Dani Rodrik: “Los políticos de centro perdieron credibilidad y llenar ese espacio es la única manera de salir adelante”
Estudió licenciatura de Artes (Summa Cum Laude) en la Universidad de Harvard, donde también obtuvo su doctorado en Economía; tiene una maestría en Administración Pública en la Universidad de ...
Estudió licenciatura de Artes (Summa Cum Laude) en la Universidad de Harvard, donde también obtuvo su doctorado en Economía; tiene una maestría en Administración Pública en la Universidad de Princeton; escribió varios libros acerca de la necesidad de aplicar políticas públicas para apuntalar el desarrollo económico
“La estabilización macroeconómica es una condición necesaria pero no suficiente para el crecimiento, y las instituciones públicas son fundamentales para ambas”, dijo el economista turco Dani Rodrik, profesor de la Universidad de Harvard, en su paso por Buenos Aires, adonde llegó invitado por el exjefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. En una entrevista con la nacion, el referente académico en crecimiento y desarrollo económico analizó los primeros meses de gestión de Javier Milei. Elogió la política de equilibrio fiscal para bajar la inflación, pero planteó que no es bueno “eliminar” es Estado si se quiere pensar en políticas de largo plazo.
–¿Cómo ve estos primeros meses de gobierno de Milei?
–La buena noticia es que la inflación ha estado bajando. Me parece que hay preguntas respecto de la sostenibilidad del programa de desinflación actual. Deseo, por la Argentina y por su gente, que la estabilización económica sea una realidad. A cualquier gobierno que esté tratando de bajar la inflación le deseo la mejor de las suertes.
–¿Alcanza la baja de la inflación para lograr crecimiento?
–Hay muchos países pobres que tienen inflación baja de un solo dígito. Entonces, alcanzar una inflación baja es una condición necesaria, pero hay que tener también la visión de una estrategia de desarrollo y crecimiento. Uno tiene que combinar la estabilización macroeconómica con la visión según la cual el sector público cumple un rol fundamental en el desarrollo.
–¿Tiene el gobierno de la Argentina un plan de crecimiento?
–Según entiendo, el objetivo del Presidente es eliminar el Estado, y me parece que esta no va a ser una estrategia útil a largo plazo para promover el crecimiento económico.
– ¿Cuáles pueden ser las consecuencias de “destruir el Estado desde adentro”?
–Creo que hay un equilibrio importante que mantener entre el mercado y el Estado. Si uno tiene un Estado que llega a ser demasiado importante en la economía, se destruyen la competencia y la iniciativa privada. Ahora, al revés, si se denigra al Estado y se asume que el mercado se va a ocupar de todo, se genera inestabilidad e iniquidad en la economía, y no hay inversiones de largo plazo e innovación. Necesitamos una combinación virtuosa de ambos. Cualquier país al que le haya ido bien y se haya hecho rico, eso se logró sobre la base de una colaboración activa entre el sector privado y el Estado.
–Es decir que, aun con un escenario de libre mercado, puede que no haya un escenario de inversión y crecimiento.
–Es fácil pensar que el mercado es un bazar donde la gente negocia y no necesita al Gobierno, pero cualquier tipo de mercado que lleve a producir inversión de largo plazo, tecnología e innovación, y con el cual se beneficie todo el país, necesita mucho más que eso. Se necesitan reglas y reglamentaciones; que se brinden bienes y servicios públicos, infraestructura, inversión en trenes, en transporte, en investigación y desarrollo, y un sector público que esté tratando de resolver los problemas trabajando conjuntamente con el sector privado.
–En la Argentina se dice que los políticos que se definen como muy de derecha está a la izquierda de cualquiera de otro país. ¿Cree que después de tantos años de tener injerencia del Estado, era natural que el país votara el extremo opuesto?
–Lo entiendo, es algo natural que se termine siendo muy opuesto y yendo a la otra punta del espectro. Eso no se ve solo en la Argentina, sino en todo el mundo. Es un péndulo y, si se va muy lejos en la intervención del Estado, después se va muy lejos en la posibilidad de dejar más libres a los mercados. Yo trato de ser una voz para la moderación, para poder combinar ambos de una manera productiva.
–¿Hay espacio para la moderación?
–Como economista quisiera creer que sí, pero creo que estamos en manos de líderes políticos que deben transmitir la necesidad de ese tipo de moderación y poder comunicarlo de una manera atractiva. Lamentablemente, esto no es exclusivo de la Argentina, ocurre en todas las democracias del mundo. La tendencia es ir a un extremo o al otro y es muy difícil el medio. Los políticos de centro izquierda o de centro derecha han perdido toda credibilidad y creo que va a ser muy difícil llenar ese centro nuevamente, pero me parece que es la única manera de ir hacia adelante.
–Usted es crítico de herramientas como los aranceles o los subsidios como instrumentos de intervención del Estado en la economía. ¿Por qué?
–Lo veo de dos maneras. La razón por la que un Gobierno se involucra en las políticas de crecimiento es que busca asegurar que las empresas puedan aumentar sus capacidades para desarrollar tecnología, diversificar la economía e invertir en nuevas áreas. Solo darle un subsidio a una firma no necesariamente asegura que lo vayan a hacer; solo hace más rentable que hagan lo que sea que estaban haciendo. Cualquier política de desarrollo productivo que puede cambiar el comportamiento tiene que ir simplemente más allá de ese tipo de incentivos, entender por qué las firmas actúan de la manera en que actúan, por qué no están invirtiendo en algo, o si enfrentan obstáculos. Es solo descubriendo los problemas y removiéndolos que podemos cambiar el comportamiento de los incentivos en las empresas. No necesariamente se requiere utilizar incentivos financieros, que pueden ser útiles a veces; también hay que enfocarse en problemas reales. A veces el problema puede ser la falta de fuerza laboral adecuadamente capacitada; otras veces, la falta de infraestructura o el entorno regulatorio. Y entonces no tiene sentido entregar subsidios porque sí, sino que hay que apuntar a estas cuestiones en particular.
–¿Y el riesgo de las burocracias teniendo una ganancia por esos esquemas?
–Siempre es una posibilidad con la protección comercial, con altos aranceles o con cuotas que se instrumentan y de las que se benefician las empresas, porque pueden cobrar precios más altos por esos aranceles. Siempre es mejor expandir capacidad, mejorar la tecnología y la fuerza laboral, que solamente aumentar las ganancias de las empresas sin darles incentivos para tener un comportamiento más productivo.
–Hablaba antes sobre la polarización. En la Argentina pareciera que se da en todos los niveles, no solo en lo político, sino también en lo económico. ¿Por qué cree que ocurre eso?
–Pienso que la crisis macroeconómica e inflacionaria de la Argentina fue muy fuerte, por encima del contexto de otras experiencias decepcionantes en América Latina. Hay muy pocos países en el mundo que enfrentan la inflación de una manera tan persistente y durante un período tan extenso. En parte parecía ser que la respuesta a eso fue una sobre reacción por pensar que ya se probó de todo y entonces ahora vamos a probar algo distinto.
–¿Cree que si hubiera habido un candidato moderado los mercados le iban a creer, o había que sobre reaccionar para ganar confianza?
–No creo que los mercados sean parte del problema. Los mercados son personas individuales que están buscando explicaciones y no van a tener un mejor entendimiento de la situación que cualquiera de nosotros. Los mercados están buscando narrativas convincentes y me parece que una es que el Estado en la Argentina es la raíz de todos los problemas y que necesitamos recortarlo lo más que se pueda. Fue una narrativa que mucha gente apoyó.
–El Gobierno tiene esta idea de que “no hay plata” y de que la prioridad es llegar al equilibrio fiscal para bajar la inflación. ¿Es compatible con la posibilidad de aplicar políticas productivas?
–Mantener el equilibrio fiscal es la prioridad, porque es la única manera en que va a haber desinflación. La prioridad puesta en el equilibrio fiscal es correcta. Pero, como decía antes, es un error pensar en políticas productivas de desarrollo como simplemente la entrega de subsidios, porque no hay conflicto entre lo que se busca con estas políticas para desarrollar sectores y la estabilidad fiscal.
–¿Qué sectores tienen potencial en la Argentina?
–Hay mucho trabajo para hacerse con los sectores existentes, que básicamente se han debilitado con el tiempo por la inestabilidad macroeconómica. Desde el sector automotor hasta el textil, que son sectores de manufactura, que no van a ser el motor de crecimiento, pero pueden ser muy importantes. Y hay otros sectores que necesitan atención, como la biotecnología o el litio, asociados en su cadena de valor. Y desde la perspectiva del desarrollo inclusivo en la Argentina y la posibilidad de reconstruir la clase media, el aumento de productividad en los servicios va a ser importante, porque la mayoría de los trabajos va a tener que venir de ese sector. La biotecnología o el litio, por ejemplo, no van a generar una gran cantidad de trabajos. Me parece muy importante que esta nueva generación de políticas de desarrollo y crecimiento se concentren en el área de servicios, para que absorban mano de obra. Las pymes o las microempresas van a tener que apuntar al sector de cuidados (niñeros, enfermeros), al retail y a los servicios personales. Este es un desafío completamente diferente, que están enfrentando todos los países del mundo porque ahí está el futuro de los trabajos.
– Sobre las elecciones en Estados Unidos, ¿cuánta diferencia ve entre los candidatos Kamala Harris y Donald Trump?
–Creo que la estrategia económica de Trump es una distracción de los problemas reales de la economía. No creo que subir aranceles al resto del mundo vaya a crear puestos de trabajo o hacer crecer más la clase media. Esa es una noción equivocada. Pero lo que más me preocupa respecto de otra presidencia de Trump es lo que va a hacer con el estado de la democracia en los Estados Unidos. En ese sentido, Trump es mucho más peligroso políticamente que en el frente económico.
–¿A qué se refiere?
–Me preocupa el futuro de la democracia liberal en general. Estoy muy feliz de ver que la Argentina, a pesar de este giro hacia la derecha extrema de la economía, sigue manteniendo los principios de la democracia liberal, que es una combinación de partidos electorales, el estado de derecho y la libertad de expresión, que son muy importantes. En Estados Unidos nos acostumbramos a la existencia de estas cosas y creíamos que nunca iban a desaparecer. Lo que aprendimos con Trump es que las bases en la democracia liberal, tales como libertad, la independencia del Poder Judicial y el estado de derecho, son cuestiones bastante frágiles. Trump no tiene ningún problema en cruzar estos límites de manera directa atacando el Poder Judicial o la libertad de los medios. Son dos instituciones claves. Si se pierden, la democracia pierde su carácter liberal.