Charles Leclerc rompió el hechizo en la Fórmula 1 y festejó por primera vez en las calles de Mónaco
Rompió el hechizo y también el protocolo. Charles Leclerc quebró la serie de 40 carreras sin éxitos en la Fórmula 1 en el Gran Premio de Mónaco, un escenario singular para el piloto: monegasc...
Rompió el hechizo y también el protocolo. Charles Leclerc quebró la serie de 40 carreras sin éxitos en la Fórmula 1 en el Gran Premio de Mónaco, un escenario singular para el piloto: monegasco, de 26 años, en la tercera oportunidad en la que largó desde la pole desató el nudo y una emocionada celebración. Nunca antes, en ninguna de las categorías teloneras del Gran Circo, la espada de Ferrari se había trepado a lo más alto del glamoroso podio, que tuvo como es habitual las presencias del príncipe Alberto y su esposa Charlene. Y ahí, en donde las reglas de la ceremonia son estrictas, en donde el champagne solo se puede lanzar hacia adelante para no salpicar a los miembros de la realeza, la efervescencia y alegría los envolvió a todos y hasta el príncipe terminó agitando una botella, bañando a Leclerc y con el pantalón manchado. Una carrera que no ofreció alternativas cambiantes ni sobrepasos en la vanguardia, aunque tuvo un pasaje de zozobra y angustia con la bandera roja, después del espectacular accidente en el primer giro.
De a poco, aunque no sin momentos de furia y desencanto en las últimas temporadas, Leclerc escaló la cuesta hasta abrazarse a la victoria en el patio de su casa. Nació en el principado, vive en Mónaco y en el festejo se entremezclaron las sensaciones con las imágenes familiares y de las amistades que acompañaron y apoyan el recorrido en la F.1. “No tengo palabras para explicar lo que siento. Es una carrera tan difícil… Empecé dos veces desde la pole, la tercera lo hizo más especial. Significa muchísimo: es la carrera que me hizo soñar con ser piloto de la F.1. En las últimas 15 vueltas en lo único que pensaba era en que no sucediera nada malo en la pista, además de recordar a mi padre, que dio todo para que yo esté aquí: era su anhelo que yo compitiera y ganara en Mónaco”, relató Leclerc, en la charla con el expiloto y campeón en 2009, Jenson Button. Hervé Leclerc fue piloto y compitió en la Fórmula 3 en los años 80; murió en 2017, un año antes del debut de Charles en la F.1.
El triunfo de Leclerc en el GP de Mónaco
Hasta 2022, Leclerc nunca había finalizado una carrera en Mónaco. “No es la pista más afortunada para mí, pero así es la vida. Sucede: es parte del automovilismo y a veces las cosas simplemente no salen como uno quiere”, expresaba el monegasco, que cuando se consagró campeón de la F.2 no terminó ninguna de las dos carreras en el principado. En 2018, cuando se estrenó con Alfa Romeo en el Gran Circo, intentó una maniobra contra el neozelandés Brendon Hartley (Toro Roso) y culminó en accidente y abandono. En 2019, en el inicio del ciclo en Ferrari, un yerro de estrategia le impidió superar la Q1: no terminaron ahí las desventuras, porque en el gran premio y en el intento de llegar al pit, tras un pinchazo de un neumático, perdió una rueda y los daños en la suspensión provocaron el abandono. El año pasado, se clasificó tercero en la qualy, pero fue sancionado con tres posiciones por entorpecer a Lando Norris en su vuelta. ¿Lo peor? Desde el muro no le avisaron que el británico transitaba detrás suyo. La pesadilla también lo envolvió en el GP Histórico, cuando participó con la Ferrari 312B3 con la que corrió Niki Lauda en 1974: una falla en los frenos le hizo dibujar un trompo y golpear con las barreras, dañando el alerón trasero.
Todos los hechizos terminaron y ahora Ferrari suma diez victorias en Mónaco, tres en el actual milenio. El nombre de Leclerc se suma a los de Michael Schumacher (2001) y Sebastian Vettel (2017) en los últimos 24 años. Con 15 vueltas por delante y una diferencia de ocho segundos sobre Oscar Piastri (McLaren), desde el box la voz de su nuevo ingeniero Bryan Bozzi -debutó en el GP de Emilia Romaña en reemplazo del español Xavi Marcos- fue tajante: “trae el auto a casa”, le susurró en la comunicación por la radio. La tarea entraba en la etapa de definición y el trabajo de gestión de los neumáticos era fantástica. La bandera roja en el primer giro generó el cambio de compuestos -Leclerc largó con medios, pero calzó duros para la segunda largada- y la carrera se convirtió en un paseo, con autos sin maximizar su potencia. Cuidar las gomas era la misión para no ensayar una nueva detención en los pits. Ferrari impuso el ritmo: el monegasco aceleró y desaceleró a su antojo para firmar su sexta victoria en la F.1.
La emoción del final de Leclerc contrastó con el susto del inicio, tras el accidente que determinó la bandera roja. La ambición convertida en imprudencia desató el caos en el comienzo de la carrera: los Alpine, con Esteban Ocon desbocado y dando un salto al montarse sobre el neumático delantero izquierdo de su compañero de garaje Pierre Gasly, al que estranguló contra el guardrail, un sobresalto, aunque el mayor escalofrío se vivió en el fondo de la fila. Los autos del equipo Haas fueron desclasificados en la qualy y largaron desde las dos últimas plazas: Kevin Magnusen atacó sin miramientos a Sergio Checo Pérez en un trazado callejero y estrecho, lo arrolló y desencadenó un strike que involucró a Nico Hulkenberg (Haas). Para el mexicano de Red Bull Racing, un fin de semana oscuro: no superó la Q1 en la clasificación, lo que lo hundió al puesto 18, y el accidente -la célula de seguridad respondió a la perfección, porque el resto del monoplaza quedó destruido- lo quitó del gran premio en un puñado de curvas. Para los usuarios de Haas, no solo la pérdida deportiva, porque no tomaron parte del relanzamiento, tras la bandera roja: las roturas ponen las cuentas del equipo en rojo…
La selfie con Leclerc, Carlos Sainz Jr., el jefe Frederic Vasseur, el presidente de Ferrari, John Elkann, y un grupo de mecánicos, una señal del fortalecimiento de la Scuderia y del desahogo para el piloto monegasco, que tomó rédito de la floja performance de Max Verstappen (Red Bull Racing) para acortar a 31 puntos la diferencia en el campeonato.