“La habitación de al lado”: Pedro Almodóvar compone el fresco de una despedida con pinturas, fotos, películas y libros
La nueva película de Pedro Almodóvar, ...
La nueva película de Pedro Almodóvar, La habitación de al lado, basada en la novela de Sigrid Nunez Cuál es tu tormento (Anagrama, $ 22.900), rinde tributo a escritores, cronistas, fotógrafos y artistas. En varias escenas de la película, que narra el pacto entre dos amigas -Martha (Tilda Swinton) excorresponsal de guerra e Ingrid (Julianne Moore) es novelista- que se reencuentran tras años sin verse en un hospital de Manhattan, donde Ingrid visita a Martha, que tiene un cáncer terminal y decide morir con dignidad cuando el tratamiento fracasa, las protagonistas reflexionan sobre libros y obras de arte. La película comienza con un ritual típicamente literario: la firma de ejemplares de la nueva novela de Ingrid -On Sudden Deserts- en una librería neoyorquina.
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Ingrid le lleva a su amiga dos libros de regalo. Uno de ellos es The Art of Dora Carrington, con reproducciones de pinturas de la artista británica Dora Carrington (1893-1932) que, como le cuenta Ingrid a Martha, se suicidó meses después de la muerte de su amado amigo, el escritor homosexual Lytton Strachey. La intensa relación con Strachey y sus amigos del Círculo de Bloomsbury (con Virginia Woolf como “faro”), combinada con la modestia de la artista y el hecho de que su nombre se asemeje al de la surrealista Leonora Carrington, eclipsaron su nombre de la historia de la pintura moderna. Ingrid quiere escribir una novela sobre ella y el “triángulo amoroso” que integró con Strachey y su marido, Ralph Partridge.
En una visita a una librería, Martha le dice a su amiga que siempre había querido leer el voluminoso Erotic Vagrancy: Everything about Richard Burton and Elizabeth Taylor, de Roger Lewis. Cuando lo descarta por la extensión (el libro tiene más de 600 páginas y ella, poco tiempo de vida), Ingrid se lo lleva. Martha elige The view from the ground, de la corresponsal de guerra y escritora Martha Gellhorn, que fue esposa del escritor Ernest Hemingway (en la película Hemingway y Gellhorn, de Philip Kaufman, Nicole Kidman interpreta a Gellhorn). Al salir de la librería (”Me encanta tu pelo”, le dice Martha al librero), Martha lleva un ejemplar de How to Look at a Bird: Open Your Eyes to the Joy of Watching and Knowing Birds, de la ilustradora estadounidense Clare Walker Leslie.
La película muestra una pintura del gran artista estadounidense de la soledad y la introspección en la era moderna, Edward Hopper, Gente al sol, y el director recompone esa y también la dramática escena de El mundo de Cristina, del pintor estadounidense Andrew Wyeth. En el departamento neoyorquino de Martha, están colgadas la fotografía de mujeres de luto, Duelo, de la española Cristina García Rodero y una obra de la francesa Louise Bourgeois con la frase bordada “He estado en el infierno y vuelto. Y déjame decirte, fue maravilloso”. Sobre la mesa ratona, se pueden distinguir libros de las artistas estadounidenses Cindy Sherman, Annie Leibovitz y Diane Arbus, de Dennis Hopper y otro sobre la película La Dolce Vita, obra maestra de Federico Fellini.
También se ve una pintura del español Antonio López, amigo de Almodóvar. El director español es un reconocido coleccionista de arte y objetos de diseño, que “exhibe” piezas de su acervo en las películas. Además, una pintura de Almodóvar y el español Jorge Galindo se luce en el cuarto donde se instala Ingrid.
Un significado posible de este recurso almodovariano -que atraviesa su obra aunque se intensificó en las últimas películas- sería que el arte es un buen medio para comprender la muerte (o para decirle adiós a la vida), al igual que la amistad, la escritura y la fe. La historia de Martha e Ingrid transcurre en el contexto actual de cambio climático y auge de la ultraderecha en el mundo.
En la película las amigas ven películas estadounidenses: Siete ocasiones, de Buster Keaton, y Los muertos, de John Huston, basada en el relato homónimo del irlandés James Joyce. Una de las frases del cuento se convierte en un leitmotiv de La habitación de al lado: “Sí, los diarios estaban en lo cierto: nevaba en toda Irlanda. Caía nieve en cada zona de la oscura planicie central y en las colinas calvas, caía suave sobre el mégano de Allen y, más al oeste, suave caía sobre las sombrías, sediciosas aguas de Shannon. Caía, así, en todo el desolado cementerio de la loma donde yacía Michael Furey, muerto. Reposaba, espesa, al azar, sobre una cruz corva y sobre una losa, sobre las lanzas de la cancela y sobre las espinas yermas. Su alma caía lenta en la duermevela al oír caer la nieve leve sobre el universo y caer leve la nieve, como el descenso de su último ocaso, sobre todos los vivos y sobre los muertos”.