished roble claro y llevó ese color a los muebles de cocina en el fondo del gran ambiente integrado.

En el extremo de la isla que no se ve desde el living, el comedor diario. Detrás de la abertura con varillas de fenólico, el lavadero y un toilette.

“Con la cocina a la vista, quería que tanto los muebles como la campana tuvieran buen diseño, y llegamos a estos modelos de líneas puras tras varios ensayos”, cuenta Jazmín Prodan, compositora, cantante, pianista y artista plástica. “La prioridad fue que los chicos hicieran uso de los espacios sin restricciones, por eso pensamos en un gran ambiente integrado. Y, la verdad, se vive con mucha alegría”.

Para hacerle todos los cambios a la contrucción que conservaba algunos rasgos de su esencia racionalista onvocaron a la arquitecta Ana Boneo, socia del Estudio Ana Boneo, y Adalberto Fossati Arquitectos, que proyectaron una reforma total que la pareja siguió al detalle y con varias colaboraciones.

La campana, hecha en MDF en un astillero y pintada con laca poliuretánica, es un diseño de Jazmín Prodan, dueña de casa.

Sobre la base neutra del piso de porcelanato ‘Legni’ (Ilva), los tonos cálidos de la madera y la pared color crema crean un balance agradable y potencian la luz. “Junto con el azul, el verde es un color que nos encanta por su energía. En distintas tonalidades, está en toda la casa, y muy clarito en su variante menta en esta pared”, señala Jazmín.