Australian Open: ya sin el Big 3, Jannik Sinner logra que el éxito sea rutinario y haya un Big 1
Durante más de una década y media el tenis masculino estuvo dominado cinematográficamente por un Big 3, con Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic como artistas. Hoy, el con suizo y el esp...
Durante más de una década y media el tenis masculino estuvo dominado cinematográficamente por un Big 3, con Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic como artistas. Hoy, el con suizo y el español retirados, más el serbio empezando a padecer el inevitable paso del tiempo, el mando parece ajustarse a un Big 1. Jannik Sinner (23 años y 163 días) juega a otra cosa, en otra dimensión. Sus adversarios van cayendo uno tras otro, como castillo de naipes. “Eres el mejor del mundo por gran diferencia. Quería ser más competitivo… pero eres demasiado bueno”, se resignó Alexander Zverev, el número 2, al perder su tercera definición de Grand Slam, la primera en el Abierto de Australia. El italiano derrotó al alemán por 6-3, 7-6 (7-4) y 6-3 en Melbourne, encumbrándose como el primer jugador en defender su primer trofeo de Grand Slam desde que Rafa Nadal retuvo Roland Garros en 2006.
Si llegar es espinoso, mantenerse exige un nivel superior de temperamento. Sinner, que difícilmente exhiba sus emociones en público (por ello muchos lo tildan de “frío”), sí luce dureza para sostener el peso sobre sus hombros. “A Jannik le gusta la presión y estar en la tormenta”, sentencia Simone Vagnozzi, uno de los entrenadores del jugador nacido en San Candido, una localidad alpina a menos de 50 kilómetros de la frontera con Austria.
Cuanto más obligado está, mejor compite. Líder del mundo desde junio pasado, el ranking actualizado demuestra una distancia de 3695 puntos entre el 1 y el 2, Sinner y Zverev, una cantidad exagerada, que equivale a casi dos títulos de Grand Slam. Carlos Alcaraz, el tercero en la discusión, figura a casi 5000 puntos. Desde hace un año que Sinner y el español se reparten los títulos majors, sin embargo, el ganador de Roland Garros y Wimbledon 2024 hoy se presenta alejado (en Melbourne cayó en los cuartos de final con Djokovic). Es más: Sinner, con 21 victorias consecutivas, perdió por última vez el 2 de octubre, en la final del ATP de Pekín, ante Alcaraz, pero aquello parece una historia de otro tiempo. El jugador entrenado por Juan Carlos Ferrero atraviesa un momento inestable.
Sinner empieza a reescribir los libros. Es el primer italiano, hombre o mujer, en ganar tres Grand Slams (además de los dos de Australia, posee el US Open 2024), superando la marca del emblemático Nicola Pietrangeli, dos veces campeón en Roland Garros, en 1959 y 1960. Es el dueño del momento y muchas de sus victorias ya parecen tediosas y rutinarias. A la espera del veredicto del Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) sobre el episodio del doble doping por clostebol no sancionado (será anunciado en abril, en Lausana), Sinner sigue en lo suyo. ¿Se mortificará por dentro? ¿Su falta de expresión para festejar tendrá que ver con ese tema que se trata en los escritorios y los laboratorios? Difícil ver sus cartas. Parece de hielo, como lo era Bjorn Borg, como era Ivan Lendl. Aparenta un robot diseñado para arrollar. “No podría jugar así si me sintiera culpable. Intento no pensar en eso, aunque hay días que me gustaría no tener ese problema. También tengo ganas de ir a juicio y entender la situación”, confesó.
Sus 191 centímetros se lanzan de una punta a la otra con coordinación; sus impactos de rayo láser pocas veces fallan el objetivo. Castiga, castiga y castiga; cambia de direcciones con una facilidad abrumadora. Saca con jerarquía (en el Rod Laver Arena, en la final, no enfrentó puntos de quiebre, logró el 60% de primeros servicios ganando el 84% de puntos con el primer saque y el 61% con el segundo; anotó seis aces y no cometió dobles faltas). Desmoraliza al que tiene enfrente. En la definición sobre la superficie dura azulada hubo momentos de lucidez para Zverev, que dos veces estuvo a dos puntos de ganar el segundo set, pero no pudo llegar al objetivo; aspiraba a convertirse en el quinto alemán en ganar un grande.
Sinner, campeón de Australia, recibió un premio de 3.500.000 dólares australianos (unos 2.209.000 dólares estadounidenses); Zverev, como finalista, ganó 1.900.000 billetes de la misma moneda (US$ 1.120.000). El italiano llegó a los 19 títulos en singles.
“Jannik está en otro universo. Me recuerda a la mejor versión de Djokovic”, apuntó Zverev, que en pocos días tiene programado visitar Buenos Aires para jugar el ATP de Buenos Aires. Sinner escucha y sigue: es el octavo jugador de la Era Abierta en ganar las tres primeras finales de Grand Slam que disputó, después de Jimmy Connors, Borg, Stefan Edberg, Guga Kuerten, Federer, Stan Wawrinka y Alcaraz. Los registros están para romperse y, en la medida que siga así, seguirá buscando hacer añicos las estadísticas. “Trabajamos mucho para estar en esta posición y es una sensación increíble compartir el momento con todos ustedes”, le expresó Sinner a su equipo, cuyo engranaje incluye una pieza de la Argentina, el fisioterapeuta Ulises Badio, durante muchos años en el equipo de Djokovic.
“Me siento más cómodo en superficie dura; es algo indudable. En las otras superficies debo mejorar. Todavía soy joven para llegar a lograr más ajustes en mi tenis, sobre todo en césped, donde no había jugando nunca en siendo junior”, dijo Sinner. Hoy, más allá de lo que tiene que seguir incorporando, ponerlo de rodillas parece un desafío delirante para cualquiera. Ejerce un dominio de impacto y lo hace sin perder la línea, sin efervescencia gestual, como si se tratara de un día más de oficina. ¿Alguien podrá romper la superioridad? Se verá... Hoy es imposible: todo es del Big 1.
Lo mejor de la final de Australia