Día del Puma: la compleja realidad detrás de los animales que llegan a una reserva en Córdoba y un plan para protegerlos
VILLA RUMIPAL, Córdoba.– Pumakawa significa “el que cuida con el sigilo del puma”. Y si de sigilo se habla, ¿existe algo más sigiloso que un puma que no ve? Estanislao Monte extrema el cui...
VILLA RUMIPAL, Córdoba.– Pumakawa significa “el que cuida con el sigilo del puma”. Y si de sigilo se habla, ¿existe algo más sigiloso que un puma que no ve? Estanislao Monte extrema el cuidado de sus movimientos y camina junto a su guía Kai, Kai Pacha. Trabajadora social, que supo ser mimo, Karina Maschio fue rebautizada con un nombre de raíz quechua, que hace referencia al mundo de aquí: Kai Pacha, “la Kai”, como la llaman los cordobeses.
Hace ya treinta anos, Kai se hizo cargo de la reserva de su padre, El Edén, con un puñado de animales adentro, en Villa Rumipal, provincia de Córdoba. Como suele suceder, la gente empezó a llevar animales que encontraba heridos. Por eso, con el transcurso del tiempo, se equipó una sala de atención para curarlos y se construyó un primer recinto que alojó a un puma. Así, un espacio de dos hectáreas se transformó en una reserva que hoy aloja a 23 pumas y otros animales que hallaron refugio.
“Es un espacio que enseña a querer y respetar la naturaleza”, aclara Kai Pacha, mientras camina seguida por Estanislao o se acerca muy suavemente para indicarle algo. Cada uno de los 23 pumas cuenta con una dura historia detrás, y también cada uno de ellos revela las diferentes problemáticas que existen hoy en nuestro país en torno de este majestuoso felino carnívoro, tan representativo de la argentinidad.
Como Talita, una pequeña puma, la única sobreviviente de una madre muerta por unos jóvenes que, orgullosos viralizaron la historia. Las autoridades actuaron rápidamente y los cinco cachorros fueron llevados a Pumakawa en muy mal estado. Sin el calostro y tras un violento comienzo, Talita fue la única sobreviviente con la ayuda de Pascuas, una perra nodriza, y de los voluntarios. Los chicos, impunes por ser menores, plantaron árboles nativos como reparación. “La hora más intensa fue conocer a Talita. Los chicos se emocionaron y uno de ellos pidió perdón”, recuerda Kai.
Sin embargo, desde hace algunos años el puma se ha convertido en un problema para los productores en muchas zonas de la Argentina. ¿Qué es lo que pasa con ellos? En los últimos tiempos, nos hemos acostumbrado a ver en los medios noticias de pumas que aparecen en el patio de una casa, en un pueblo o en una ciudad, alarmando a vecinos y causando revuelo. Son avistados donde antes no era común verlos.
En origen, el segundo felino más grande de América vivió desde los desiertos hasta los bosques tropicales y subtropicales. Desde la Pampa hasta la Patagonia. Como consecuencia de las actividades humanas, se fue desplazando y adaptando a otras geografías. El puma es un animal solitario, tímido y difícil de ver. Sin embargo, esto ha cambiado radicalmente durante los últimos años.
Al cambiar la geografía, o para siembra o para ganado, tanto este animal como otros pierden su hábitat y empieza un problema entre humanaos y especies salvajes. En los ambientes naturalistas, a los jóvenes pumas se los nombra como “la generación de las trilladoras”. Es que en el interior del país y en la provincia de Buenos Aires, encontrar pequeños pumitas lastimados es casi moneda corriente. Las madres paren en los sembrados, ocultando y amparando a sus crías. Cuando llega el tiempo de la cosecha e irrumpen las máquinas, huyen despavoridas por el ruido, abandonando a sus crías que buscarán más tarde, una vez que el silencio haya regresado.
Pero, en el medio, algunos son lastimados y rescatados con la mejor de las voluntades, muchas veces con la intención de salvarlos o criarlos en sus casas (¿algo más atractivo que un pequeño felino?). Algunos son entregados a las autoridades de Fauna y otros permanecen en las casas como mascotas. Como sea, terminarán viviendo en recintos, pues una vez improntados ya no podrán vivir en la naturaleza y serán condenados para siempre al cautiverio.
Como consecuencia, las poblaciones locales ven la caza del puma como la única solución al conflicto que existe. Es uno de los tantísimos conflictos que hemos ocasionado los seres humanos al no tener en cuenta la fauna natural a la hora de tomar medidas productivas. “Hoy nos toca actuar. El Proyecto CACU es una iniciativa de Pumakawa para promover la conservación del puma y otras especies autóctonas amenazadas, al mismo tiempo que protegemos a las majadas, prestando apoyo e involucrando al productor. Trabajamos aplicando distintas técnicas no letales combinables, que han demostrado ser eficientes como método de prevención y/o mitigación de daños al ganado por parte de depredadores”, afirma Kai Pacha.
Mientras, una pareja de productores es entrevistada por Irene Villegas antes de entregarle un pastor Maremmano, que protegerá a su lote de hacienda. Irene, española y bióloga, trabaja en Pumakawa como coordinadora del Proyecto CACU para la coexistencia entre depredadores, productores y ganaderos. Además es la encargada de la alimentación y cuidado de los pumas.
“El primer punto del programa es el uso de perros Maremmano, genéticamente seleccionados para proteger el rebaño. Al ser improntados con la majada se sienten parte de ella. Marcan con heces, orina y segregan hormonas. El territorio está ya ocupado y los depredadores no se acercan. Ellos no juntan el rebaño, son uno más del rebaño y su imponente presencia hace que el depredador ni siquiera trate de confrontarlo”, explica la directora de la reserva.
Y agrega: “Nosotros tenemos un criadero. Les damos los perros a los productores y ellos deben seguir una serie de recomendaciones y parámetros para que la impronta con la nueva majada sea correcta”. Los burros y mulas también se usan como medida de protección. Son alarma e incluso se enfrentan directamente a los depredadores. “Hacemos de nexo entre personas que venden burros o los donan y las personas que están interesadas en esta técnica. Es muy importante para que este método resulte la impronta con la manada”, aclara Irene.
El tercer punto del programa es la traslocación de las vizcachas. Está científicamente demostrado que los depredadores prefieren presas silvestres y que los ataques a domésticos se dan cuando estas escasean. Las vizcachas son una de las presas silvestres del puma. “Capturamos vizcachas de zonas donde están causando daño a los cultivos o las casas, y las traslocamos a campos donde hay depredación y falta de presas silvestres”, detalla la española. El objetivo es generar una nueva colonia y devolver al ambiente una animal autóctono, que ha sido extinto en muchas zonas de la Argentina.
“Por último”, cuenta Guadalupe Farías, asistente de Kai Pacha, “estamos por sacar al mercado unas luces llamadas pumaleds. Este tipo de luces son una técnica utilizada para disuadir depredadores: el parpadeo de las luces simula actividad humana, lo que hace que los depredadores eviten acercarse. Se activa con sensor de movimiento y temperatura”, indica Guadalupe.
Mientras tanto, Estanislao Monte, Talita, Alma, Hercilia, Paquito, Kunan y muchos más ya nunca podrán vivir en libertad. Sus vidas estarán confinadas a recintos, de mayor o menor tamaño. Este felino –al que hoy todo el planeta rinde homenaje a través del Día Internacional del Puma– es un animal salvaje que jamás podrá ser domesticado, a pesar de los conmovedores y excepcionales momentos entre Estanislao Monte y Kai Pacha.