En un pequeño y cada vez más despoblado pueblo japonés, los habitantes que quedan encontraron una manera creativa de enfrentar la soledad: sustituyeron a las personas que emigraron por muñecas y maniquíes. Hoy, estos silenciosos “residentes” superan en número a los humanos en el lugar. Una historia por demás curiosa que ocurre en la modesta localidad de Ichinono, en el país nipón.

Ichinono, el pueblo fantasma en el que la gente fue cambiada por marionetas

En este pueblo japonés viven menos de 60 personas, la mayoría de ellas mayores de 65 años o más, explican desde Japan Today. Alguna vez fue un lugar lleno de vida, con familias y niños que alegraban las calles, pero el éxodo de los jóvenes en busca de oportunidades laborales o educativas dejó el lugar casi desierto. Los padres, en su momento, alentaron esta migración para evitar que sus hijos quedaran “atrapados” en un sitio sin futuro y con muchas barreras, pero ahora este territorio podría desaparecer.

Hisayo Yamazaki, una viuda de 88 años, y otros residentes decidieron enfrentar la soledad con muñecas que representan a los habitantes que alguna vez fueron parte del pueblo. Estos maniquíes, vestidos con ropa vieja y situados en diversos espacios, parecen interactuar con el ambiente, “trabajando” en los campos, jugando en los columpios o empujando carros de leña. Yamazaki reconoció que las muñecas probablemente ya superan en número a los residentes humanos.

En los últimos 20 años, solo un niño nació en el pueblo. Rie Kato y su esposo Toshiki, que abandonaron Osaka para vivir en Ichinono durante la pandemia, tuvieron allí a su hijo Kuranosuke. Su llegada renovó la esperanza de los habitantes, quienes ven en él una posible continuidad para la comunidad. Toshiki afirmó de hecho que su hijo recibió muchísimo amor, solo por el hecho de haber nacido allí. El niño seguramente tenga un papel preponderante junto al resto de la población.

El desafío demográfico de Japón

Ichinono refleja un problema mayor en Japón y es el envejecimiento de su población y la baja natalidad, que se observa en más de 20.000 comunidades donde la mayoría de los habitantes son personas mayores. Cerca de 40.000 japoneses murieron solos en la primera mitad de 2024, un sombrío reflejo de cómo el envejecimiento y la soledad afectan a la nación.

A pesar de los esfuerzos del gobierno para contrarrestar este declive, como incentivar permisos de paternidad y mejorar los ingresos de la población joven, la presión laboral y los prolongados horarios de trabajo mantienen baja la tasa de natalidad. Mientras las autoridades luchan por revertir esta tendencia, el pueblo de Ichinono permanece como un recordatorio conmovedor de los desafíos que enfrenta Japón.