A los 77 años, falleció la escritora Inés Fernández Moreno
Ayer a la mañana, a los 77 años, murió en la ciudad de Buenos Aires ...
Ayer a la mañana, a los 77 años, murió en la ciudad de Buenos Aires la escritora Inés Fernández Moreno. Así lo informó su familia; estaba casada con Carlos Bugni y era madre de tres hijos: Ezequiel, Octavio y Ana Inés. Tenía cáncer. Había nacido en la ciudad de Buenos Aires el 28 de agosto de 1947. La autora de Un amor de agua era hija del poeta César Fernández Moreno y nieta del poeta Baldomero Fernández Moreno y una narradora muy reconocida y apreciada por colegas y lectores, que en 2014 ganó el Premio Sor Juana Inés de la Cruz con la novela El cielo no existe. Vivía en el barrio de Parque Chas y la impronta de la ciudad de Buenos Aires, y de sus habitantes, tenía mucha presencia en su literatura.
“Para bien y para mal pertenezco a una familia de escritores, cosa que inevitablemente me preguntan. Tal vez por eso empecé a escribir tarde”, dijo en una entrevista. Licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires, trabajó en agencias de publicidad y marketing antes de dedicarse a la literatura. Asistió al taller literario que daban Abelardo Castillo y Sylvia Iparraguirre. “Llevo los setenta balcones en la cabeza y, de vez en cuando, florece alguna flor”, solía bromear. Pasado el tiempo, Fernández Moreno coordinó talleres de escritura.
“Me da un poquito de miedo el deslizamiento hacia la poesía -dijo a LA NACION en 2014-. Y sin embargo, me da placer. Yo poesía poesía no escribí nunca. La pertenencia a una familia de poetas tan importantes fue algo complicado para mí. Tiene sus ventajas y sus desventajas. El cuento, por su estructura, por su economía, está más cerca de la poesía que la novela. La novela admite más páginas flojas o simplemente funcionales”.
Su primer libro de cuentos, La vida en la cornisa, se lanzó en 1993, y obtuvo el Segundo Premio Municipal de la ciudad de Buenos Aires. Su primera novela fue La última vez que maté a mi madre, de 1999, y recibió el Primer Premio Municipal de la ciudad de Buenos Aires y el Premio Letras de Oro 2000 de Honorarte.
Entre 2002 y 2005 residió en España; en ese periodo dio a conocer el libro de cuentos Hombres como médanos, de 2003, y la novela La profesora de español, de 2005, que refiere a esa experiencia. “Cada exilio debe tener su reflejo singular dentro de la producción literaria -afirmó-. Es una condición de adversidad. La adversidad, en este sentido, y en otros también, es un germen para la escritura.
En 2007 ganó el Premio Hucha de Oro otorgado por Funcas (Fundación de las Cajas de Ahorros, en España) con su cuento “Carne de exportación” (incluido en un podcast de Spotify). En 2009 publicó el volumen de cuentos Mármara y, en 2013, su novela El cielo no existe, que mereció en 2014 el Premio Sor Juana Inés de la Cruz. En 2015 se publicó el volumen de cuentos Malos sentimientos y, en 2019, la novela No te quiero más. En 2023, salió el libro de cuentos No te hagas ilusiones.
“Fue mi mejor amiga, no sé si la única; una especie de madre y amiga -dice a LA NACION la escritora Alejandra Kamiya-. No había día que no hablara con ella. Me va a hacer una falta enorme. Se fue tranquila; dicen que uno se va como vivió, muy elegante y hermosa, muy tranquila se fue”. Fernández Moreno y Kamiya salían a caminar juntas por el barrio de Agronomía.
“Pero fue primero mi maestra antes que mi amiga, y mi apoyo en todo -agrega Kamiya-. Tenía algo que tal vez viene de ser mujer, y era que no necesitaba mirar los grandes temas universales, sino que buscaba sus temas en lo cotidiano y profundizaba ahí. A través de eso, llegaba a temas universales. Y tenía un plus que muy poca gente tiene con el nivel de Inés, y al que yo no puedo aspirar, y era un sentido del humor tremendo, a veces oscuro, en lo que escribía y en la vida. Lo usaba de manera genial en su obra y también para vivir”.
“Creo que conocí a Inés cuando, en 1991, en el Diario de Poesía, me tocó coordinar el dosier dedicado a su padre, César Fernández Moreno -recuerda el traductor y escritor Jorge Fondebrider-. Desde entonces, y a lo largo del tiempo, nos fuimos cruzando muchas veces hasta que, cuando Juan Carlos Martini me encargó la edición de la poesía completa de César, Inés me confió todos sus libros inéditos y la responsabilidad de editarlos. Ahí, trabajando juntos, nos hicimos amigos y empezamos a frecuentarnos. En su casa conocí a Carlos, su marido, y a Octavio y Ana, sus hijos. Y también a muchas otras personas, como León Rozitchner, Graciela Schvartz, Jorge Dana, Ana María Shua, Alejandra Kamiya, Vanina Colagiovanni y Mario Varela, quienes, a través de los años, contribuyeron a que las comidas en su casa de Parque Chas fueran siempre una de las mejores invitaciones que uno pudiera recibir. Sabiendo que venía de una familia de poetas (su abuelo Baldomero, su padre César, sus tíos Manrique y Clara), decidió ser narradora y fue una de las realmente buenas, porque no solo tuvo rigor y profundidad, sino también mucho sentido del humor. Acaso el mismo con que se relacionaba con sus amigos y con todo aquel que fuera a cruzarse con ella. La muy querida Inés deja un espacio muy difícil de llenar y la voy a extrañar”.
Acabo de enterarme que murió Inés Fernández Moreno. Una escritora brillante pero sobre todo una excelente persona. En su casa nos refugiamos cuando asumió la bestia. Teníamos poco y se nos fue. El mundo es ahora un lugar más inhóspito. pic.twitter.com/KTN1VVxM1d
— Vivian Scheinsohn (@VScheinsohn) November 10, 2024“Despedir a Inés me resulta un sinsentido -dice la editora Julieta Obedman-. El mismo sinsentido sobre el que ella escribió tan bien, con tanta inteligencia y sutileza. Sus libros, sobre todo sus cuentos, son pequeños monumentos literarios sobre el sinsentido de la vida: las relaciones entre las personas, las situaciones cotidianas, los personajes con los que nos cruzamos en la vida siempre tratados con humor y una aparente ligereza, pero con tanta profundidad e ingenio que son difíciles de olvidar. Inés siempre le encontró una vuelta graciosa a los temas difíciles y escribió con pasión libros únicos, como ella”.
Sus novelas y muchos de sus cuentos han sido traducidos al francés, el inglés y el italiano. La familia informó que la autora dejó obra inédita, a cargo de Kamiya y Obedman, su editora en Alfaguara. Su hija, la cineasta Ana Bugni, contó que trabaja en una película basada en un viaje que hizo en 2021 con su madre a París, a recuperar los archivos del escritor César Fernández Moreno, que fueron donados a la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. “Esto va a cambiar un poco las cosas en la película”, dice. Bugni hizo un corto con su madre y su abuela materna, premiado en 2019 en el Bafici, Romance de la ternura tardía.
“El pasado te marca y produce efectos muy duraderos -reflexionó Fernánedz Moreno en diálogo con este diario-. A lo largo de la vida, cada uno va tejiendo sobre aquellos errores o déficits del pasado. Va curando esas supuestas marcas, pero no totalmente, hay momentos en que aquello resurge con una fuerza que es sorprendente. Vos decís: ‘Pero cómo, ¿y todo el trabajo de construcción que yo hice respecto de esto?’. Y de pronto te encontrás tan desvalido, como si nunca lo hubieras hecho. En algunos casos eso es irremediable, hay gente que está destruida y que no pudo superar ciertas cosas. Uno nunca se libera de su pasado”.
Sus restos serán cremados mañana, a las 11, en el Cementerio de la Chacarita.