Copa Libertadores: Botafogo desató su poder ofensivo y demolió a Peñarol con cinco goles en 28 minutos
El poderío del fútbol brasileño apareció en todo su esplendor en las semifinales de la Copa Libertadores. Los juegos de ida resultaron un festival de goles en el inicio de las series: Atlético...
El poderío del fútbol brasileño apareció en todo su esplendor en las semifinales de la Copa Libertadores. Los juegos de ida resultaron un festival de goles en el inicio de las series: Atlético Mineiro tomó ventaja el martes sobre River con un contundente 3 a 0 en Belo Horizonte; el miércoles, en el estadio Nilton Santos, de Río de Janeiro, Botafogo vapuleó por 5 a 0 a Peñarol. Un juego que resultó parejo solo en los primeros 45 minutos, cuando los uruguayos maniataron con sus artimañas al Fogao.
En el segundo tiempo, la jerarquía de las individualidades en función de equipo estableció la abismal diferencia entre el puntero del Brasileirao y quien lidera en el campeonato charrúa. La inspiración de Luiz Henrique, las estocadas de Jefferson Savarino e Igor Jesús, la presencia en defensa y ataque del zaguero argentino Alexander Barboza, el aporte de Thiago Almada… Una tarea superlativa de un equipo que pretende su primera gran estrella y que empezó la aventura desde el Repechaje.
Ensuciar el partido, cortar el ritmo y con esas acciones alimentar el nerviosismo en el rival, es un rol que Peñarol ejecutó en la Copa Libertadores para sacar provecho y convertirse en dominador, aun sin ser quien lleve más tiempo la pelota. En 35 minutos, cuatro tumultos y un parate para atender al arquero Washington Aguerre. De una simulación de Alex Tellez que recriminó Eduardo Darias a un fortísimo choque de Luiz Henrique contra Leo Fernández, que quedó tendido en el piso, acciones a las que se sumaron un involuntario pisotón del venezolano Jefferson Savarino a Sergio García y el golpe de Igor Jesús a Javier Méndez… La salida a medias del guardavalla, que chocó con su compañero García, la quinta interrupción. Los reiterados cortes, un negocio que rindió dividendos en el recorrido y que le hizo sacar chapa de candidato en los cuartos de final, al eliminar a un gigante como Flamengo, con victoria en el Maracaná. En la nueva visita a Río de Janeiro, la artimaña solo alcanzó para sostenerse en pie durante un tiempo.
No se ruboriza Peñarol en juntar seis jugadores en defensa cuando el rival ataca. Achicar al máximo el espacio en los metros en que Botafogo intentaba marcar una diferencia futbolística fue un plan ensayado por los uruguayos. Formar barricadas para anular a Thiago Almada –los cariocas desembolsaron 21 millones de dólares a Atlanta United, cifra que podría ascender a 30.000.000 si se cumplen todos los objetivos que aparecen en el contrato-, a Savarino –de la selección venezolana; cuatro goles y la misma cantidad de asistencias en la Libertadores- y a Luiz Henrique –convocado por Dorival Junior para la reciente ventana de eliminatorias y que está bajo sospecha de implicación en una supuesta organización criminal dedicada a la manipulación de resultados en apuestas deportivas, cuando jugaba en España-, una táctica valedera con la que los aurinegros escalaron en un torneo que lo tiene, con cinco estrellas, como tercer equipo más ganador de la Copa Libertadores.
Los goles de la victoria de Botafogo sobre PeñarolCon las usinas futbolísticas apagadas, tampoco las trepadas de los laterales Vitinho y Alex Tellez eran soluciones de Botafogo para derrumbar el bloque uruguayo. La pelota parada, otra estrategia que no resultó ser eficiente. Dos acciones personales de Luiz Henrique, que recortó desde la derecha hacia el centro para rematar, entusiasmaron y fueron las credenciales y el aviso para desatar el poder de fuego en el segundo tiempo. Artur Jorge, el entrenador portugués que comanda a los brasileños, con sus gesticulaciones demostraba la frustración porque su equipo no era el que marcaba el pulso frente a un rival que fue solidario, incómodo y hábil para diseñar un puñado de jugadas ofensivas: combinaron Rodrigo Pérez con Maximiliano Silvera -el único delantero que dispuso Diego Aguirre en la alineación- y el remate del volante que encontró la respuesta del arquero John.
El clima de tensión en el campo de juego, con los roces, empujones y protestas, eran un reflejo en baja dosis de la violencia que desataron los hinchas de Peñarol en la zona de Recreio, en el oeste de Río de Janeiro. En la aventura de la Copa Libertadores, los uruguayos protagonizaron incidentes en Rosario, Caracas y en su anterior visita a Río, cuando superó a Flamengo. Enfrentamientos con la policía militar, pero también con seguidores de Botafogo, de Fla y de Fluminense.
Las filmaciones mostraron que en el escenario estuvo el futbolista uruguayo Guillermo Varela (Flamengo), aunque el club y el propio jugador manifestaron que el defensor acudió a la zona para rescatar a dos amigos. “No participé de ningún acto de violencia. Perdimos contacto tan pronto llegué a la escena, esperé durante 15 minutos y fui abordado por oficiales militares haciendo su trabajo”, señaló Varela en un posteo en redes sociales. Por los incidentes fueron detenidos 200 hinchas de Peñarol, quienes señalaron que se trató de una emboscada de simpatizantes de Botafogo, Flamengo y Fluminense, con la anuencia de la policía. El incendio de un micro, del que brasileños robaron banderas, fue el argumento charrúa para establecer que se trató de una zona liberada.
Con Luiz Henrique como conductor en el final del primer tiempo, Botafogo se ilusionó. No faltaron razones: el Fogao empujó en el arranque del segundo capítulo y descubrió la vía del gol con un pase perfecto de Luiz Henrique a Savarino, que con una definición magnífica ante Aguerre destrabó el resultado. Olió sangre el equipo carioca, que cinco minutos después aumentó ante un rival que sintió el impacto y jamás reaccionó: un tiro de esquina lanzado por Savarino, el artillero Igor Jesús devolvió la pelota al medio y el zaguero argentino Barboza –surgió en River, se destacó en Defensa y Justicia- definió como un centrodelantero.
El aluvión del Fogao no se detuvo y Luiz Henrique fue el maquinista: habilitó a Vitinho –lateral que apareció como extremo-, que asistió a Savarino; el venezolano hizo un movimiento engañoso para armarse del espacio y rematar. La respuesta floja del arquero Aguerre ayudó a desatar el tercer festejo en nueve minutos.
Nunca frenó Botafogo, decidido a aplastar a Peñarol. Luiz Henrique, figura del partido, era merecedor de su gol y lo hizo con la jerarquía que enseñó en el desarrollo: atrapó una pelota que no logró controlar Igor Jesús y con una sutileza derrotó al desesperado Aguerre. Faltaba más: Almada remató, Aguerre dio rebote y el artillero Igor Jesús, de cabeza, selló la goleada. Una actuación imperial de Botafogo para demoler a Peñarol y viajar a Uruguay con una diferencia tranquilizadora. Hacer historia, el gran objetivo del Fogao.